Gibara siempre ha sido una villa hermosa, como son las mayorías de las ciudades que tienen mar como Baracoa, La Habana, Santiago de Cuba y Puerto Padre, donde el aire del salitre te expulsa el estrés del cuerpo cansado de tanto hormigón citadino.
Recuerdo cuando el cineasta Humberto Solás vino con su equipo cinematográfico a filmar “Miel para Oshun” como el encanto de la también llamada Villa Blanca de los Cangrejos lo contagió y pensó en crear una fiesta del celuloide que luego nombraría Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara.
Fue un sueño materializado y tuvo el apoyo del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), del Gobierno del municipio de Gibara y de la instituciones política y del Gobierno en la provincia de Holguín.
Lo de Pobre, era solo de nombre, porque estaba destinado a premiar realmente a los cineastas que contaban con pocos recursos económicos para la filmación y todos los gastos que presupone el Séptimo Arte, cuya industria derrocha millones de dólares desde el Hollywood estadounidense hasta el Bollywood de la India.
Recuerdo también aquella cena con Humberto Solás, y los actores Isabel Santos y Jorge Perugorría en el famoso restaurante El Polinesio, de la ciudad de Holguín. Aproveché la oportunidad para entrevistarlos. Accedieron a salir de la cena para conversar con ellos, junto con la periodista de TeleCristal Caridad Franco.
Ni Santos ni Perugorría se consideraban estrellas de cine, cuando en realidad si lo son por su gran profesionalidad y múltiples premios en Cuba y en grandes Festivales de Cine de EE.UU., Argentina, España, Italia y Rusia, por citar algunos países.
Lejos del glamour de los premios Oscar o del Festival de Cine de Cannes, en el de Gibara impera lo profesional, pero con gran glamour, aunque en Gibara no se explote la belleza física de los actores y actrices ni la alta costura de vestidos y trajes de las grandes marcas de la moda internacional.
El glamour de Gibara está en la belleza del arte, pero del arte auténtico sin banalidades. El glamour de la Villa Blanca no está en el despliegue comercial de las grandes marcas patrocinadoras como en Nueva York, Miami, Roma, Berlín, Tokío o Madrid, ciudades sedes de grandes festivales de cine, que también han hecho historia.
No les quito el mérito que le corresponde, porque allí los cineastas cubanos también han obtenido premios o han competido, porque el séptimo arte cubano también es universal por las temáticas que ha abordado, a lo largo de su historia, desde que triunfó la Revolución cubana.
Desde aquella cena con Solás, Santos y Perugorría han transcurrido 18 ediciones de esta fiesta, que omitió el nombre de Pobre para ser el Festival Internacional de Cine de Gibara, llegando a este agosto a su edición decimoctava .
Lamentablemente Solás murió pero no su Festival, que se realizará desde el seis hasta el 10 de agosto de 2024, y estará especialmente enfocado en el objetivo de estimular la creación audiovisual a nivel mundial, desde la provincia de Holguín.
Es por eso que este año sesionará por primera vez un encuentro que ha sido denominado Factoría del Cine Pobre, que busca impulsar el desarrollo de proyectos cinematográficos de bajo presupuesto que hayan sido gestados en las provincias orientales y Camagüey.
Inspirados en esta motivación, también el cartel y la campaña gráfica que acompañarán esta edición 18 se suman como anticipo de la Factoría, que a su vez responde a la voluntad fundacional del Festival de Gibara, inspirada en el Manifiesto del Cine Pobre, de juntar en un evento lo comunitario con lo cinematográfico, el consumo de cine con su producción y la necesidad de estimular un desarrollo económico local, que lejos de desarraigar o desdibujar lo propio, lo proteja, lo fortalezca y lo lance hacia un futuro de prosperidad y sostenibilidad.
En el cartel y la campaña gráfica de este año destacan el uso del azul y el blanco, tonalidades que aluden a lo marítimo, así como la presencia de pájaros como los que vuelan y pescan en la bahía de Gibara, junto a otros elementos como la letra cursiva y apurada con que se garabatean anotaciones en las claquetas.
Todo se une en Gibara en función de esta fiesta internacional del celuloide. Desde las grandes proyecciones de lo mejor del cine cubano y mundial en el cine Jiba hasta los conciertos del argentino Fito Páez y los trovadores cubanos Silvio Rodríguez y Carlos Varela.
Los grandes cineastas y actores de renombre internacional se mezclan con el pueblo sin necesidad de guardaespaldas. Por las calles de Gibara han caminado desde el puertorriqueño Benicio del Toro hasta el español Imanol Arias. Desde Perugorría hasta Victoria Abril. Desde Eslinda Nuñez hasta Isabel Santos, entre otros grandes profesionales.
Cineastas, actores, actrices, fotógrafos, camarógrafos, técnicos de sonido, periodistas, cantantes, estudiantes de cine, todos ellos compartiendo junto al pueblo, y bajo el Sol ardiente, el aire puro con olor de las aguas del Atlántico, observando las montañas de un verde intenso y hermoso de esta región de Holguín, donde se realiza un festival con glamour profesional.
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