Umberto Eco, escritor
Umberto Eco. Foto: Tomada de www.elespanol.com

El reino de Umberto Eco

Que un recorrido por el lugar de trabajo de un sabio se convierta en representación de la cultura y sus huellas más íntimas en todos los caminos, es una experiencia que mucho hay que agradecer. Si especificamos que se trata del mundo personal del profesor, escritor y filósofo italiano Umberto Eco (Alessandria, 5 de enero de 1932 – Milán, 19 de febrero de 2016), entonces todo está dicho: una vida fascinante, dedicada a abrir infinitos horizontes desde el sitio por excelencia que salvaguarda la memoria de la Humanidad.

Realizado por el cineasta italiano Davide Ferrario, el documental Umberto Eco. La biblioteca del mundo, se inicia con el autor de la célebre novela El nombre de la rosa desplazándose a través de varios pasillos, entre estanterías colmadas de libros y cuidadosamente organizadas, hasta llegar a un amplio aposento, entre mesas con ordenadores, butacas, esculturas… Allí se acomoda en un sillón y comienza a hablar: “La biblioteca es, efectivamente, símbolo y realidad de una memoria universal”.

De inmediato, la sugerente vivacidad y la dilatada inteligencia abren puertas a lo inusitado a la hora del saber: “Cuando Dante ve a Dios en el Paraíso, ¿cómo resuelve la difícil tarea de describir a Dios?… Dice: «Vi en un único volumen lo que en el mundo se desencuaderna» Lo ve como la biblioteca de todas las bibliotecas, siglos antes que Jorge Luis Borges”. Así, tal testimonio, tomado un año antes de la muerte del escritor —a solicitud de la Bienal de Arte de Venecia para un proyecto titulado Sobre la memoria— es arranque y ofrecimiento.

En apenas ochenta minutos de duración, y centrado principalmente en el papel de la biblioteca y el libro como nave proa de la civilización, el documental ofrece un retrato a fondo del omnívoro imperio intelectual de Umberto Eco, elevado desde las páginas de los treinta mil libros de siglos recientes hasta la fecha, y de los mil doscientos antiguos, que su curiosidad impetuosa y su sapiencia inagotable atesoraron en su residencia de Milán, para levantar diversas, inquietantes y seductoras edificaciones verbales.

El reconocimiento le llegó desde temprano —ya era doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Turín cuando publica en 1956 El problema estético en Santo Tomás de Aquino—, con sus libros de semiótica: ejemplos son Obra abierta (1962), con su concepto que no expresaba una desaparición de la estructura, sino que revelaba otras dentro de la obra; y Apocalípticos e integrados (1964), en torno a la ordenación, predominio y tratamiento de los medios de comunicación masivos, hasta complejas concepciones de semiótica.

Sin embargo, la nombradía mundial le llegó en 1980 con su primera y muy encomiada novela El nombre de la rosa, situada en los conflictivos escenarios centroeuropeos del siglo XIV: allí se despliega una suma de tramas —filosófica, histórica y policíaca— muy bien articuladas, a partir de la investigación que desarrollan fray Guillermo de Baskerville y su discípulo Adso de Melk, para desentrañar una sucesión de crímenes en una abadía de los Apeninos italianos, conocida por su extraordinaria biblioteca.

Es así como El nombre de la rosa abrió las puertas de su autor a otras lenguas, a partir de las numerosas traducciones; y, claro, el hecho del profundo linaje relacionado con el mundo de los libros que tienen sus protagonistas: desde Fray Guillermo y Adso —una suerte de Sherlock Holmes y su fiel doctor Watson en clave medieval—, hasta el guiño del autor al gran escritor argentino Jorge Luis Borges, ensamblado en el perfil del implacable bibliotecario ciego Jorge de Burgos, quien ejerce una autoridad ferozmente ortodoxa en el lugar.

Al respecto, resultan elocuentes en el documental las palabras de Umberto Eco sobre el quehacer del novelista, bien fijadas en un estilo que él ha sabido llevar adelante con ventajas, al advertir que “una novela no se escribe con el corazón, sino con sierra, pala y martillo”, en clara referencia al trabajo de carpintería y albañilería “verbales” que tal construcción supone. Y añade que “eso significa trabajar y construir estructuras fuertes”, siempre a favor de “lo fascinante de contar una historia, crear un mundo, decidir los espacios”.

Posteriormente, su creador regresó con El péndulo de Foucault (1988), en torno al mundo esotérico y los complots; La isla del día de antes (1994), sobre un náufrago del siglo XVII en el Océano Pacífico; Baudolino (2000), con el tema de las guerras de religión a finales del siglo XII; La misteriosa llama de la Reina Loana (2004), las aventuras de un vendedor de libros antiguos; El cementerio de Praga (2010), trama sobre documentos falsos y conspiraciones en el siglo XIX; y Número Cero (2015), sobre el mundo del periodismo y la política.

Junto a sus novelas, numerosos libros de ensayo aparecían sin cesar —los estantes de su biblioteca, tal como muestra el documental, poseen traducciones en muchas lenguas—, constancia de su avidez por los saberes más insospechados: De los espejos (1985), Los límites de la interpretación (1990), Seis paseos por los bosques narrativos (1994), La estrategia de la ilusión (1999), Historia de la belleza (2005), Historia de la fealdad (2007), Historia de las tierras y los lugares legendarios (2013), entre tantos.

Particularidad de tan emotiva y edificante experiencia como resulta este documental sobre Umberto Eco —muy digno de figurar en programas universitarios de Humanidades y de cualquier otra disciplina—, es su reflexión: “Como los libros están hechos de árboles y antiguamente de papiro, por memoria vegetal me refiero a la memoria de los libros, en tanto la memoria orgánica es la que está en nuestro cerebro, y la memoria mineral es la que se almacena en los dispositivos electrónicos”.

Con la gentileza de su viuda, sus hijos y sus nietos, así como de amigos y colaboradores que le acompañaron en tan amplia y fructuosa existencia, el documental de Davide Ferrario trae a un grande de la historia universal de la literatura en particular y de la cultura en general, una aventura de prodigios e incitaciones que enriquecen el conocimiento, y amplían la mirada hacia los tesoros de un humanismo pleno y plural, comprensión y gozo para quienes sepan adentrarse con ventaja de luces en el reino de Umberto Eco.

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Eugenio Marrón Casanova
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