En nuestro encuentro anterior comenté sobre los líderes negativos que tratan mal a sus subordinados, a los que se les suele llamar jefes tóxicos. Algunos de ellos no gritan ni insultan pero tienen ciertas características que complican y ponen en riesgo el trabajo de varias personas, por ejemplo: no saben guiar a los miembros de un equipo, no los motivan, no los cohesionan, más bien generan conflictos, frustraciones y malos entendidos. Se trata de un tipo de jefe que no sabe utilizar la persuasión pero sí toda la gama de amenazas disponibles, y es peculiar que muchas veces sus expresiones amenazantes son solapadas.
Pues bien, hoy vuelvo sobre el tema, y para ello profundicé e investigué un poco más en esta área de la esfera laboral. Hay una motivación importante, y es que muchos de mis pacientes presentan conflictos laborales lo que les provoca estrés, alteraciones psicológicas y enfermedades de diversa índole, en varios casos existe un denominador común: el jefe tóxico.
La existencia de jefes tóxicos está en estrecha relación con los inadecuados estilos de liderazgo que llevan las empresas y organizaciones
La práctica del liderazgo se mueve en un espectro: a un extremo están los líderes con influencia inspiradora, motivadora y ejemplar y en el otro extremo están los que tienen un comportamiento degradante, destructivo y reprensible. El buen liderazgo está relacionado con resultados positivos para la organización y el bienestar de los trabajadores, mientras que el liderazgo deficiente está relacionado con estrés elevado, poca satisfacción, poco compromiso con la organización y poca inclinación para permanecer en el trabajo.
Para algunos expertos como Jean Lipman-Blumen, el liderazgo tóxico es sencillamente liderazgo deficiente. Este se identifica por su efecto negativo en la organización, y la causa puede ser desde la incompetencia o falta de atención hasta malevolencia. En el 2004, este autor ofreció una definición en tres partes del liderazgo tóxico que fue citada por George Reed (Doctor en Ciencias, miembro del cuerpo docente en la Escuela de Liderazgo y Ciencias Educacionalesen la Universidad de Colorado, EEUU).
Estos son los tres componentes planteados por Lipman-Blumen:
1. Una aparente falta de preocupación por el bienestar de los subordinados.
2. Una personalidad o técnica interpersonal que afecta negativamente al ambiente de la organización.
3. La convicción de los subordinados que el líder está motivado principalmente por intereses propios.
En otras palabras, si un supervisor es percibido como despreocupado por el bienestar de los subordinados y tiene un estilo de liderazgo que deprime el ambiente de la organización, hay un problema de liderazgo tóxico. Por un lado, la percepción por los subordinados de que el jefe está “subiendo” a sus expensas empeora el impacto negativo. Si por otra parte, los subordinados perciben que el supervisor con deficiencias interpersonales está motivado por los intereses de la organización y no está intentando avanzar a sus expensas, la situación es menos problemática. Los subordinados tal vez perdonen un estilo de liderazgo brusco si piensan que los motivos son para un bien mayor.
Elementos descriptivos del liderazgo tóxico
· El liderazgo tóxico es una combinación de actitudes, motivaciones y comportamientos egocéntricos que tienen efectos adversos en los subordinados, la organización y el desempeño laboral.
· Este líder carece de preocupación por los demás y por el clima de la organización, lo que conduce a efectos negativos a corto y largo plazo.
· El líder tóxico se comporta con sentido exagerado de la autoestima y está motivado por intereses propios.
· Los líderes tóxicos utilizan comportamientos disfuncionales para engañar, intimidar, obligar o castigar injustamente a otros para sus propios fines.
· El líder negativo cumple con requisitos a corto plazo, los seguidores responden a la autoridad del líder para cumplir con sus solicitudes. Esto tal vez logre resultados a corto plazo, pero pasa por alto las aptitudes del líder para liderar y desarrollar sanamente.
· El liderazgo negativo para influir a los subordinados socava su voluntad, iniciativa y potencial, con ello se destruye el estado de ánimo de la unidad.
Es un hecho más que probado que los jefes difíciles de tratar causan un elevado nivel de estrés en las personas, envenenan el clima laboral y, como directa consecuencia, son responsables de la aparición de una serie de severos trastornos en el ánimo de aquellos individuos que son objeto directo de la “atención” de su jefe. Incluso más, su efecto negativo y corrosivo alcanza, por efecto colateral, a aquellos colaboradores que no son acosados directamente por este anti-líder.
Una de las conclusiones a las que llegó el psiquiatra francés Christophe Dejours en 2009, a través de los múltiples estudios que ha realizado en su país, es que los trabajadores caen en una suerte de sufrimiento y de sometimiento casi total ante aquellos jefes maltratadores, tornándose incapaces de defenderse, o bien, de unirse entre todos con el fin de establecer una defensa común. Una de las explicaciones de esta conducta de sometimiento, según Dejours, es el temor de perder el puesto de trabajo.
Consecuencias económicas y para la salud producto de una condición de mal ambiente y malos tratos en el trabajo
Los principales trastornos de salud detectados en los trabajadores, pueden ir desde distimia (o alteraciones del ánimo), pasando por graves trastornos de adaptación, vivencias de ansiedad y angustia, hasta llegar a depresiones y cuadros psiquiátricos en grado más severo, finalizando con intentos fallidos (y también exitosos) de suicidio. Por ejemplo, la muerte por estrés laboral y exceso de trabajo (o karoshi) fue reconocida oficialmente por el Ministerio de Sanidad japonés en el año 1987 como un serio peligro para la salud de los trabajadores nipones.
Ahora bien, resulta relevante consignar que al grave deterioro a nivel psicológico de las personas debe sumarse los enormes daños económicos que se provocan a las empresas, por una marcada baja en la productividad de los empleados, la pérdida de producción por trabajador, los innumerables accidentes que sufren los sujetos afectados, así como los altos costos de salud por concepto de atención médica, hospitalizaciones y el uso de medicamentos.
Un jefe tóxico es capaz de generar tanta ansiedad en sus colaboradores que les termina por producir severos problemas de salud: migrañas, hipertensión arterial, trastornos de tipo cardíaco, úlceras, colon irritable y otros trastornos.
El acoso laboral genera una espiral depresiva en los trabajadores, cuando no suicida, que los arrastra hacia una caída mortal, especialmente cuando las personas no saben o no pueden defenderse. Es una agresión constante e insidiosa de una persona hacia otra, con la que el agresor pone de manifiesto su voluntad de desembarazarse de alguien, sin mancharse las manos con sangre, pues estas personas saben enmascarar muy bien sus intenciones.
Una de las principales misiones que debe proponerse un verdadero líder es ayudar a sus colaboradores en la tarea de identificar estas conductas y ponerles un punto final, con el propósito de que las víctimas puedan recuperar su estabilidad emocional, de esta manera pueden ayudar a generar otros referentes organizacionales al interior de la empresa o centro de trabajo.
- Veronika, una joven que aparentemente lo tiene todo, decide morir - 3 de diciembre de 2024
- Diez pautas para la solución de conflictos en las relaciones interpersonales - 28 de noviembre de 2024
- Conflictos en las relaciones interpersonales: causas y consecuencias - 18 de noviembre de 2024