Ansiedad, Psicofármacos, Ansiolíticos, Adicciones

Los riesgos que corren las personas enganchadas a los ansiolíticos

En la semana recién concluida tuve la oportunidad de impartir un taller sobre el manejo de la ansiedad. Este sábado comencé a impartir un curso de aprendizaje del Entrenamiento Autógenode Schultz. Concluyó el taller y comenzó el curso. Lo interesante en esta historia es que las mencionadas actividades no fueron organizadas para la formación y capacitación de personal de salud mental si no para el tratamiento y capacitación de pacientes con ansiedad, a través de diferentes técnicas. Y otro punto que para mi resulta de sumo interés es que partimos de la premisa del empleo de recursos no farmacológicos, pues sabemos que la mejor manera de tratar este trastorno excluye la medicación excesiva, los psicofármacos deben ser utilizados de manera puntual y no prolongada.

En el mundo contemporáneo el consumo de sustancias adictivas es un tremendo problema para los individuos, las familias y las sociedades. Este consumo crea serias complicaciones de salud, que pueden ir desde el abuso de sustancias, la dependencia, los cuadros graves de abstinencia y las psicosis. Dentro de esas sustancias están los psicofármacos, pues también son drogas, legales, pero drogas igual que las demás (sea marihuana, cocaína, heroína, o “el químico”). Así que posiblemente seas un drogadicto, o drogadicta, y no lo sepas. Veamos.

Dentro del espectro de problemas de salud mental más prevalentes se incluyen los trastornos de ansiedad. La ansiedad ha sido una constante en la historia humana, es una respuesta emocional que emerge ante situaciones ambiguas en las que se percibe una potencial amenaza, preparando al individuo para enfrentarlas mediante reacciones cognitivas, fisiológicas y conductuales. Sin embargo, surge un problema cuando esta respuesta se manifiesta ante situaciones que no representan una amenaza real o cuando se responde de manera desproporcionada ante amenazas mínimas.

Cualquier persona puede sentir ansiedad alguna vez, pero quienes sufren de un trastorno de ansiedad suelen experimentar miedo y preocupación de manera intensa y excesiva. Estos sentimientos van acompañados de tensión física, incapacidad para relajarse, y otros síntomas (pensamientos ansiosos difíciles de controlar, inquietud y tensiones que interfieren en la vida diaria, que no desaparecen y pueden empeorar con el tiempo). Suelen acompañarse de síntomas físicos (latidos cardíacos fuertes o rápidos, dolores y molestias inexplicables, mareos y falta de aire). También se producen cambios en el comportamiento, como evitar las actividades cotidianas que se solían hacer sin mucha dificultad, no poder estar solo en casa o en espacios abiertos, entre otras manifestaciones sintomáticas.

Según el sitio web oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ansiedad, en sus distintas formas de presentación, constituye el trastorno mental más común del mundo. Los estudios epidemiológicos indican que aproximadamente un tercio de la población experimenta algún trastorno de ansiedad a lo largo de su vida.

Los principales tratamientos para los trastornos de ansiedad son psicoterapia (terapia de conversación), medicamentos o ambos. Cuando se usan ambos se le llama tratamiento combinado. En cuanto a la psicoterapia está comprobado que puede ayudar a reconocer y cambiar emociones, pensamientos y conductas preocupantes, lo que ayuda a enfrentar los miedos y a disminuir el nivel de ansiedad. Para que sea eficaz, debe centrarse en tus necesidades específicas. Con relación a los medicamentos es reconocido que ciertos psicofármacos pueden ayudar a controlar la ansiedad. Una benzodiacepina puede ser el fármaco de elección, es un medicamento que actúa de manera bastante rápida. Sin embargo, su uso debe ser muy cuidadoso, bien controlado y por un corto periodo. Las benzodiacepinas pueden perder eficacia y crear hábito con el paso del tiempo. Son utilizados también algunos antidepresivos (estos demoran más en evidenciar su efecto) yotros medicamentos como la hidroxizina o gabapentina, que pueden actuar rápidamente.

Otros recursos para el manejo de la ansiedad son los grupos de apoyo y las técnicas de manejo del estrés. Igualmente, los ejercicios de respiración y relajación, el mindfulness, la meditación, y, por supuesto, algunas medidas a tener en cuenta relacionadas con los hábitosy el estilo de vida (por ejemplo, dormir lo suficiente, comer alimentos saludables, mantener un horario diario regular y realizar ejercicios físicos).

