La contaminación sonora constituye un asunto a resolver con urgencia. Resulta lamentable que, ciudadanía e instituciones, con su inacción, contribuyan a naturalizar el ruido, a pesar de sus implicaciones en la salud humana.
Nuestro equipo dialogó con la reconocida arquitecta holguinera Ivette Planas Trujillo sobre este problema –ciertamente global– que afecta la calidad de vida de millones de personas. La especialista abordó las regulaciones cubanas para controlar las emisiones desmedidas de ruido y ofreció algunas alternativas, urbanísticas y arquitectónicas, para paliar dicha situación.
Para Radio Angulo Digital, sin embargo, no es un tema nuevo.
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Al ruido, por su nombre
“El ruido es un sonido inarticulado, sin armonía ni ritmo, que tiende a ser desagradable y molesto al oído. Desde el punto de vista urbano, se excluye el ruido industrial, puesto que cuando se concibe una ciudad, se debe desplazar la actividad industrial hacia una zona alejada, no solo por la emisión de sonidos, sino también de gases”, explica la experta, aunque reconoce que ese ideal no siempre se logra.
Las fábricas que por necesidad se construyeron en las ciudades o que por el crecimiento urbano quedaron dentro de sus límites, deben cumplir estrictamente las disposiciones sobre la emisión de ruidos.
El ruido urbano, sin embargo, se refiere a aquellos sonidos estridentes que producen otras fuentes como el transporte, ya sea aéreo o terrestre en todas sus variantes. “Lo más preocupante es que las personas se habitúan, pero la salud se va lacerando”, subraya Planas Trujillo.
En materia constructiva, las obras en la ciudad son otra causa común de ruido, aunque la más común es el vecindario que no se ajusta a las normas y provoca malestar con la emisión de sonidos exagerados (música alta, turbinas, plantas eléctricas, carpinterías).
¿Y mi salud, qué?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que cerca de 430 millones de personas padecen hoy problemas auditivos ocasionados por el ruido urbano. Se estima que el 65% de la población mundial vive en ciudades y que ese número en el 2050 debe duplicarse. Por tanto, los problemas auditivos, en unos 25 años, también podrían aumentar considerablemente.
Asimismo, la organización declara que más de mil millones de personas en edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.
En efecto, los especialistas refieren que el ruido tiene un impacto notable en la salud afectando el nivel de concentración en nuestras actividades, la calidad del sueño, la capacidad auditiva y comunicativa y puede suponer, incluso, el incremento de la presión arterial o de la hormona del estrés, cefalea, irritabilidad y depresión.
De acuerdo con la OMS, la exposición a más de 65 decibelios durante un periodo de tiempo prolongado puede producir daños graves al oído, con consecuencias irreversibles. En la actualidad, las grandes ciudades producen ambientes sonoros superiores a esos límites.
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Soluciones urbanísticas y arquitectónicas
La multipremiada arquitecta Ivette Planas refiere procedimientos internacionales que conllevan cambios en la estructura urbana, por ejemplo, las carreteras conformadas solo por carriles de autos se han reestructurado, ubicándose sendas exclusivas para ciclistas y parterres (arbolado o vegetación urbana), con el fin de atenuar el ruido.
“En algunas regiones del mundo se ha cambiado el pavimento de las vías o se utilizan gomas de caucho para los autos, lo cual insonoriza, mientras que en España se prohíbe encender turbinas en los edificios después de las 8 de la noche. Pero es, ante todo, un asunto de cultura”, señaló la especialista.
La arquitecta alerta que, en ocasiones, con la buena intención de ahorrar recursos, se decide disminuir el puntal de los edificios prefabricados o se elimina el relleno entre un piso y otro, con lo cual no hay privacidad e invaden los ruido. Así sucede también con la cercanía entre edificios en una urbanización, lo cual casi siempre se analiza desde la perspectiva de la defensa civil ante la posibilidad de eventos meteorológicos, pero nunca por las implicaciones que podría tener la emisión de ruido. Pero el ruido, insiste Planas, no se mira hoy con el debido cuidado.
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