Estigma, Trastornos mentales, Salud Mental, Cine

Los mitos y estigmas sobre los trastornos mentales en el cine

En un ensayo clásico de 1963 sobre el estigma Edwin Goffman definió este término como la presencia de un atributo personal negativo, y en extremo denigrante, que hace a una persona diferente de las demás, de una clase indeseable o de inferior categoría. Goffman llamó estigma negativo a cualquier condición, atributo, rasgo o comportamiento del portador como algo culturalmente inaceptable e inferior, que conlleva sentimientos de vergüenza, culpa y humillación. Desde un enfoque social dinámico, el estigma debe ser visto desde esta doble perspectiva: por un lado, como una marca o atributo individual que vincula a la persona con ciertas características indeseables o estereotipos negativos, y por otro, como un producto socialmente construido por un doble proceso interpersonal, de censura, y a la vez de rechazo por el grupo o la sociedad.

Estigma y enfermedad mental

La estigmatización y la exclusión abarcan un espectro amplio de problemas en el ámbito de la Psiquiatría, desde la epilepsia hasta las psicosis, incluidas condiciones como el alcoholismo y otras adicciones, el suicidio y la autoagresión. El estigma psiquiátrico es tal vez el factor más significativo que influye negativamente en el proceso de búsqueda de ayuda y que interfiere con el acceso a tratamientos y adherencia a las prescripciones médicas, de esta manera obstaculiza la vuelta a una vida normal y a una efectiva reintegración social.

Estudios recientes muestran en forma consistente que a pesar de existir una mayor conciencia en el público general sobre los trastornos mentales persisten las percepciones equivocadas o sesgadas, los estereotipos siguen vigentes y hasta parecen haber aumentado en ciertos sectores. La evidencia apunta hacia los medios de comunicación masiva, especialmente la prensa escrita, el cine y la televisión, como los responsables de las actitudes de rechazo y discriminación.

Los trastornos mentales en el cine

El cine nos permite descubrir diferentes mundos y realidades a partir de las historias que sobre diversos temas nos cuenta, que luego la sociedad debate por su alcance e impacto. A través del tiempo el cine ha indagado sobre las más diversas situaciones y condiciones inherentes al ser humano, por lo que no es de extrañar que muchas películas hayan centrado su interés en las enfermedades mentales. Las realidades que construyen no siempre son una exhibición de lo sublime sino también de lo anómalo y temible, por lo que la psicopatología ha sido una de sus fuentes argumentales. ¿Han aportado a la mejor comprensión de estos problemas? ¿Cómo han influido en el público?

“El cine tiene mucho que ver con la generación de estigma, porque los trastornos mentales se han relacionado con agresividad, violencia y asesinatos”, explica María Herrera Giménez, especialista en Psiquiatría (Murcia, España), cuya tesis doctoral giró en torno al cine y la salud mental. Para la doctora Herrera “el cine crea un imaginario colectivo, especialmente en aquellas personas que no conocen un determinado tema. Estos valores y conocimientos que transmiten los largometrajes pueden ser erróneos”.

Estigma, Trastornos mentales, Salud Mental, Cine
Una mente maravillosa (2001, Ron Howard). Russell Crowe interpreta a John Nash, famoso matemático con esquizofrenia (Premio Nobel de Economía). El filme critica el estigma que rodea a este trastorno mental.

Si bien algunas realizaciones cinematográficas que se acercan a la Psiquiatría son verdaderas joyas del Séptimo Arte no siempre los resultados han sido loables, muchas han contaminado las creencias del público al mostrar una realidad distorsionada o estereotipada, lo que contribuye a la estigmatización y discriminación de la enfermedad mental.

La psicóloga Beatriz Vera, en “Imágenes de la locura” (Calamar Ediciones, 2006), plantea que los trastornos mentales atraen al cine por sus manifestaciones extremas, notorias y sobresalientes, y por su reflejo de conductas que sorprenden y extrañan. Este tipo de cine permite acceder a un mundo que no sería posible conocer sin ser profesional en la materia, por lo que se convierte para muchas personas en el único referente y, por lo general, todo lo que transmite es aceptado sin la menor duda.

