Atención psiquiátrica

¿Cuándo es necesario recibir atención psiquiátrica?

Se busca ayuda psiquiátrica por muchos motivos. Los problemas pueden ser repentinos, como ataques de pánico, alucinaciones aterradoras, pensamientos suicidas o el escuchar «voces». También podrían ser problemas a largo plazo, como sentimientos de tristeza, desesperanza o ansiedad que no desaparecen, o problemas de funcionamiento (como dificultad para dormir) que hacen que la vida cotidiana parezca distorsionada o fuera de control.

¿Qué es un psiquiatra?

Un psiquiatra es un médico especialista en problemas de salud mental, un especialista en psiquiatría, especialidad médica que trata y diagnostica las enfermedades mentales de un individuo. Su característica más destacable, y que permite diferenciarlo de un psicólogo, es que está capacitado para recetar tratamientos para la restauración de la salud mental como medicación y otras terapias biológicas y psicológicas. Además, los psiquiatras también pueden hacer una revisión de la salud en general, lo cual incluye los efectos que la medicación puede estar teniendo en la salud física. Algunos también están formados en psicoterapia por lo que pueden brindar este servicio adicional a sus pacientes.

Los prejuicios y creencias erróneas de una parte de la población no deben ser obstáculos para que alguien busque ayuda temprana a los servicios de Salud Mental, por eso hoy en día uno de los retos de los especialistas que trabajan en este campo es acabar con viejos mitos y romper con los estigmas que aún existen hacia las personas con trastornos mentales. Muchos se sorprenden, y hasta se ofenden, cuando algún familiar, amigo o compañero cercano les sugiere que busquen ayuda psiquiátrica. Y es que a menudo los afectados no se percatan que su manera de ser y de proyectarse ante la vida ha sufrido cambios que van en detrimento de su ajuste al entorno en que viven y se desarrollan.

Los conocimientos, actitudes y prácticas de la población sobre esta problemática de salud distan mucho de lo que deben ser para que todos podamos, en conjunto, ayudar a estas personas desprejuiciadamente. Los prejuicios son una de las causas por lo que individuos que tienen conflictos y síntomas no solicitan atención.

Si los síntomas o trastornos emocionales que presenta una persona llegan al nivel que afectan significativamente su bienestar e interfieren en su vida diaria, es una señal acerca de la necesidad de recibir ayuda. Para un tratamiento apropiado, que resulte efectivo y evite complicaciones, es muy importante consultar en forma temprana, cuando los síntomas apenas comienzan.

Es por ello que resulta importante conocer quiénes son los sujetos que requieren este tipo de atención. Cuánto más rápido se atiendan la posibilidad de una intervención eficaz es más realista, y por tanto será mejor su evolución y su pronóstico. Además, existirán menos posibilidades de que se cronifiquen determinados trastornos y aparezcan discapacidades y limitaciones.

¿Quiénes necesitan este tipo de atención?

Ayuda psiquiátrica

En lo fundamental necesitan atención psiquiátrica las personas que empiezan a detectar dificultades para realizar su trabajo, su estudio o cualquiera que sea su actividad principal; aquellas cuyos síntomas afectan sus relaciones interpersonales, ya sea con familiares, amigos y otros individuos con quienes se relacionan en su entorno más inmediato.

Igualmente casos extremos, de disfunción severa, como los trastornos cognoscitivos (delirium, demencia), de la propia identidad o fallas en la apreciación de la realidad o en la regulación de las emociones, personas con trastornos neuróticos, entidades como la esquizofrenia o el trastorno bipolar y otros trastornos psicóticos.

También las siguientes personas:

  • Aquellas cuyos síntomas de depresión o ansiedad, justificados o no, interfieren con su funcionamiento normal.
  • Las que por sus características de personalidad atentan contra el buen desarrollo de sus relaciones interpersonales.
  • Quienes tienen fallas en la regulación del estado de ánimo, de manera que se presentan crónicamente tristes o que saltan abrupta y en forma alterna, de estados de tristeza a los de euforia, y viceversa.
  • Aquellas cuyos sentimientos normales frente a la pérdida de la salud o la muerte de un ser querido toman más tiempo en resolver el duelo que esto ocasiona.
  • Quienes han sufrido psicotraumas significativos por haber sido víctimas de algún tipo de abuso, violencia o amenaza seria contra la propia integridad (física o psicológica).
  • Quienes han incurrido en el uso y abuso de sustancias psicoactivas (tabaco, alcohol y otras drogas) sin importar las secuelas negativas que dichas sustancias tienen sobre su salud.
  • Quienes tienen problemas con su alimentación, ya sea porque comen en exceso o deficientemente, al punto de constituir con ello una seria amenaza para su salud física.
  • Las que enfrentan crisis emocionales frente a fases o transiciones vitales difíciles (muerte de un ser querido, separaciones, dificultades con la pareja, crisis de identidad, conflictos familiares de envergadura, incertidumbre y dificultad frente al manejo de los hijos, inseguridad vocacional, problemas laborales, etc.).
  • Las que hayan realizado intentos de suicidio.
  • Las que luego de sufrir tumores cerebrales, enfermedades cerebro-vasculares, traumas cráneo-encefálicos, procesos degenerativos como las demencias, síndromes convulsivos, infecciones del sistema nervioso, empiezan a tener dificultades para atender, comprender, expresarse, memorizar, o solucionar tareas que requieran planeación, control y verificación de las respuestas.
  • Los niños con problemas de aprendizaje y/o alteración de la conducta. También los que presentan miedo extremo, inadaptación escolar, fobias infantiles y algunos con síntomas únicos que pueden implicar trastornos (enuresis, onicofagia, etc.).
  • Adolescentes con dificultades en el rendimiento académico, altibajos emocionales o alteración de conducta.

Al comienzo expuse la idea de que los profesionales de la salud mental tienen el reto de desterrar viejos mitos y acabar con los estigmas hacia los trastornos mentales. Pero el reto es de la sociedad toda. No es de ciudadanos con buen nivel de educación e instrucción burlarse o desvalorizar a quienes en algún momento de su vida presentan estos problemas. Más que eso: no es de personas con verdaderos valores humanos, no es propio de individuos que se precien de ser solidarios.

Ayudar y apoyar a quien está en un momento difícil para recuperarle de su enfermedad y devolverle nuevamente a su familia, a la sociedad, a la vida, es algo que quien lo recibe nunca lo olvida.

Las estadísticas son claras, la tendencia a la incidencia de estos trastornos va en aumento y nadie está exento de sufrirlos, o sea que hoy puede ser un miembro de la familia, un compañero de trabajo o un vecino quien presente una afección de esta naturaleza, pero mañana… puedes ser tú.

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