Muchos quisiéramos tener su cultura y haber escrito, por lo menos, “El Reino de este Mundo”, pero lo cierto es que nacimos para disfrutar de las lecturas de sus novelas, y artículos periodísticos que no pierden vigencia por estar escritos con un gran derroche de su erudición. Nunca me olvido de los viajes que me regaló Alejo Carpentier a lugares reales y maravillosos a través de sus hermosos textos.
Como periodista siempre he considerado a José Martí, nuestro Héroe Nacional y a Carpentier como los dos grandes narradores de nuestra Literatura, hecho que la han convertido, al igual que la música, en artes universales.
Murió en París el 24 de abril de 2004, mientras laboraba como consejero cultural en la embajada de Cuba en Francia.
Calificado por los grandes críticos como el más renovador de la novela cubana contemporánea, el autor de “El Siglo de las Luces” recreó lo real maravilloso del Caribe.
El autor de Ecué-Yamba-O! fue el segundo en la numerosa lista de grandes creadores en recibir el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, lo cual significó un gran reconocimiento a una de nuestras voces más universales, cuando de Literatura cubana hablamos.
Cuentan que al recibir el Cervantes en la ciudad española de Alcalá de Henares, en su discurso, dio una lección intelectiva desde su excelente condición de ensayista.
Ajeno a las imágenes vacías, el discurso de Carpentier es un ensayo de sabiduría, que él emprende, rodeado de los fantasmas queridos de aquellos personajes del ámbito literario donde se consolidó, de los siglos XIX al XX, la novelística contemporánea.
Ante las eternas lamentaciones, entonces también presentes, sobre la crisis de la novela, respondía nuestro autor: «No hay ni habrá crisis de la novela, mientras la novela sea novela abierta, novela de muchos, novela de buenas y fuertes variaciones -valga el término musical- sobre los grandes temas de la época, como lo fue en su tiempo la ejemplar novela, a la vez local y universal, de Miguel de Cervantes Saavedra”.
Luego encontró su tono y nos entregó los relatos de la Guerra del Tiempo, sus grandes novelas y noveletas con la mirada que aflora a partir de 1943, cuando viaja a Haití y vive el despertar de lo real maravilloso americano.
Alejo descubrió a América desde el pragmatismo y la experiencia, para sumar al caudal de sus muchas lecturas, realizadas sobre temas americanos, en París, en medio de la eclosión del surrealismo.
Inteligencia y sensibilidad le hicieron comprender que nada tenía que aportar al movimiento surrealista, como no podía ser esa la mirada que develara América.
Con la novela “El Reino de este Mundo” se narran las situaciones de Mackandal y la cosmogonía que nutre las esencias del proceso de la Revolución haitiana, en la primera acción política que llevó, a un pueblo de América a la independencia, la atmósfera del reino de Henri Christophe, la mitología del propio Toussaint Louverture, permitieron su revelación «fáustica».
La narrativa carpenteriana se apoyaba en el descubrimiento de la maravilla que hay en la realidad porque, como él dijera, en cierta ocasión: «América está muy lejos de haber agotado su caudal de mitologías”.
Desde la historia viva, con otra mirada sobre el tiempo y también otra concepción de lo que es la cultura, emergió la novelística de Carpentier, quien expresó: «¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?»
Fue un 24 de abril, el mes más cruel, según el poeta T.S. Eliots, cuando nuestro gran escritor del siglo XX, Alejo Carpentier, partió a la eternidad.
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