Si bien es cierto que las mujeres en Holguín han logrado una mayor autonomía económica y representan un alto por ciento de la fuerza profesional en la provincia, todavía persisten realidades socioeconómicas y culturales que afectan su proyección y pleno desarrollo.
El contexto de la Cuba de hoy, la emigración, el acelerado envejecimiento poblacional y el deterioro de las viviendas colocan a las holguineras en situaciones complejas.
En los últimos cinco años se ha incrementado su carga emocional y agotamiento físico en el ámbito familiar en medio de crisis sanitarias, prolongados y reiterados apagones y limitaciones materiales de todo tipo frente a un salario insuficiente para cubrir las necesidades de una alimentación adecuada y sana y de aseo elementales.
Otro factor que incide en su calidad de vida es sin dudas la carga desproporcionada del trabajo doméstico pues en ellas sigue recayendo el mayor peso de la atención del hogar, los hijos, nietos y ancianos, cuyo cuidado demanda ahora esfuerzos superiores.
Igualmente los problemas económicos actuales del país obstaculizan en buena medida la materialización de un mayor número de acciones que beneficien a la mujer en situación de vulnerabilidad, aunque en ocasiones algunas, como las madres con tres o más hijos, reciban, en dependencia de los recursos del territorio, asistencia social.
En las zonas rurales la gestión comunitaria de los hombres tiende a ser más visible y de mayor valor social. En este escenario las mujeres en Holguín son minoría como propietarias de tierras con menos posibilidades de asumir trabajos de mayor complejidad y remuneración salarial.
Aunque el Estado norma políticas que protege la integridad física, psíquica y moral de las mujeres —como el Artículo 43 de la Constitución cubana—, aún, lamentablemente, algunas son víctimas del hostigamiento y abuso sexual y del feminicidio porque persisten negativos estereotipos socioculturales de género e influencias educativas machistas.
En Holguín la violencia doméstica es además otra problemática que afecta a la mujer generalmente en hogares disfuncionales, en los que el estrés sostenido, efectos del alcoholismo, inadecuada gestión de conflictos de pareja, diferencias generacionales o factores externos de la vida cotidiana conducen a su manifestación.
Asimismo, es necesario revertir los indicadores asociados a la alta incidencia del embarazo en edades adolescentes y los riesgos de salud que conlleva este estado en tan temprana edad.
Por supuesto, estos ejemplos no contradicen los avances del empoderamiento del sector femenino en esta nororiental provincia, solo ilustran realidades que afectan todavía su bienestar y sugieren apuntes en la agenda gubernamental y el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres en aras de la igualdad de género y mayor amparo.
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