Manuel García Verdecia, escritor, poeta, traductor, holguinero
El poeta, escritor y traductor holguinero, Manuel García Verdecia. Foto: Amauris Betancourt/Archivo

Verdecia: traducir implica un amplio aprendizaje lingüístico, estético y espiritual

Manuel García Verdecia se resume en una palabra “Café Literario”. Cada jueves a las 04:00 pm, un grupo de fieles a la cultura se reúnen en el vetusto edificio de la Uneac en la ciudad de Holguín para dejarse sorprender por la imaginación de este poeta profesor y promotor cultural. Verdecia como lo llama la mayoría comienza a narrar el evento cultural más significativo ocurrido ese día. Desde aquel momento se desatan todas las furias de lo agradable y sensible; poetas y novelistas, pintores e historiadores se apropian de un par de horas. Se habla de todo lo bueno y necesario. Lo grandioso es que el encuentro se repite desde hace 20 años y parece que continuará por siempre.

Pero esa persona amable que organiza y dirige el “Café Literario”, como han bautizado aquella entrega a los placeres del espíritu, tiene una historia secreta y que pocos conocen. No sabemos cómo ni por qué pero Verdecia se ha apropiado de una inmensa riqueza que cada día se encarga de incrementar de forma constante y quizás hasta despiadada. No conoce límites en sus intenciones. Verdecia ha intentado y ha logrado convertirse en señor de una parte significativa del entendimiento humano: la traducción. Gracias a él conocemos la existencia de no pocas obras publicadas, originalmente, en inglés. A este Verdecia, que como todos los traductores reposa en el olvido, de esa breve nota que, en ocasiones aparece, en algunos libros: traductor. Al traductor Manuel García Verdecia es al que me quiero acercar hoy con mis interrogantes para desnudar su universo como profesional de lenguas extranjeras.

¿Dónde y cuándo naciste, quiénes eran tus padres?

“Vine al mundo en un lugar que, si bien después se hizo famoso por una canción, no era el sitio más apropiado para el desarrollo de la poesía o el arte, aunque mi imaginación y curiosidad innatas hicieron lo necesario, sobre todo por la inmediatez de la naturaleza. Nací en al antiguo central Marcané, hoy Loynaz Hechavarría. Mis padres eran personas muy humildes. Manuel, mi padre, era dependiente de una bodega y Ada, mi madre, ama de casa. Eran personas muy justas y generosas”.

¿Qué estudiaste?

“Luego de hacer parte de la Escuela Primaria en Marcané, me fui a Cueto a terminar la Primaria y hacer la Secundaria. El Preuniversitario, no lo terminé, pero después me acogí a un Curso Emergente de Formación de Profesores en Holguín. Ya aquí hice estudios de inglés en el Instituto Superior Pedagógico, donde además hice numerosos cursos de postgrado en distintas materias para diversificar mi formación. Luego realicé una maestría en historia de la cultura e inicié un doctorado que tampoco terminé”.

¿Qué opinas de las traducciones que has visto y leído?

“Mira hay un viejo dicho: ‟Traduttore, traditore”, que creo es injusto. Por supuesto, hay unos traductores más hábiles que otros. En verdad es muy difícil hallar una traducción totalmente eficiente, pero no creo que haya una tan mala que no nos permita enterarnos de lo esencial del texto original. Pensemos qué por ciento de conocimientos quedarían fuera de nuestro acceso a no ser por los traductores. ¿Cuánto de lo que conocemos viene de textos en idiomas foráneos? ¿Qué por ciento de personas pueden leer en uno o dos idiomas extranjeros? Con esto te digo que he visto traducciones magníficas y otras bastante endebles, pero nunca del todo traidoras”.

¿Para ti qué es una traducción? Crees que cambia mucho el contenido y el sentido del libro…

“Siempre ante esta pregunta me acojo a Martí. Este decía que ‟Traducir es transpensar” y, si bien la traducción va mucho más allá del mero acto de pensar en otro idioma, es esencial tener este principio. No se trata simplemente de hacer una sustitución de una palabra en un idioma ajeno por su semejante en el idioma propio. Al traducir estamos reflejando todo un mundo conformado de lenguaje, estilo, modo de pensar, costumbres, maneras de asumir determinadas realidades y el propio hecho de la creación escrita. Por lo tanto para mí la traducción es la recreación de un mundo a los términos y modos de otra cultura de tal manera que permitamos comprender el mundo expresado originalmente con la mayor fidelidad”.

