Vuelven a estar abiertas las escuelas en Holguín. Ha comenzado el curso escolar 2023-2024, un periodo lectivo que demandará extraordinarios esfuerzos y gran capacidad pedagógica para lograr la formación integral de los educandos que tanto necesita la sociedad cubana.
Nada fácil es educar en las actuales circunstancias. Las dificultades económicas repercuten en los aseguramientos de la base material de vida y estudio indispensables para el buen desarrollo de esta nueva etapa escolar; no obstante, lo primordial es contar con educadores capacitados y centros educacionales seguros e inclusivos que brinden especial atención a escolares en situación de vulnerabilidad.
De esas garantías, independientemente de las tantas limitaciones y carencias que afectan al pueblo en estos momentos, dependerá en buena medida el éxito del proceso enseñanza-aprendizaje en las más de mil 300 instituciones educativas holguineras.
La tarea del magisterio entraña una enorme responsabilidad y compromiso. Como bien dijo José Martí: “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos”.
Preparar al hombre para la vida va más allá de dotarlo de un conjunto de conocimientos, el rol social de la educación determina modos de pensar y actuar, una función vital para garantizar que los estudiantes de hoy sean hombres y mujeres en el futuro capaces de actuar con sabiduría, honestidad y conciencia crítica, y que con sentido de identidad generen valores humanos y conductas éticas en estrecha relación con las normas cívicas que rigen a la sociedad.
Los más de 37 mil trabajadores de la Educación en Holguín tienen el desafío de ser conductores de un proceso docente-educativo que contribuya a transformar, con motivación, modos de actuación por el bien común.
Por supuesto, para el logro de ese propósito necesariamente se requiere del acompañamiento de la familia con su papel rector en la organización y control de hábitos y horarios de estudio.
En tiempos de transformación de la sociedad cubana los maestros y profesores precisan educar e instruir con énfasis en la formación de valores, juicios éticos y mayor conciencia ciudadana.
En ese sentido el legado martiano cobra singular vigencia: “El verdadero objeto de la enseñanza es preparar al hombre para que pueda vivir por sí decorosamente, sin perder la gracia y generosidad del espíritu, y sin poner en peligro con su egoísmo y servidumbre la dignidad y la fuerza de la patria”.
La realidad de la Cuba de hoy demanda exigencias formativas superiores con métodos de aprendizaje más participativos e interactivos en correspondencia con los adelantos tecnológicos y sustentados en el respeto, la honestidad y la integridad. La educación debe ajustarse al tiempo histórico que se vive.
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