Los otros Grave de Peralta: una historia forjada en el clandestinaje

Sobre su pedestal de Mármol el General Julio Grave parece dominar todas las miradas que concluyen en el parque que lleva su nombre en la ciudad de Holguín. En la historia de esa familia tan relevante en las conspiración y la guerra de independía ocurre algo así. Julio y su hermano Belisario, ambos Generales, parecen ser los únicos miembros de esa estirpe que militaron en el mambisado pero realmente existen otros que apostaron sus vidas y haciendas a la causa de la libertad. Haremos un breve acercamiento a algunos de ellos. Concentraremos nuestro interés en lo que sufrieron antes del estallido.

La posición política de los Grave de Peralta ha quedado demostrada en los años previos al alzamiento de 1868. Eran gente contestataria del régimen imperante. Rafaela, la madre, había realizado una acusación contra un Teniente Gobernador por abuso en sus funciones.

Para atreverse a tal demanda era necesario poseer gran valor. Los gobernadores españoles tenían un poder, en la práctica, casi absoluto. Siguiendo esa vocación rebelde otros hijos de Rafaela y José Grave de Peralta cometieron actos sediciosos.

Julio también estuvo involucrado en una conspiración muchos años antes del estallido de octubre de 1868. En dos cartas escritas en 1870, en plena guerra, dirigidas una a Carlos Manuel de Céspedes y otra a la Cámara de Representantes, se refería a su participación en un complot independentista: “Teniendo que advertir que hace 18 años que se ocupa de la causa según se puede probar con personas que están con nosotros y que con fecha más atrasada vienen ocupándose de la misma.”(1)

Francisco Grave de Peralta estaría complicado en diversos movimientos sediciosos. Las autoridades de Las Tunas lo acusaron de organizar un atentado contra un cobrador de impuestos y de sospechoso de comerciar con ganado robado por delincuentes e incluso de participar en las fechorías de éstos.

Era una política implementada por algunas miembros del gobierno de acusar a desafectos al poder colonial de robos. Por tales razones fue condenado a destierro en Isla de Pinos y finalmente expulsado de Cuba. Al iniciarse la guerra de 1868 se encontraba en el extranjero y allí se unió a los grupos que organizaban expediciones para apoyar a los insurrectos. Regresó a Cuba en una de ellas.

Una de las hijas de Doña Rafaela, Prudencia, se casó con el gaditano Idelfonso Vivanco y el matrimonio se establece en San Juan de los Remedios. Idelfonso era agrimensor público de la villa.

Los lazos con el tronco familiar holguinero no se perdieron. De vez en cuando se producían visitas en uno u otro sentido geográfico. Un hermano de Prudencia, Julio, siendo un adolescente, visitó la villa de Remedios y allí residió durante un tiempo en la casa de su hermana. Julio fue introducido por ella y su cuñado en el ambiente revolucionario de la localidad donde conoce al dramaturgo independentista Francisco Javier Balmaseda.

Esa información de la estancia de Julio en Remedios había llegado a nosotros por la tradición familiar. Luego en una hoja mecanografía que encontramos en el Archivo Nacional de Cuba se repetía ese criterio, pero sin aclarar de que fuente la tomaron. La posibilidad de esa visita del futuro General a Remedios se hizo más evidente cuando nos enteramos que una de sus hermanas residía en esa población.

De todas formas buscábamos la confirmación de la noticia y la hallamos leyendo el texto del referido dramaturgo remediano Francisco Javier Balmaseda “Carlos Manuel de Céspedes”. En la segunda escena de la obra se produce una reunión de los principales líderes de la guerra de 1868. Es posible que algunos de estos patriotas nunca se hubieran encontrado en la vida real. Este fue el caso de Julio Grave de Peralta e Ignacio Agramonte.

Hasta ahora no hay evidencias de que tuvieran un contacto personal. Pero estamos ante la libertad artística lo que permite que en la referida obra ambos se conocieran y saludaran como si fueran viejos amigos.

Al iniciarse el encuentro el General Ignacio Agramonte le presenta al holguinero a dos patriotas remédianos. Pero dejemos a la imaginación del artista esta singular reconstrucción del pasado en su obra “Carlos Manuel de Céspedes”. Reproducimos textualmente algunos fragmentos:

”Ignacio Agramonte: Tengo el gusto de presentarle a los Coroneles Antonio Lorda y Francisco García Conde que vienen de Remedios, tierra fecunda en valientes.

