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María Julia Guerra Ávila, junto al también destacado periodista y escritor Rubén Rodríguez González. Foto: archivo

María Julia Guerra Ávila, pasión y entrega al Periodismo

Hija de Barajagua, municipio de Cueto en Holguín, Cuba, María Julia Guerra Ávila es acuciosa investigadora, periodista insigne, atrevida y valiente, más que eso humilde y útil.

Su vida laboral inició siendo panadera, vendía pan para ayudar a la familia con 16 años en 1958 en la panadería de Andrés Calvo. Sus deseos de superarse la llevaron a estudiar Contabilidad y Mecanografía. El trabajo estuvo siempre presente y labora en la fábrica de insecticida de Manuel Vendrell etiquetando frascos. En la tienda el encanto fue oficinista  que alternaba con el estudio nocturno de Contabilidad en la década del 60 en el pasado siglo.

Esta mujer participó en las nacionalizaciones de empresas privadas en el actual municipio de Antilla, estuvo en el grupo del Partido Unido de la Revolución Socialista, Purs, bajo la égida de Renán Ricardo entre 1964-1965.

El 7 de noviembre de 1965 María Julia estuvo muy cerca de Fidel por primera vez en la inauguración del Hospital Lenin en Holguín, allí se encontraba atendiendo a las madres de los combatientes fallecidos de la Revolución Cubana.

Decide por aquel entonces seguir estudiando en la Universidad de Oriente, a finales de los 60 comienza un curso de Historia, de ahí le viene la pasión por investigar, luego cuando se funda la Escuela de Periodismo matricula y se gradúa en el oficio que Martí llamó el del pan ganar. En 1970 viaja a Checoslovaquia y Alemania, como parte de la Organización Internacional de Periodistas.

Esta acuciosa y pertinente periodista funda el periódico “El Minero” en Moa en 1974, luego pasa a trabajar a la Unión de Periodistas de Cuba, Upec, en la capital del país, entre 1976- 1987. En 1978 se convierte en combatiente internacionalista y en tierras angolanas es corresponsal de guerra, dirige y escribe un programa variado en español en la emisora nacional de Luanda durante un año, hizo la locución varias veces.

Yuya como cariñosamente la llaman personas muy cercanas tuvo el honor de trabajar en la República Democrática de Corea como correctora de estilo en la Editorial de Lenguas Extranjeras para el idioma español en la capital Pyongyang, muy cerca del presidente Kim ill Sung, durante diez años en tres ocasiones indistintamente, período en el que dejó listo el primer tomo de las memorias del líder coreano.

A su regreso de Corea trabaja durante dos años en el periódico “El Habanero”, en 1992, regresa a Holguín y el periódico “¡Ahora!” la recibe con el mayor de los placeres, más de veinte años escribió temáticas históricas y otras que enriquecieron las páginas del semanario provincial.

Es autora de varios libros: Martí y los holguineros, Tres gibareños en el Moncada, Los Amores de Martí, y El 26 de julio en Holguín, participa en la recopilación del texto: Fidel y la espada reluciente, junto a su colega Rubén Rodríguez, entre otros que esperan para publicarse.

Tiene en su haber algunas historias de mujeres holguineras, manifiesta que se debería investigar sobre ellas y revela algunos nombres como el de Marilola X, Teresita Urbino, Paula Milord, Mercedes Cirben primera farmacéutica holguinera, Ana Josefa Serrano, pionera que le da la libertad a sus esclavos en 1864, cuatro años antes que Céspedes.

María Julia Guerra ha recibido muchos premios y condecoraciones entre los más significativos están: “La Utilidad de la Virtud” que entrega la Sociedad Cultural José Martí, la de “Corresponsal de Guerra”, “El Premio Patria y el de la Dignidad”, sin embargo en lo personal me queda preguntarle a la UPEC. ¿Por qué no le han otorgado a esta excepcional mujer El Premio Nacional de Periodismo?, al hacerle la pregunta a ella, me contesta que no ha trabajado para premios, sino para satisfacer la avidez de conocimientos de sus lectores y la satisfacción de los mismos, termina diciéndome: “Tú sabes cuál ha sido el mayor de los reconocimientos que he recibido. Un papelito que dejó alguien que no se identificó en la recepción del periódico que dice. Ya están restaurando la casa del Teniente Gobernador. Gracias a usted”.

Honor y gloria a esta fémina que se ha entregado a su profesión sin llamar al universo para darlo a conocer y es que, como martiana, el deber lo cumple sencilla y naturalmente.

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