Cine, Emociones, Autoconocimiento, Cine y Salud Mental

El cine: una exploración de los paisajes interiores del ser humano

Es conocido que las artes impactan en el bienestar de las poblaciones, con actividades en ámbitos sanitarios y en las comunidades. En las últimas tres décadas se ha incrementado el interés en investigar los efectos del arte en la salud y el bienestar. Al mismo tiempo, en diversos países europeos se han iniciado acciones encaminadas a favorecer esta relación. En ese contexto, en noviembre de 2019, la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa publicó un primer informe en el que se examinan las evidencias existentes sobre el efecto de las actividades artísticas en la salud, en el mismo se incluyen los resultados de una revisión de más de tres mil estudios.

El bien llamado séptimo arte también puede utilizarse para mejorar la salud y el bienestar de las personas de manera general, y en particular incidir favorablemente en su salud mental.

El cine es la disciplina artística de mayor difusión en la industria del ocio y una de las más dominantes entre las diversas manifestaciones de esparcimiento y culto. Su éxito está íntimamente relacionado al acto de socializar, divertir y culturizar inherente al ser humano. A través de las películas podemos conocer innumerables mundos, tanto imaginarios como reales. Todos nuestros sentidos se activan para capturar de la gran pantalla aquello que creemos, queremos, nos asusta o nos cautiva.

El cine es el medio de comunicación más integral que existe. Introduce sus mensajes mediante imágenes, sonidos, palabras, música, efectos especiales y silencios. Aprovecha ese exclusivo estado psicofisiológico del espectador (estado físico y fascinación sensorial) que lo hace más receptivo. Este estado se produce cuando el visionado de una película se realiza en una sala de cine, donde la oscuridad, el silencio, la pantalla grande, el sonido estereofónico y la ausencia de distracciones contribuyen a una mejor atención y concentración. Es indiscutible que en las salas de proyecciones se favorecen los procesos perceptivos, por eso se considera que no hay mejor lugar para ver una película.

En cuanto a las sensaciones y percepciones que logramos en el visionado, en su artículo “El cine: arte o industria”, Ruth Del Prado Sandoval apunta: “Bien es cierto que la vista y el oído son los más activos, pero igualmente intervienen el resto de sentidos mientras imaginamos el viento en nuestras mejillas al sobrevolar África de la mano de Robert Redford, sentimos el calor del incendio en Manderley, saboreamos los espaguetis a la raqueta de tenis de aquel pequeño y muy transitado apartamento, descubrimos la  ingravidez en la elipsis más larga de la historia, nos asfixia el hedor de la raíz de taninos extraída para la semilla de Mia Farrow y la mordida sanguinolenta de Gary Oldman, entre kilómetros y kilómetros de celuloide”.

Por ser un medio de comunicación el cine nos permite interpretar y descubrir lo que nos quiere transmitir a partir de la narración o historia que plantea, temas que luego la sociedad debate, bien sea presentando hechos que pueden ser reales o ficciones que podrían darse en la realidad. El valor añadido es que permite al espectador: observar, describir, analizar, evaluar, entre otros posibles objetivos, las situaciones desde una cierta distancia.

Como todo medio de comunicación ofrece mensajes que, bien escogidos y utilizados, pueden contribuir al aprendizaje del manejo de nuestras emociones y conflictos personales, a nuestro autoconocimiento, felicidad, resiliencia, además de aportar a nuestro enriquecimiento cultural y espiritual.

La cinematografía es un instrumento único y perfecto para explorar con precisión los paisajes interiores del ser humano.

Cine, Emociones, Autoconocimiento, Cine y Salud MentalLas películas te hacen reír, llorar, te erizan la piel, te hacen sentir miedo, terror, pueden alterar hasta el ritmo cardiaco y es el arte que más se acerca a la realidad. La cámara está diseñada para percibir lo que perciben nuestros propios ojos.

Los dramas psicológicos, las problemáticas de salud mental, los desajustes emocionales y “la locura”, han sido temas de interés continuo en el cine global siendo además una buena temática para conseguir la aceptación del público, así como para alcanzar algunos apreciados premios cinematográficos, incluyendo a los muy famosos Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, de EE.UU.

Pienso ahora no en los cineastas, sino en aquellos espectadores que disponen del cine como se dispone de un espejo, o sea, como medio de verse reflejados en esas historias del celuloide, como instrumento de especulación y de reflexión sobre sí mismos. La experiencia cinematográfica nos reporta las herramientas necesarias para entender mejor el mundo y a nosotros mismos, para relacionarnos con otras personas y comprender distintas culturas. Nos explica todo lo necesario para asumir riesgos y disfrutar de la felicidad nunca antes conocida. Es una acción individual y colectiva que nos atrapa y enreda como una tela de araña sensitiva y placentera.

Un punto importante que quiero destacar es el hecho de que no todas las películas contribuyen a nuestro crecimiento personal, espiritual y cultural. Hay muchas condiciones que se requieren, pero hay una que me resulta inexcusable para que un filme pueda influenciarnos de esa manera: debe ser de una elevada calidad artística.

En resumen, el cine puede ser una herramienta poderosa para el bienestar y la salud mental al proporcionar entretenimiento, expresión emocional, conexión social, inspiración y perspectiva. También resulta un poderoso medio para comprender al mundo en que vivimos y para conocernos mejor a nosotros mismos, así como aprender sobre diferentes aspectos de nuestra vida y la manera en que nos conducimos a lo largo de nuestra existencia.

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