¿Cómo llegaste a la traducción?

“En primer lugar por el gusto que desarrollé hacia los idiomas y sus distintas pero semejantes maneras de expresar la realidad. Hablando más específicamente, creo que por solidaridad y por desafío. Al terminar mis estudios de inglés y de francés ya podía leer a autores que me interesaban directamente en sus lenguas, sin embargo, hallaba a mi alrededor lectores, muchos de ellos escritores, que querían conocer a determinados escritores y no los encontraban publicados en español. Entonces decidí hacer mis propias versiones para compartirlas con los amigos interesados.

“Básicamente se trataba de poemas sueltos de escritores de renombre que la gente quería conocer. Además de eso, me hallé con traducciones que no me satisfacían del todo, en ocasiones realizadas por escritores de renombre (lo cual te indica que son dos artes distintas, se puede ser un gran poeta y, sin embargo no ser un traductor eficaz), no llegaban a dar el mundo de significación que pensaba intentaba transmitir el autor. Así, por reto intelectual, me propuse atreverme a superarlos. Me pasó con Whitman, Dickinson, Emerson, Sandburg, Eliot, Pound, Ginsberg, así como con poetas de otras lenguas cuyas versiones en inglés hallé y no me gustaron, como Horderling, Rilke o Brodsky, de manera que emprendí las mías”.

¿Qué significó para ti comenzar a traducir?

“Ante todo fue un enorme reto intelectual. Al traducir, como ya he dicho, no se trata solo de dominar dos idiomas, el ajeno y el propio. Se trata de llegar a dar en tu idioma la atmosfera y el sentido de una cultura distinta. Entonces había que estudiar la otra cultura, saber más sobre los autores, sus vidas, sus estilos de escritura. Poco a poco fui aprendiendo más sobre los idiomas extranjeros que había estudiado pero, sobre todo, alcancé un conocimiento más vasto de mi idioma nativo.

“No puedes imaginar la cantidad de palabras y estructuras gramaticales que he llegado a aprender gracias a la traducción, porque cada persona tiene un universo limitado de ideas y palabras con las que actúa en el mundo, pero el traductor tiene que vérselas con el mundo particular que cada escritor traducido representa. De modo que el traductor llega a ser tantos escritores como autores traduce. Además, si ese traductor también ejerce la escritura creativa, o sea, si hace obra literaria propia, al meterse dentro de la maquinaria expresiva de cada autor que traduce, pues conoce y adquiere un mayor bagaje de posibilidades de concebir y estructurar un texto, de modo que desarrolla una más amplia pericia expresiva”.

¿Cuéntame de la primera traducción?

“Realmente la primera tarea de traducción profesional que asumí fue la de los poemas de Sylvia Plath. Era sumamente interesante infiltrarme en el mundo de una mujer, con todos los dilemas que su persona planteaba (un padre tutelar que la halaba hacia la ciencia, un esposo ya poeta famoso y admirado, un talento peculiar para escribir poesía pero limitado por las limitaciones que le imponían ser mujer, extranjera, esposa y madre.

“Tuve que leer mucho sobre su vida para descubrir las sutilezas de matices que sugiere en sus textos, así como indagar entre nativos instruidos (porque uno puede ser nativo de una lengua pero no tener mayor cultura en ella) para aclarar el enigma de ciertas frases y situaciones. Fue un largo, arduo y tenso proceso, pero me dio una gran satisfacción cuando tanta gente pudo leer a Sylvia en español y hallarla lo más fielmente posible a como había vivido y sentido”.

¿Qué diferencias notas entre tus traducciones?, ¿cuáles prefieres?

“La naturaleza de un texto varía de acuerdo a su contenido y propósito. Me he centrado, sobre todo, en obras literarias, básicamente poesía, porque es mi zona de creación e interés intelectual, pero eventualmente he asumido traducciones de otros tipos de textos.

“Las obras de carácter histórico, científico o político pertenecen al estilo que llamamos pragmático, o sea, la función del lenguaje no es primariamente crear belleza sino transmitir información eficazmente. Aquí lo importante es dominar al dedillo de qué tratas para decirlo del modo más preciso posible.  Sin embargo, el texto literario tiene un propósito estético, busca transmitirte diversos valores a través de su forma altamente connotativa.

