José Luis García
José Luis García. Foto: Amauris Betancourt (Archivo)

José Luis García: Mi natal aldea es como mi caparazón 

Dicen que José Luis García es un autor difícil para conversar y ofrecer entrevistas. Pero solo son falsas noticias. Dialogar con él es llegar a un espacio de energías únicas y de luces sobre lo ocre, aun en tiempos de Covid-19, cuando vía correo electrónico el autor de “El hombre de los guantes amarillos” accedió a una conversación.

¿Qué criterio tienes de la familia cubana? ¿Ha perdido principios, valores, o es la influencia global?

“Por lo que he podido ver en algunos países y leer de otros, se trata de un problema global. Sin embargo, creo que el problema en cada nación tiene sus propias características, matices…

“Por eso me gustaría intentar establecer que la pérdida de lo que dices (así como la referencia a todas y cada una de las variopintas pérdidas y complacencias del mundo) deben ser por regla abordadas nación por nación, de forma específica. Un desacierto prácticamente cotidiano en nuestros medios de comunicación y discursos oficiales es compararnos con el resto del mundo. Es una especie de enfermedad crónica.

“Respecto a tu pregunta creo que sí, que hace tiempo vivimos un período de descomposición familiar, de drástica pérdida de valores, y aunque padecemos algunas causas que son comunes al resto del mundo, creo que, en el caso de Cuba, la macabra situación económica (fantasmagóricamente sobrevivida durante tantos años por varias generaciones) es la causa esencial.

“Un día, cuando la economía empiece a mejorar, verás que las relaciones familiares automáticamente empiezan a mejorar, aunque, desde luego, quedarán enemigos de la solidez de la familia con los que habrá que seguir batallando (hablo de enemigos comunes respecto al resto del planeta), como son la incomunicación, el pavoroso aislamiento al que nos han llevado la telefonía móvil e Internet, el uso indiscriminado de todo tipo de soportes electrónicos con sus cargas de estúpidos entretenimientos, la insuficiente lectura de libros, el consumo de mala música, la tendencia generalizada a vivir el presente), entre otras muchas cuestiones, más la espeluznante pandemia de hedonismo, agudizada de forma creciente desde los años 70-80 del pasado siglo”.

¿Consideras normal la relación entre una joven de 17 años y un hombre de 60?

“En principio no es natural, pero bien visto creo que el éxito de tal unión puede depender del sildenafil, la viagra, o de sus múltiples derivados, y de lo interesante que pueda ser el anciano, dejando aparte el dinero, si es que es posible.

“Recuerdo que cuando la hija de Lenin se atrevió por fin a decirle a su progenitor que estaba perdidamente enamorada del bibliotecario Edgani Ostrovski (quien le llevaba a ella 60 años), Lenin, después de pensarlo, le dijo que era más interesante pasarse un par de años con Edgani que toda la vida con un hombre joven. Claro, recordemos que el erudito Edgani, además de interesante, sentía predilección por el consumo de fresones silvestres, almejas  y vodka Podporozhsky, cuya mezcla, desde 1912, la consumían casi todos los rusos mayores de 50 años, pues constituía un potente afrodisíaco”.

En tu sainete” El amor es cosa esplendorosa” abordas un álgido tema desde la perspicacia y la agudeza a través de personajes como Maura. ¿Has sido censurado alguna vez?

“La verdad que no. Nadie me ha pedido nunca que quite nada. Pienso que debe ser porque los censores consideran que tengo un público horrorosamente limitado”.

Eres un escritor con premios en países  como Estados  Unidos, sin embargo, has permanecido en tu natal aldea como le dicen algunos

“Siempre que he estado en el extranjero me siento básicamente como un niño que han becado a la fuerza. Para mí mi natal aldea es como para una jicotea su caparazón. Este es sin duda uno de mis peores defectos. En mi último viaje recorrí parte de Chile y de Argentina. Al final decidí regresar 60 días antes de que venciera mi visa (cosa que al parecer llamó poderosamente la atención de las autoridades que me revisaban el pasaporte), de modo que, en mis escalas de regreso, fui cortésmente detenido y entrevistado en los aeropuertos de tres países. Por último, ya en La Habana, en Rancho Boyeros, una bella funcionaria de inmigración, sin apartar la vista de mi pasaporte, me preguntó si yo era bobo”.