Me parece válido apuntar que no siempre el espectador puede llegar a un entendimiento real de las condiciones médicas psiquiátricas. En este sentido pueden encontrarse dos tendencias de representación extrema:

1.    Edulcorar y suavizar algunos trastornos, llegándolos a presentar como una cualidad que convierte a quien los padece en un ser mejor y superior que el resto. En este polo encontramos títulos como “Rain man” (1988), “Forrest Gump” (1994), “Yo soy Sam” (2001).

2.    Llevar otros trastornos a extremos asociados con el delito, la criminalidad y el terror, lo que contribuye a perpetuar la tradición de asociar violencia y enfermedad mental. En esta tendencia se colocan “Psicosis” (1960), “El resplandor” (1981), “Instinto” (1999).

Durante años a los problemas de salud mental no se les dio un encuadre, un contexto, un reflejo realista de lo que son. Se usaron mucho en dramas o thrillers psicológicos, o si no, en comedias. Es el caso del filme Mejor imposible (1997, James L. Brookes) o la película española TocToc (2017, Vicente Villanueva). En ambas se aborda el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) de manera jocosa, como si hubiese problemas de salud mental irremediablemente asociados a la comedia, mientras que otros estuviesen condenados al drama.

No obstante, en ocasiones llegan a las carteleras largometrajes que tratan de contextualizar y aportar algo de luz a los orígenes de un problema de salud mental. “Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”, argumenta el Joker en la película homónima estrenada en 2019. La ya célebre frase del mítico antihéroe pretende realizar una crítica al sistema que empuja a la persona a límites insoportables y que la abandona a su suerte. Sin embargo, este filme ha dividido a quienes celebran el enfoque del guion y a quienes siguen viendo en el mismo el sello del estigma.

El Doctor Andrés García, autor de “Psicología y cine: vidas cruzadas” (UNED, 2006), describe generalizaciones erráticas comunes en el asunto que nos ocupa, entre ellas que el paciente suele ser visto como una víctima de la familia o de la sociedad y que el terapeuta es incapaz de marcar los límites entre él y su paciente. Existen deslices reiterados; por ejemplo, algunos filmes hacen referencia a que el amor por sí solo vence al trastorno, que el tratamiento psiquiátrico bloquea la creatividad y la inteligencia y que podría ser liberador dejarlo según la propia voluntad del afectado.

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Alguien voló sobre el nido del cuco (1975, Milos Forman), narra la vida de un delincuente (Jack Nicholson)que finge tener un trastorno mental para escapar de la cárcel. Fotograma de la escena del electroshock.

Otros mitos reflejados en varias películas son la concepción de la Psiquiatría como una forma de manipulación o “lavado de cerebro”, y la idea de que los medicamentos no curan, sino que perturban, como se proyecta en el filme “Alguien voló sobre el nido del cuco”. (Atrapado sin salida; 1975. Dirigido por Milos Forman y protagonizado por Jack Nicholson).

Es evidente que la imagen ofrecida por el cine sobre las enfermedades mentales no ha sido siempre acertada. Más bien ha contribuido a fomentar y perpetuar mitos y estigmas, así como algunas distorsiones, una de las más significativas es la confusión entre psicosis y psicopatía.

Es justo señalar que el cine ha evolucionado en estos aspectos. A medida que se reducen cada vez más las vulneraciones de derechos y se mejora el trato que se ofrece a las personas con problemas de salud mental las películas han ido plasmando esta nueva realidad y muchas de ellas han contribuido a las conquistas de una vida digna, el respeto a la autonomía y el derecho a la inserción en la sociedad de estos pacientes.

Tengamos en cuenta que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 350 millones de personas reciben en la actualidad alguna forma de asistencia dentro de la Psiquiatría. Cualquier proyección de tópicos negativos en esta temática puede generar prejuicios y perjuicios que no favorecen la atención, rehabilitación, inclusión social y bienestar de quienes presentan un trastorno mental.

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