Tradicionalmente se ha relacionado la inteligencia con las aptitudes y capacidades intelectuales, sin embargo, desde hace ya algunos años, se le está dando significativa importancia a la inteligencia emocional. Aunque existían algunos antecedentes sobre el tema, sin lugar a duda un libro que impactó en el momento preciso, y que contribuyó a la aceptación definitiva del término fue el de Daniel Goleman: Inteligencia Emocional. Con anterioridad ya se empleaban términos para describir cualidades emocionales que tienen importancia para alcanzar el éxito, tales como: empatía, expresión y comprensión de sentimientos, control de nuestros impulsos, independencia, simpatía, capacidad para resolver conflictos, capacidad de adaptarse a situaciones nuevas, persistencia, cordialidad, amabilidad y respeto, entre otros.
Daniel Goleman es un psicólogo estadounidense que adquirió fama mundial a partir de la publicación de su libro Emotional Intelligence (en español Inteligencia emocional). Posteriormente también escribió Inteligencia Social. Trabajó como redactor de la sección de ciencias de la conducta y del cerebro del periódico The New York Times. Ha sido editor de la revista Psychology Today y profesor de psicología de la Universidad de Harvard, en la que obtuvo su doctorado. Fue cofundador de la Sociedad para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional en el Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale, cuya misión es ayudar a las escuelas a introducir cursos de educación emocional.
Editado por primera vez en 1995, Inteligencia Emocional se mantuvo durante un año y medio en la lista de los libros más vendidos del The New York Times. En 2009 se publicó en idioma español.
Dice el autor: “A diario, los periódicos nos acosan con noticias que hablan del aumento de la inseguridad y de la degradación de la vida ciudadana. Fruto de una irrupción descontrolada de los impulsos. Pero este tipo de noticias simplemente nos devuelve la imagen ampliada de la creciente pérdida de control sobre las emociones que tiene lugar en nuestras vidas y en las vidas de quienes nos rodean. Nadie permanece a salvo de esta marea errática de arrebatos y arrepentimientos que, de una manera u otra, acaba salpicando toda nuestra vida”.
En el primer capítulo, titulado El desafío de Aristóteles, el especialista explica sobre el por qué de esta obra: “Este libro constituye una guía para dar sentido a lo aparentemente absurdo. En mi trabajo como psicólogo y en la última década como periodista del New York Times, he tenido la oportunidad de asistir a la evolución de nuestra comprensión científica del dominio de lo irracional. Desde esta privilegiada posición he podido constatar la existencia de dos tendencias contrapuestas, una que refleja la creciente calamidad de nuestra vida emocional y la otra que parece brindarnos algunas soluciones sumamente esperanzadoras”.
Goleman no era capaz de imaginar que su libro, además de constituir un best-seller, iba a llamar poderosamente la atención de médicos, psicólogos, pedagogos, científicos, sociólogos, empresarios, grandes hombres de negocio y hasta políticos… En fin, la sociedad completa.
Los sentimientos son pilares del saber intuitivo, nos suministran, a cada instante, datos potencialmente aprovechables. Pero es necesario saber reconocerlos y apreciarlos. La inteligencia emocional, es la capacidad para sentir, entender y aplicar eficientemente el poder de aquel cúmulo de emociones del cual emana parte de la fuerza, de las informaciones, de la confianza, la creatividad e influencias que animan al hombre.
Goleman se pregunta y se responde: “¿Qué factores entran en juego, por ejemplo, cuando personas con un elevado Coeficiente de Inteligencia (CI) no saben qué hacer, mientras que otras, con un modesto, o incluso con un bajo CI, lo hacen sorprendentemente bien? Mi tesis es que esta diferencia radica, con mucha frecuencia, en el conjunto de habilidades que hemos dado en llamar inteligencia emocional, habilidades entre las que destacan el autocontrol, el entusiasmo, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Y todas estas capacidades, como podremos comprobar, pueden enseñarse a los niños, brindándoles así la oportunidad de sacar el mejor rendimiento posible al potencial intelectual que les haya correspondido en la lotería genética”.
Este texto constituye una guía para conocer nuevas visiones científicas sobre la emoción, un viaje que nos proporciona una mejor comprensión de una de las facetas de nuestra vida y del mundo que nos rodea. Nos insta a tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar amablemente nuestras relaciones o desarrollar lo que Aristóteles denominara la infrecuente capacidad de “enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto”.
Este modelo ampliado de lo que significa “ser inteligente” otorga a las emociones un papel central en el conjunto de aptitudes necesarias para vivir: cómo cuidar nuestras relaciones más preciadas; cómo las emociones tóxicas pueden llegar a ser tan peligrosas para nuestra salud física como fumar varios paquetes de tabaco al día y cómo, por último, el equilibrio emocional contribuye a proteger nuestra salud y nuestro bienestar.
La herencia genética nos ha dotado de un bagaje emocional que determina nuestro temperamento, pero los circuitos cerebrales implicados en la actividad emocional son tan extraordinariamente maleables que no podemos afirmar que el carácter determine nuestro destino.
Lea también: Desarrollar habilidades sociales abre puertas en la vida
El libro transita por sendas que han de recorrer aquellas personas que, en su camino hacia la madurez, no logran controlar su mundo emocional. Las deficiencias de su inteligencia emocional aumentan el abanico de posibles riesgos, que van desde la depresión hasta una vida llena de violencia, pasando por los trastornos alimentarios y el abuso de las drogas.
Si existe una solución ésta debe basarse, necesariamente, en la forma en que preparamos a nuestros jóvenes para la vida. Como bien dice Goleman: “una posible solución consistiría en forjar una nueva visión acerca del papel que deben desempeñar las escuelas en la educación integral del estudiante, reconciliando en las aulas a la mente y al corazón”.
Así cierra Daniel Goleman, su capítulo introductorio: “En su Ética a Nicómaco, Aristóteles realiza una indagación filosófica sobre la virtud, el carácter y la felicidad, desafiándonos a gobernar inteligentemente nuestra vida emocional. Nuestras pasiones pueden abocar al fracaso con suma facilidad y. de hecho, así ocurre en multitud de ocasiones; pero cuando se hallan bien adiestradas, nos proporcionan sabiduría y sirven de guía a nuestros pensamientos, valores y supervivencia… Pero, como dijo Aristóteles, el problema no radica en las emociones en sí sino en su conveniencia y en la oportunidad de su expresión. La cuestión esencial es: ¿de qué modo podremos aportar más inteligencia a nuestras emociones, más civismo a nuestras calles y más afecto a nuestra vida social?”
- Veronika, una joven que aparentemente lo tiene todo, decide morir - 3 de diciembre de 2024
- Diez pautas para la solución de conflictos en las relaciones interpersonales - 28 de noviembre de 2024
- Conflictos en las relaciones interpersonales: causas y consecuencias - 18 de noviembre de 2024