Te paseas por  el ensayo, el teatro, el cuento. Pero de la novela has dicho que es la cima de un escritor, ¿por qué?

“Porque teóricamente en la novela de supone que puedes aspirar a alcanzar la expresión cabal de tus más caros y ontológicos designios. Digo se supone porque casi nunca ningún escritor lo consigue, excepto tal vez dos, tres o cuatro (como Tolstoi en La guerra y la paz, Flaubert en Madame Bovary, Scott Fitzgerald en El gran Gatzby, Coetzee en Esperando a los bárbaros)”.

El Premio Alejo Carpentier en novela es tu más reciente lauro, ¿cómo lo defines?
José Luis García
Foto: Claudia Patricia Domínguez (Ahora)

“Un honor indudable. Si miras la lista de los premiados anteriores en novela, te encuentras con personajes como Antón Arrufat, Daniel Chavarría, Marta Rojas, Jaime Sarusky, Guillermo Vidal, Alberto Garrandés, Reinaldo Montero… Evidentemente es un premio difícil de conseguir, y es, a mi edad, la culminación de mi carrera”.

¿Crees que los premios dados por un jurado definen a un escritor?

“Para nada. Pero debe admitirse que los lauros importantes sirven para ponerte en el mapa. Mi resultado en el Casa de las Américas, en 2001 lo hizo, también el Casa de Teatro en República Dominicana (2005), aunque, pensando en retrospectiva, el Premio Latinoamericano de Teatro en Estados Unidos, obtenido entre 101 autores de 116 países, estuvo a punto de borrarme del mapa”.

Escribes teatro en tiempos que algunos afirman es un género que no goza de gran desarrollo en Holguín o Cuba…

“Escribo en el género que me viene a la mente a modo de vehículo. Creo que un escritor jamás piensa en las adversidades o la falta de desarrollo de un género. Para que el efectivo desarrollo llegue a la literatura cubana en general, primero tiene que llegar a todos los aspectos básicos de la vida nacional. Imagínate, eso será cuando San Juan baje el dedo”.

¿Cómo te gustaría que llevaran a escena tus obras?

“He tenido la suerte de que casi todas mis obras han sido puestas en escena aquí. Las restantes me gustaría que tuvieran el mismo destino. Las publicaciones de textos dramáticos vienen muy bien, pero el teatro se concibe para ser representado”.

¿Qué es para José Luis ser un hombre feliz o crees que son como instantes de una primavera?

“Plena y establemente feliz nunca lo serás. Creo que la felicidad está ligada en efecto  a instantes (bastante fugaces por cierto). Tal como dicen los mulatos que conversan en el parque Trillo de la capital: ´No hay más nada´”.

¿Qué dejarías a tus hijos?

“El sentido del humor. Y una frase de los diarios íntimos de Marco Aurelio que guardo como un tesoro en una gaveta, entre mis medias y calzoncillos, dice: ´La duración de la vida de cada uno es irrelevante, un paso para que puedas ver el abismo del tiempo detrás de ti y delante de ti´”.

¿Consideras que esta ciudad o alguien tiene alguna deuda por saldar con el autor  de “El hombre de los guantes amarillos”?

“Concretamente me deben una casita decente y una jubilación digna. Ambas cosas hace rato que las estoy pidiendo a gritos”.

En su  excelso currículo literario lauros internacionales figuran entre ellos el otorgado por la  Casa de las Américas, Casa de Teatro en República Dominicana y el Latinoamericano de Teatro George Woodward (EE.UU.).

El  Premio Alejo Carpentier 2021, con la novela “El auriga del carro alado”, entre sus recientes reconocimientos en la literatura cubana.

Mavel Ponce de León
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