Cuando una pareja no son dos sino una

No hay ninguna duda de que estar enamorado es la mejor sensación que existe en la vida. Todos hemos vivido con una pareja, una o más veces, esta experiencia, e inevitablemente, cuando recordamos esos tiempos, suspiramos y los extrañamos.

Cuando estamos enamorados, todo se trasforma a nuestro alrededor, todo nos parece hermoso, y la vida se convierte en algo maravilloso. Nos cambian los colores de las mejillas, el corazón se acelera, nos sentimos y nos vemos maravillosos y somos capaces de enfrentar el mundo entero por ese amor.

Comenzamos una relación, esta continúa mucha veces y, más adelante nos emparejamos en serio, nos casamos, tenemos hijos. Vienen algunos problemas, que vamos resolviendo juntos. Y repentinamente, nos encontramos con que la poesía ya no existe. Todo se resume en pagar la cuentas de la economía hogareña, compartir algunas actividades más por costumbre que por verdaderas ganas, y comienzan los cuestionamientos.

Recordamos el tiempo en que estábamos enamorados, y no parece cierto que aquella persona sea la misma que hoy duerme con nosotros todos los días. ¿Qué pasó en el camino? ¿Cambiamos? ¿Nos cambió la vida? ¿Dónde quedó el amor que parecía capaz de mover el mundo?

Por mi parte confieso que no soy un Don Juan y menos un psicólogo del amor, pero lo cierto es que el secreto de llevarse bien en pareja es tolerarse mutuamente, y con el tiempo las diferencias se convierten en semejanzas, y al limarse esas diferencias la pareja ya no son dos, sino una.

En la pareja el esfuerzo debe ser colectivo, no del hombre sólo o de la mujer sola, sino de ambos. Vale aclarar que las relaciones no nacen porque si, sino que las creamos nosotros mismos, y son el resultado de un esfuerzo consciente.

Es por eso que mantener el amor requiere tomar conciencia de lo que necesita la otra persona para ser feliz, y sinceridad con nosotros mismos respecto a lo que sentimos y estamos dispuestos a entregar al otro.

A menudo, después de establecer una relación que nos gratifica, dedicamos nuestros esfuerzos a otras esferas de nuestras vidas, y la vamos abandonando, dándola como algo ya logrado. Nos olvidamos así de que la relación de pareja es un proceso, algo que esta permanentemente modificándose, y que, por lo tanto, es necesario continuar poniendo energía en ella, también de manera permanente.

Tomar conciencia de que el curso de la relación depende de nosotros, y de que podemos dar forma a nuestro propio destino nos hace sentir fuertes para enfrentar la vida con sus vicisitudes cotidianas, nos hace optimistas y esperanzados a vivir cada día de nuestra existencia enamorados de la persona que elegimos para compartir hasta el último día de nuestra vida.

Vale concluir con lo que expresó el genial músico británico John Lennon, cuando dijo: He experimentado de todo, y puedo asegurar que no hay nada mejor que estar en los brazos de la persona que amas.

José Miguel Ávila Pérez
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