Alfredo Guerrero
Alfredo Guerrero Laffita sigue dedicándose a las labores agrícolas. Foto: Lilibet Quiñones Martínez

Confesiones de un Héroe del Trabajo (+ Fotos)

Su experiencia brota junto con los frutos que recoge de la tierra que trabaja. Los 40 años como presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) “26 de Julio”, en Carrera de Palmas, Banes, no son suficientes ante el espíritu trabajador y los deseos de hacer. Saluda el sol en la mañana ya en el campo. Se retiró de su etapa profesional, pero no de su pasión por la tierra. Así es la vida de Alfredo Guerrero Laffita, Héroe del Trabajo de la República de Cuba, quien tras su retiro disfruta los frutos de su labor en el campo más que nunca.

“Nací en la agricultura. Desde que tenía ocho años trabajaba con mi papá en el campo. En aquel momento más por un problema de necesidad que de gusto. Siempre me vinculé a la tierra. Trabajé 11 años en el Partido, pero el resto del tiempo en la agricultura, sobre todo trabajando con los campesinos. Después de los años en los que trabajé en la cooperativa como presidente y a mis 78 años de edad, llegó la jubilación.

“Siempre me ha gustado leer a Martí, conocer al Apóstol. Tengo un libro de frases de Martí. Entre las frases de Martí hay una que dice que ´si el hombre sirve, la tierra sirve´, y la que refiere que ´la única riqueza honrada que hay es el trabajo´.

“A mí siempre me ha gustado trabajar. Yo prefiero trabajar y que no me paguen, a que me paguen y no trabajar. Yo no resisto estar acostado, despierto, ni sentado en horas de trabajo, eso lo detesto. Cuando salí de la cooperativa decidí seguir demostrando que sí se puede. Que las cosas se pueden hacer y que podemos tener mucho más de lo que tenemos”.

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Alfredo Guerrero Laffita
Foto: Lilibet Quiñones Martínez

Entregado toda su vida al campo y al trabajo, el amor a la tierra lo llevó a seguir con sus proyectos de siembra, aún desde su casa, donde cuenta con una pequeña parcela en la que recoge sus frutos.

“En una ocasión Fidel Castro, nuestro Comandante en Jefe, me preguntó cómo la cooperativa había alcanzado buenos resultados. Recuerdo que le dije algo que me salió del alma. Le dije: ´Fidel, en la cooperativa se trabaja, se trabaja y se trabaja´. Cuando me llegó la jubilación, pensando en las frases de Martí, me dije que para que eso sea así, hay que ayudar a la tierra. Hay que prepararla para que dé lo que uno necesita que la tierra le aporte. Comencé con mi proyecto fabricando una lombricultura para producir abono orgánico. Hoy tengo abono orgánico. El que necesito y el que comparto con el que le haga falta. Es muy fácil de hacer y es un crimen no aprovechar esos recursos y convertirlos en fertilizante. Algo de lo que no tenemos mucho y que podemos fabricar nosotros. Más puro, económico, de fácil producción. Sin correr el riesgo de dañar la salud y a la tierra. Además, lo aprovechamos para la siembra como abono y se utiliza la lombriz para alimento de las gallinas.

“Así surgió mi proyecto en una pequeña porción de tierra que son tres o cuatro cordeles. Allí se produce parte de la comida de la casa. El 70 por ciento de lo que se consume, pudiera decir, más el que le damos a algún familiar, amigos. Yo aprovecho esa pequeña parte de tierra. Hasta las piedras, que aprovecho para que la calabaza y el pepino crezcan sobre ellas y también protegen estos cultivos.

“Ahí hay producción. Ahora tengo siembras de tomate, ají, cebolla, ajo, lechuga. Además de parte de las viandas que consumimos casi todo el año, en la casa y muchas que damos a los demás. Hay que ver lo que produce un pedacito de tierra. Claro, se atiende. Siempre ha estado limpio. Parte de lo que producimos se utiliza para alimento de los cerdos. Ahora, con la escasez de pienso, nos es muy útil”.