“Esto es más difícil para el traductor pues él mismo tiene que, primero, descubrir esos valores y, luego, de la forma más imaginativa posible sugerirlos en la lengua a la que los convierte. Este es el reto que más me motiva a hacer tales traducciones, pues implica un amplio aprendizaje lingüístico, estético y espiritual”.

¿Crees que una buena traducción puede mejorar un texto original?

“Podría ser, pero hay que tener en cuenta de que el traductor no se propone superar al escritor, solo presentarlo del modo más eficaz posible. No debo proponerme objetivos más allá de los que se propuso el propio autor. Claro, ello no quiere decir que, por la habilidad y experiencia del traductor pueda este lograr, en ciertos momentos, zonas más luminosas que otras del texto original”.

¿Qué debe caracterizar a un buen traductor, además del dominio del idioma?

“Insisto en que tratamos de una forma de creación, no se trata de un acto mecánico, como el reflejo de un espejo que deja ver algo solo que en una imagen invertida. Por tanto un traductor debe tener gusto por la lengua, no solo conocimiento, que sepa paladear las palabras y estructuras en ambos idiomas. También debe tener sensibilidad para alcanzar los matices de sentido más ocultos y sutiles que comunica la obra original. De igual modo un amplio conocimiento de la cultura en que se crea la obra y que la misma refleja, pues el sentido de algo está muy en concordancia con el contexto en que se produce.

“Lógicamente que está obligado a dominar los recursos expresivos que se emplean en cada tipo de literatura y en los idiomas que maneja. Además añadiría una suerte de sexto sentido que lo oriente a realizar sus recreaciones con tino y buen gusto. Lo demás es mucho esfuerzo, cero complacencia y constante consulta con otros autores, tanto de la lengua original como de su propia lengua para que siempre las soluciones de escritura sean las más apropiadas”.

¿Cuál es la traducción que te ha resultado más difícil?

“Considero que toda traducción es un problema distinto en sí misma. No es igual traducir a un autor del siglo XVI inglés como Shakespeare, que a una escritora negra del Sur de los Estados Unidos de América del siglo XX, como Alice Walker u a otra escritora caribeña de este siglo como Edwidge Danticat. Creo que cada obra tiene dificultades intrínsecas.

“Por supuesto, aquellos autores más clásicos y atenidos a una norma lingüística educada general, resultan más accesibles para una versión que los escritores más experimentales o que se proponen obras irruptoras. Esto es así incluso para un lector común en su propia lengua. Digamos, no es el mismo ejercicio lectivo leer a Alejo Carpentier que a Onelio Jorge Cardoso, sin que esto quera decir que cada uno no sea notable en sus logros estéticos. Es lo mismo en la traducción”.

Has traducido poesía, ¿cómo logras atrapar el ritmo del sentido de la poesía?

“En primer lugar, para traducir poesía se necesita tener una vocación poética, al menos para su lectura. El hecho de que, además, uno intente escribirla, pues favorece porque uno lleva dentro las percepciones y maneras del poeta”.

Cuéntame de tus experiencias como traductor. ¿Has conocido personalmente a un autor que tradujiste?, ¿cómo fue el encuentro?

“Normalmente se trabaja con autores ya fallecidos, principalmente en un país pobre como el nuestro, porque eso facilita no tener que pagar derechos de autor. He tenido la suerte de trabajar con dos autoras vivas, la norteamericana Alice Walker y la canadiense Amanda Hale. Felizmente son personas sumamente amables y ambas, además de escritores, son activistas por el mejoramiento social del mundo. Esto me confiere una cercanía y un acceso que otros autores tal vez no me proporcionarían.

“A Alice la conocí durante la Feria del Libro de 2004. Me habían propuesto la traducción de su novela Meridiana, la cual había sido rechazada por varios traductores por las dificultades que representa verter al español el inglés agramatical que hablan los negros sureños. Precisamente por este reto la acepté. Tuve la suerte de que alguien me facilitara el correo electrónico de la autora y esto me viabilizó muchísimo el trabajo pues podía conocer de primera mano que pretendía expresar con cada frase idiomática o cada situación personal que presentaba. Creo que, por los comentarios que me han hecho, la traducción quedó bastante adecuada.