Julio Grave de Peralta: Señor General Agramonte ya tenía el gusto de conocer a estos denodados coroneles; he vivido muchos años en Remedio.” (2)

De esta forma confirmamos por medio de la referida obra de teatro la presencia de Julio Grave de Peralta en Remedios durante su juventud. No hay duda que el dramaturgo conoció al futuro General durante su estancia en esa población.

De esa forma tal afirmación que puso en boca de uno de los personajes de su obra no hubiera tenido lógica de no haber entrado en contacto con el holguinero. La literatura y el arte en general nos han dado la posibilidad de mostrar las relaciones humanas, las pasiones en este caso nos dan una información que estaba perdida en las brumas del pasado.

Idelfonso, era un convencido independentista y sus acciones iban más allá de Remedios. En 1855 utilizando la numerosa red de barcos de cabotaje que entonces recorrían las costas de la isla se trasladó con su esposa a Holguín. El retorno de la hija pródiga debió provocar una enorme alegría en la familia. El matrimonio quedó alojado en la gran casa solariega de los Grave de Peralta en la ciudad de Holguín. Hasta allí acude el resto de los hermanos y parientes para saludar a Prudencia. Los más íntimos comienzan a descubrir que tras la sorpresiva visita había asuntos que no se trataban en los saraos familiares.

Hasta ese momento parecía que era una visita usual de una hija casada a sus padres. Idelfonso inesperadamente se sumerge en un extraño andar y desandar por toda la jurisdicción. Primero se hace acompañar por su cuñado Francisco Grave de Peralta y luego por su otro cuñado Manuel del mismo apellido. Recorre la comarca con el pretexto de especular con la venta de fincas y estudiar supuestas minas de oro. Mientras tanto elabora detallados planos de la jurisdicción. Tenía especial cuidado de señalar las bahías, su profundidad y la distancia entre los puntos de mayor importancia de la cabecera de la jurisdicción.

No es de extrañar que tantas idas y venidas por la comarca atrajeran la atención de las autoridades. Más, teniendo en cuenta que era un hombre vinculado a una familia peculiar como los Grave de Peralta. Por otro lado, por aquellos días se había descubierto la llamada conspiración de Ramón Pintó. Se impartieron órdenes a los diferentes capitanes y Tenientes pedáneos para que procedieran a la detención de los sospechosos. Idelfonso y su cuñado Manuel que lo acompañaba, fueron capturado por uno de los esbirros coloniales.

Los planos fueron confiscados, creían que habían sido elaborados para facilitar el desembarco de una expedición. Idelfonso argumentó que se dedicaba a la especulación de tierras y unas minas de oro, sin embargo, la versión no la creyeron. Los detenidos fueron trasladados a Holguín, donde dejan a Manuel. A Idelfonso lo remiten al puerto de Gibara y luego a Santiago de Cuba. (3)

El expediente relativo a estos hechos no aclara cuál fue el destino final de Idelfonso, abriéndose así uno de los numerosos misterios del preludio de la guerra de 1868. Manuel fue puesto en libertad pues hay evidencias de que pocos años después se encontraba en Holguín. Era Prudencia Grave de Peralta inocente de las acciones conspirativas de su esposo y hermanos. Es difícil creerlo. Ella debió estar al tanto de lo que hacía su familia y de seguro que participó en la actividad conspirativa. Como un nuevo rey Midas; todo lo que se relacionaba con los Grave de Peralta se convertía en sedicioso e insumiso.

En la documentación de las autoridades españolas aparecen otros expedientes vinculados a indagaciones diversas sobre los Grave de Peralta, en especial contra Francisco. Ellos resultaban sospechosos por oficio. En 1868 Julio Grave de Peralta estaba registrado en el libro “a vigilar” de la policía local por su actitud sediciosa.(4) Es una historia forjada en el misterio del clandestinaje y olvidada.

Notas

1.-Museo Provincial La Periquera, Holguín. Fondo: Julio Grave de Peralta, Carta a la Cámara de Representantes. Sin número en el Libro de Correspondencia.

2.-Rine Leal, Teatro Mambí, Editorial Letras Cubana, La Habana, 1978, p. 199 y 200

3.-ANC. Fondo: Comisión Militar, legajo 123, no. 1.

4.-ANC. Fondo: Comisión Militar, legajo. 125, no. 1.

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