Alfredo Guerrero Laffita
Foto: Lilibet Quiñones Martínez

El valor de la tierra para Alfredo Guerrero no tiene cifras, tiempo ni límites. “Es incalculable lo que se puede tener con la tierra, es increíble. Lo que podemos y lo que vamos a lograr. Pero todo lo que uno haga es poco. Nunca será suficiente lo que se haga por producir, por hacer, porque las personas tengan. Yo hasta el último día en mi finquita. O en otro lado ayudando a alguien. Me gusta cooperar, participar en la solución de un problema de algún vecino, de un amigo. Eso es parte de mi vida. Sobre la tierra podemos hacer muchos comentarios, pero más que el comentario es la acción. Hacer. Y todo el trabajo hacerlo bien y con amor.

“Yo me retiré laboralmente de la cooperativa, pero no me he ido. Voy a cada rato a la CPA, cada vez que tengo un tiempo. Yo me levanto bien temprano, tres o tres y media de la mañana. Y hay ocasiones que voy a la cooperativa a las cuatro de la mañana. Cuando yo era presidente igual. Llegaba a la cooperativa bien temprano. Al llegar las cocineras ya tenían los fogones encendidos para hacer el café. Esa fue mi vida durante 40 años. Y anterior a eso con mi papá, desde pequeño en el campo.

“El trabajo es mi vida. Yo amo el trabajo. Para mí el mejor amigo del ser humano es el trabajo. Es mucho el tiempo que dedico al trabajo. Diez, doce horas, hasta que haya luz. A veces digo, no oscurezcas ahora para aprovechar bien el tiempo. No sé estar sin trabajar, yo no nací para eso. Tuve una situación de salud en las piernas, pero haciendo ejercicios y trabajando puedo decir que estoy un 80 por ciento recuperado. Eso también es gracias al trabajo”.

Alfredo Guerrero Laffita
Foto: Lilibet Quiñones Martínez

La labor que realiza Guerrero en su parcela es digna de reconocer. Siente la valía del trabajo en sus manos y protege los suelos que con riquezas recompensan a quienes con amor los trabajan. “Uno de los azadones con los que trabajo es un disco de coche con un pedazo de mocha. Ahí yo no utilizo ningún equipo sofisticado. Ni una yunta de bueyes. La mayor parte del trabajo es manual. Si saco una mata, siembro otra. Pienso, me proyecto. Cuando me acuesto yo sé lo que tengo que hacer mañana. Todo lo que tengo que hacer en el día lo programo. Hay veces que me pongo bravo conmigo mismo porque programé cinco e hice cuatro, pero sé que esa que me quedó es la primera que tengo que hacer mañana.

“En mi caso, esa porción de tierra que tengo tiene que estar sembrada siempre. Tenemos la suerte de tener un pozo que nos facilita el agua y donde haya agua es más efectivo. Pero nunca espero, la tierra siempre tiene que estar trabajada, arar, mover, sembrar. La tierra no puede estar vacía nunca. Cada cultivo tiene su tiempo.

“Cuando vimos la situación de los cultivos y la necesidad de usar los solares de las casas para producir alimentos dije que donde quiera cabe una mata de algo.  Existen muchos pedazos de tierra. Mucha tierra, y es un crimen ver una porción que puede producir alimentos produciendo marabú. Podemos lograr millones de cosas. Tengo esa certeza. Pero hace falta una cosa importante, amor. Sin amar la tierra no hay victoria”.

Alfredo Guerrero Laffita
Foto: Lilibet Quiñones Martínez

Para Alfredo, la tierra ocupa un gran por ciento de su vida. Trabajarla, más que una labor, es un privilegio. Hoy este hombre lleva en alto el significado del trabajo. Realza la importancia del esfuerzo y vive la dicha de recoger los frutos de su tiempo en el campo.

Es un Héroe. Sí. Un defensor incansable de la tierra y las maravillas que de sus campos brotan.

Por: Lilibet Quiñones Martínez (Radio Banes)

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