“A Amanda la conocí a través de un amigo que me la presentó por correo electrónico. Ella buscaba un traductor para un libro de cuentos sobre Cuba (es una intensa amante de los cubanos y visita el archipiélago con regularidad), pero no había hallado alguno convincente por las referencias que le hacían. Al parecer le dieron buenas referencias sobre mí y me solicitó hacer el trabajo. Yo acepté su propuesta y trabajamos en un constante dialogo vía correo electrónico, además de varias visitas a esta ciudad que ha hecho, para clarificar situaciones. Esto permitió que su obra apareciera y fuera muy bien acogida.

“A las dos autoras les he traducido otros libros, se han convertido en amigas muy cercanas y amables. En estos momentos soy el traductor oficial del blog de Alice Walker, además hice la traducción al español de su poesía publicada en inglés por la prestigiosa editorial Simon & Schuster y, como si fuera poco, mi versión de una novela suya, El templo de mi espíritu, me consiguió el Premio Nacional de Traducción José Rodríguez Feo, 2012″.

Me puedes enumerar las traducciones que haz realizado con las editoriales y el año de publicación

“La lista (incompleta) de mis traducciones es esta: Las musas inquietantes, selección, traducción, y prólogo. Editorial Holguín, 2002. Intimate strangers, antología de poesía cubano-canadiense, Editorial Hidden Brook Press, Toronto, 2004. No Love Lost III, diez poemas de amor cubanos, Hidden Brook Press, Toronto, 2004.

Meridiana, novela de Alice Walker, traducción. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2004. Hojas de hierba, de Walt Whitman, selección y traducción. Editorial Arte y Literatura, 2007. El Profeta, de Khalil Gibram, selección y traducción. Editorial Arte y Literatura, 2007. Alchemy of the Islands (an anthology of New Zealand and Cuban poetry), selección y traducción, Neoimist Press, New Zealand, 2008. A Generation Defining Itself: Volume 8, EE.UU., 2009.

El templo de mi espíritu, Alice Walker, Arte y Literatura, La Habana, 2010. La dama en el espejo, V. Woolf, Arte y Literatura, La Habana, 2011. Cuentos caribeños, Arte y Literatura, La Habana, 2012. Locas, locas mujeres (Selección de poesía de Anne Sexton), Ed. Holguín, 2013. El mar como un cielo, Selección de poesía de Saint John Perse, Ediciones La Luz, Holguín, 2014.

Ahora es el tiempo de abrir tu corazón, Alice Walker, Arte y Literatura, La Habana, 2015. Otro país. Antología de poesía hindú escrita en inglés tras la independencia, Ediciones Holguín, 2015. El secreto de la alegría, Alice Walker, Editorial Oriente, 2016. Sondeando la sangre, Amanda Hale, Editorial Holguín, 2016 Al faro, Virginia Woolf. Editorial Holguín, 2016. Taking the Arrow Out of the Heart (Sacándose la flecha del corazón), poemas de Alice Walker, edición bilingüe, Simon & Schuster, Nueva York, 2018. El violinista y otros cuentos, cuentos, Herman Melville, Ediciones Holguín, 2018. La comedora de pecados, cuentos, Amanda Hale, Ediciones Holguín, 2019.

¿Tienes en mente una secreta aspiración de traducir determinado libro o autor?

“¡Hay tantos maravillosos libros todavía sin presentarse en nuestra lengua! Quisiera saber más idiomas para indagar en las recientes literaturas húngara, japonesa, checa, alemana… Pero tengo un sueño particular, hacer una traducción de los sonetos de Shakespeare, para lo cual me gustaría trabajar con algún buen sonetista pues no se me dan fácilmente el metro y la rima y quisiera que fuera una traducción muy integral en cuanto a significado y manera de escritura. Si lo logro podré pensar en otros proyectos mientras me quede aliento”.

¿Crees que un idioma determinado da un tipo de pensamiento determinado o el pensamiento y la cultura son universales? Quiero que reflexiones sobre eso, sobre las fronteras y quizás hasta las trampas que conforman los idiomas.

“Cada idioma tiene ciertas posibilidades de expresar asuntos que otros no tienen, pero creo que eso no implica que según el idioma haya un tipo de forma de pensar. Ya se sabe que el idioma es la envoltura del pensamiento y esa envoltura se adapta a lo que envuelve. No envuelves igual un par de sandalias, que una botella de licor o una docena de limones, pero los envuelves de todas formas. Considero que cada idioma es autosuficiente y genera las formas para poder expresar la inmensa, inagotable y cambiante posibilidad de pensamientos que la existencia nos lleva a producir”.

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