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Aproximadamente un tercio de la población experimenta algún trastorno de ansiedad a lo largo de su vida, y la mayoría es tratada con ansiolíticos, a veces más allá del tiempo recomendado. Foto: Archivo

Muchas personas en el mundo están “enganchadas” a los ansiolíticos

Los últimos años han visto un claro incremento en la demanda de los servicios psiquiátricos a nivel global, con mayor incidencia de la ansiedad. Esto trajo como consecuencia un mayor número de diagnósticos y prescripciones de psicofármacos. En el grupo de los fármacos ansiolíticos las benzodiacepinas son utilizadas para los trastornos de ansiedad y del sueño, también como relajante muscular y anticonvulsivantes. A pesar de desaconsejarse en tratamientos prolongados muchos pacientes tienen un uso crónico de las mismas, lo que se asocia con el desarrollo de dependencia física, manifestado en síntomas moderados a graves de abstinencia cuando se discontinua el tratamiento.

Son fármacos bien aceptados por la rapidez de su acción y la percepción de mejoría en el paciente con buena tolerancia, pero no están exentos de riesgos ya que producen como efectos secundarios: sedación excesiva, problemas con la memoria, deterioro cognitivo, alteraciones de coordinación y caídas con riesgo de fracturas (especialmente documentado en adultos mayores). También disminuyen el deseo sexual, entre otros efectos.

Su utilización indiscriminada produce usuarios crónicos, susceptibles de presentar efectos de tolerancia y dependencia. Esto no ocurre generalmente cuando se prescriben de forma transitoria. Por su efecto no se recomienda la suspensión brusca del tratamiento ya que puede provocar manifestaciones como: ansiedad, ataques de pánico, hiperventilación, temblor, trastornos del sueño, espasmos musculares, alteración visual, sudoración, irritabilidad, disforia, etc. Se insiste en que la duración del tratamiento debe ser lo más corta posible. Se aconseja no exceder de cuatro semanas en el tratamiento del insomnio, ni más de tres meses en el caso de la ansiedad, incluido el tiempo de disminución de la dosis hasta la discontinuidad del tratamiento.

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Las benzodiacepinas son utilizadas como ansiolíticosy para el insomnio. Pueden producir sedación excesiva, problemas de atención y memoria, deterioro cognitivo, alteraciones de coordinación, caídas y disminución del deseo sexual, entre otros efectos secundarios. Foto: Archivo

Con relación a los efectos adversos, se describen: sedación, somnolencia, debilidad muscular, estados confusionales, efectos depresógenos sobre el estado de ánimo, amnesia (sobre todo en la memoria inmediata), por lo tanto deben administrarse con precaución en pacientes ancianos o con deterioro orgánico cerebral.

La polémica internacional de los últimos años sobre las benzodiacepinas, ocasionada por la evidencia de múltiples y graves efectos secundarios, no parece haber resultado aún en un cambio generalizado de actitud del mundo médico con respecto al empleo de las mismas. A pesar de que en los prospectos de las benzodiacepinas figura que el tratamiento debe ser corto y nunca más de tres meses, en muchos casos se siguen recetando estos fármacos durante períodos mucho más largos, a veces varios años, sin necesidad determinante. Las consecuencias para el paciente pueden ser perjudiciales, y no sólo en casos excepcionales sino en un buen porcentaje de los casos.

Conviene que los médicos, y en especial los psiquiatras, revisen sus creencias y conocimientos acerca de las ventajas y desventajas terapéuticas de las benzodiacepinas y hagan caso a las recomendaciones de agencias oficiales tanto nacionales como internacionales. En EE.UU., Reino Unido, Francia, Suecia y otros países, grupos importantes de afectados por la prescripción inadecuada de benzodiacepinas piden responsabilidades a los médicos y a las instituciones involucradas.

También es conveniente que los pacientes actúen con responsabilidad, cumplan con las prescripciones y las orientaciones de sus médicos para así evitar males mayores. Médicos y pacientes deberán trabajar en alianza en función de utilizarlos recursos terapéuticos no farmacológicos que han demostrado su eficacia en el manejo de la ansiedad a través de los años.

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