Efecto Werther: la imitación de la conducta suicida

Alrededor de un millón de personas mueren cada año por suicidio a nivel mundial. La prevención de esta problemática de salud no es una tarea fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que son múltiples las causas que influyen en la aparición de la misma. Por tanto su prevención implica una serie de actividades que van desde la creación de mejores condiciones para la educación de niños y jóvenes, entornos saludables, el tratamiento oportuno y eficaz de los trastornos mentales, hasta el control medio ambiental de los factores de riesgo. También deben cuidarse la difusión apropiada de información y las campañas de sensibilización sobre el problema como elementos esenciales para el éxito delos programas preventivos.

El fallecimiento por lesiones autoinfligidas se encuentra en primera posición entre las muertes no naturales. Quitarse la vida supone un acto en que la propia persona busca activamente su propia destrucción, búsqueda por lo general derivada de un profundo sufrimiento psíquico o físico.

El suicidio parece ser un fenómeno susceptible de ser imitado. Existe una considerable cantidad de            literatura que sugiere que los medios de comunicación, al tener un papel significativo en la sociedad y ejercer fuerte influencia sobre las actitudes, creencias y comportamientos de las personas, podrían tener una actuación determinante tanto en   la prevención como en la conducta imitativa del mismo. Es por ello que la cobertura mediática de eventos vinculados a fallecimientos por lesiones autoinfligidas suscita gran interés en salud mental.

¿Qué es el efecto Werther?

El efecto Werther es una manifestación social que se caracteriza por un aumento representativo en el número de suicidios a partir de la exposición a una noticia o similares en un contexto dado. Dicho, de otro modo, el impacto en la sociedad de un suicidio determinado puede ser un factor desencadenante para que otras personas decidan quitarse la vida, por eso también se le denomina “efecto llamada”, o sea, que lleva a otras personas vulnerables a realizar el mismo acto. El modelo a imitar suele ser una celebridad, pero también puede ser un pariente, un vecino, un amigo o una figura ficticia, por ejemplo, de una novela, una película o una serie.

Si bien se trata de un fenómeno sociológico esto no implica que tales comportamientos se produzcan en todos los espectros sociales. En estos casos deben considerarse los recursos mentales que posee cada ser humano para afrontar un hecho de estas características así como sus circunstancias.

Conducta Suicida, Suicidio, Efecto Werther
Placa autocroma de François-Charles Baude que recrea la muerte del protagonista de la novela“Las Penas del Joven Werther”. Foto: Archivo

Efecto Werther, es un término designado por el sociólogo David Phillips, en 1974, para definir e lefecto imitativo de la conducta suicida. El nombre proviene de la novela “Las penas del joven Werther“, del escritor alemán Wolfgang Von Goethe.

En 1774, Johann Wolfgang von Goethe publicó una novela titulada “Las penas del joven Werther”, que se convirtió en un gran éxito editorial y en una gran polémica. El joven protagonista decide poner fin a su vida después de sufrir por un amor no correspondido, tras escribir una carta de despedida se dispara contra sí mismo. Al poco tiempo de publicarse la novela se informó de la muerte de varias personas usando el mismo método para suicidarse. Se les atribuyó a estas muertes dicha relación causal, ya que en la escena en muchas ocasiones se encontraba el libro, la persona iba vestida igual que el protagonista o hacía referencia al texto en la nota de despedida. Como consecuencia, en 1775, la ciudad de Leipzig promulgó un decreto que prohibía la publicación del libro por considerar que “era una incitación al suicidio, que podía impresionar a las personas débiles y a las mujeres”.

Tan grave fue considerado el asunto y tanta preocupación despertó en la época, que algunos países como la propia Alemania, Italia y Dinamarca, llegaron a prohibir la novela para intentar coartar esta extraña ola de suicidios que afectó a los jóvenes de Europa. El propio Goethe le dijo a su secretario en 1821 que “quizá muchas personas tienen un momento en su vida en el que sienten que Werther fue creado solo para ellas”.

Basándose en casos similares, el sociólogo David Phillips realizó un estudio (entre 1947 y 1968) en el que halló datos reveladores. Al mes siguiente en que el periódico The New York Times publicaba una noticia relacionada con el suicidio de alguien conocido la tasa de muertes por esta causa en EE.UU. aumentaba casi un 12 por ciento.

Phillips analizó el efecto de las noticias sobre el suicidio de famosos que aparecieron en la portada del The New York Times. El comparó las estadísticas de suicidio antes y después de la cobertura mediática de estos casos, y después las comparó con los mismos periodos de años anteriores y posteriores, descubrió que después de 26 de las 33 informaciones sobre suicidios de famosos se observó un aumento significativo en el número de muertes por suicidio.

El Efecto Werthertambién se conoce como Efecto Copycat, y es más probable que se produzca entre jóvenes, cuando el modelo es una persona célebre o famosa. Veamos algunos ejemplos.

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En los dos meses que siguieron al suicidio de la actriz Marilyn Monroe, se detectó un exceso de 303 suicidios en los EE.UU. y 60 en Inglaterra y Gales. Foto: Archivo

La mañana del siete de agosto de 1962 el mundo despertó conmocionado. La noche anterior el ama de llaves de la famosa actriz Marilyn Monroe había hallado su cadáver en el baño. Los medios de comunicación no tardaron en confirmar que se trataba de un suicidio y le dieron una amplia cobertura mediática llena de sensacionalismo. En los dos meses que siguieron al suicidio de Marilyn, se detectó un exceso de 303 suicidios en los Estados Unidos de América y 60 en Inglaterra y Gales.

En el transcurso de 1986 en Japón se suicidaron 28 adolescentes después de que la cantante japonesa Yukiko Okada, muy admirada por la población juvenil de su país, acabara con su vida tirándose desde un séptimo piso.

En 1994 la sociedad estadounidense volvió a experimentar algo similar con el suicidio de Kurt Cobain, el carismático cantante y guitarrista de la popular banda de rock Nirvana.

Hablar o no hablar sobre suicidio

Durante muchos años primó la idea de que hablar sobre suicidio era contraproducente y que podía estimular la proliferación de tal conducta, hoy en día está comprobado que esta consideración es totalmente errónea. Se debe hablar del suicidio, cuanto más se conozca sobre el problema más se podrá ayudar a prevenirlo.

Los medios de comunicación son una poderosa herramienta para influir en la sociedad de manera positiva, ellos pueden contribuir a derribar mitos y estigmas que existen en las poblaciones y promover mensajes edificantes que ayuden a las personas.

Debe tenerse en cuenta que el suicidio no es un acto romántico, no es un logro, no es un acto de valor. Hay que explicarlo como lo que es: una pérdida grave y evitable. Tampoco podemos atribuirlo a un solo motivo (desamor, pérdida, desahucio, enfermedad o problema económico, entre otros). Ya se sabe que es un fenómeno complejo con múltiples causas.

Desarrollar en la población estrategias orientadas a mejorar la calidad de las respuestas ante eventos y situaciones adversas resulta crucial para enfrentarnos a las dificultades que pueden surgir en la vida cotidiana. En este sentido, en lugar de pensar el suicidio como el fin de los conflictos es preferible optar por otras alternativas que susciten una visión optimista.

El acto suicida no es una solución razonable ante un gran problema, más bien se trata de una solución drástica y definitiva a problemas que pudieran ser pasajeros en la mayoría de los casos. Por eso es necesario hablar, para poder decir que siempre pueden encontrarse otras salidas e indicarles a quienes no las ven dónde pueden buscar ayuda. Guardar silencio y mirar hacia otro lado solo sirve para estigmatizar un problema que afecta cada vez a más personas.

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