Mano, buena persona

¿Eres una buena persona?

¿Soy una buena persona? Te has hecho esa pregunta alguna vez. Si nunca te lo has preguntado puede que ser una buena persona es algo que te resulta poco seductor. ¿Quién quiere ser una buena persona en la actualidad? Tal vez haya muchos por ahí más interesados en ser otras cosas: exitosos, adinerados, opulentos, fuertes, inteligentes, poderosos, famosos, talentosos, bellos, influencers con miles de seguidores. ¿Será que ser bueno en estos tiempos carece de atractivo?

En una época marcada por la banalidad, las frivolidades, las conexiones fugaces y las relaciones superficiales, la indagación sobre qué significa ser una buena persona surge como un tema de interés trascendental. No es fácil llegar a un acuerdo sobre este concepto debido a las diversas variables que influyen en el mismo, no obstante hay características universales que parecen dar respuesta a lo que caracteriza a este tipo de sujetos.

¿Qué significa ser una buena persona?

Cada uno responde esta pregunta en función de sus circunstancias, el medio en que se ha desarrollado, sus vivencias, cultura, valores y aprendizaje, entre otros factores. De esta manera la bondad es un concepto cambiante y relacional. La primera definición de ser bueno está relacionada con seguir las reglas, no cometer delitos, no mentir ni hacer trampas. Pero ser bueno no solo significa no incumplir las normas y portarse bien, esa es una bondad mínima, la indispensable para andar por el mundo sin causar problemas. Cuando aquí me refiero a buenas personas hablo de aquellas que emanan un carisma de paz, serenidad y armonía, las que aportan al bienestar y la felicidad de quienes les rodean.

Todo indica que el elemento clave es la bondad, una cualidad absolutamente subjetiva, susceptible de evaluación por parte de cualquiera, y que por su condición nos lleva a valoraciones que pueden resultar inexactas. De cualquier modo la auténtica bondad tiene características específicas y una manera de impactar en el mundo y en los que lo habitamos.

Según la Enciclopedia de Humanidades una buena persona es aquella que siempre desea lo mejor para los demás y actúa en consecuencia, reconoce a los demás como sus pares y los respeta. Se caracteriza por ser compasiva, bondadosa, sincera, confiable, humilde, y se destaca por su empatía, gratitud y conciencia de la realidad.

Grupo de personas, afecto
Una buena persona se caracteriza por ser empática, bondadosa, sincera, compasiva, agradecida, considerada y respetuosa, lo que favorece las buenas relaciones interpersonales. Foto: Tomada de Internet

Para la moral más convencional el bueno es el que renuncia a sí y se entrega a los otros, el que realiza acciones desinteresadas, el que no se toma en cuenta. Por suerte en nuestra época estamos más esclarecidos sobre diversos aspectos psicológicos. Hoy sabemos que el desinterés de un ser humano por sí mismo habla más de algún problema que de un valor, tenemos claro que la buena persona es la que posee entre sus intereses algo que la liga a otros de una manera profunda y directa, es decir, no renuncia a sí, sino que en su interés, en su satisfacción y goce, incluye la plenitud del otro. La quiere, le gusta, la necesita.

Las cuatro virtudes aristotélicas

Para Aristóteles, una buena persona era aquella que poseía estas cuatro virtudes:

  • Prudencia: En la Grecia clásica la prudencia equivale a la sabiduría, algo que no nace de manera espontánea, sino a través de la curiosidad, la indagación y la objetividad. Las personas prudentes saben esperar, no dudan en tomarse el tiempo adecuado para decidir, escuchan de manera activa, comprueban la veracidad de los hechos y no se dejan arrastrar por su ego.
  • Templanza: Es saber interpretar y controlar nuestro semáforo emocional, lo que resulta clave para no dejarse arrastrar por las emociones extremas. Esto no significa que no podamos enojarnos (de hecho, la ira es una emoción funcional), lo que significa es que no nos dejamos arrastrar por el exceso. Un ego inflado es enemigo de la templanza.
  • Justicia: La justicia se explica mejor de manera aplicada. Viene bien preguntarse: ¿Trato a los otros de manera justa, les doy crédito cuando es necesario? ¿Respeto los derechos de los demás? ¿Soy empático con ellos?
  • Coraje: Implica defender firmemente lo que se cree, hacer lo que es justo y necesario aunque pueda perjudicarnos. Una persona con coraje asume sus propios errores y tiene una sólida red de valores que intenta no romper.

Existen listados con las más diversas cualidades de la gente buena. Algunos son extremadamente cortos y otros me resultan muy extensos y reiterativos, por lo que me permití hacer una síntesis de 12 particularidades o pautas que tienen las buenas personas.

Doce características de la gente buena
  1. Tienen valores firmes y claros.
  2. Se mueven por la bondad, la generosidad, la empatía. Por ello pueden ponerse en el lugar de los demás, comprender sus posturas y circunstancias, y son capaces de experimentar compasión.
  3. Aunque tengan una situación aventajada no se aprovechan de ella.
  4. Ayudan siempre que pueden. Si ven a alguien en apuros le tenderán una mano.
  5. Son íntegras y coherentes. Actúan siempre de la manera que consideran adecuada aunque nadie las observe. No lo hacen para manipular lo que opinan de ellas.
  6. Son justas y equitativas. Buscan el equilibrio y la armonía en las relaciones. Saben que sus deseos y necesidades son tan importantes como los ajenos.
  7. Se distinguen por su consideración. Tienen conciencia de que no viven solas en este planeta, así que tratan de ser lo más cívicas posible y evitan molestar. Tienen detalles como no poner la música demasiado alta, no pararse en un sitio donde entorpezcan el paso a los otros, no tirar basura al suelo.
  8. Se proyectan de forma respetuosa. Tratan a los demás como les gustaría ser tratadas. Saludan, dan gracias, se despiden al marcharse. Saben discutir de forma cortés, exponen su opinión sin atacar, interrumpir, ni insultar.
  9. Reconocen sus errores y se responsabilizan. Piden perdón, admiten su culpa y asumen las consecuencias.
  10. No son egocéntricas. Se preocupan por los demás y se interesan por ellos sin malas intenciones. Además, no centran las conversaciones en sí mismas y saben escuchar con atención.
  11. No juzgan ni critican por la espalda. Dicen las cosas con las que no están de acuerdo o que les parecen mal, sin ser destructivos.
  12. No dañan a los demás (al menos no de forma intencionada) y les desean lo mejor. Tienen buenos deseos y buenas intenciones.

Después de leer estas 12 características de la gente buena uno puede pensar que no es fácil encontrar a alguien que las reúna todas todo el tiempo, que la mayoría de los seres humanos no son tan buenos ni tan malos. Aun así, no es maniqueísmo creer que los buenos existen, y que hay otros que distan de serlo, estos últimos provocan mucho daño y enrarecen los ambientes familiares, laborales y sociales en general. Claro que podríamos poner en duda la categoría de buena persona y relativizarlo todo, pero también podemos hacer algo más inteligente, contribuir a la promoción de las buenas personas, esas que tanta falta hacen en nuestro mundo.

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