Discusiones acaloradas, malos entendidos, agresividad verbal y física, violencia, ruptura de amistades, malas relaciones familiares, separación de parejas, clima laboral desagradable, decepciones, insatisfacciones, conflictos… La vida convertida en un infierno. Cuando se analizan estas situaciones con serenidad y tolerancia puede uno darse cuenta que buena parte de las veces son evitables.
La vida cotidiana en la actualidad está llena de problemas, limitaciones y dificultades, no debemos permitir que se nos complique más con situaciones beligerantes que pueden manejarse satisfactoriamente. Para ello es necesario saber comunicarnos. Solemos escuchar, o leer, sobre lo importante que es mantener una buena comunicación, ya sea en el ámbito laboral, familiar, social o de pareja, ahora bien, ¿Tenemos siempre en cuenta todo lo que conlleva ese proceso? ¿Sabemos comunicarnos bien?
La comunicación es parte de lo que somos. Ninguna persona existe como una isla solitaria, siempre evolucionamos como seres humanos en contacto con los demás, independientemente de si disfrutamos o no de la mayoría de nuestras relaciones sociales.
Para cultivar relaciones interpersonales favorables y enriquecedoras debes abrirte al diálogo, a la escucha, a la empatía y la comprensión. También debes asumir a los demás con generosidad, reconocer tus verdaderos sentimientos, intenciones y motivaciones. Igualmente importante resulta apartarte de maneras agresivas de expresión. Estos son elementos fundamentales de las competencias comunicativas.
La comunicación, llevada al contexto de las relaciones humanas, se define como el complejo proceso de carácter social e interpersonal mediante el cual se producen intercambios de mensajes, verbales y no verbales, y se ejerce una influencia recíproca entre los interlocutores que propicia diversas interacciones racionales y emocionales entre estos.
Jaspers y Marcel, filósofos existencialistas, plantearon que en una comunicación objetiva, en la que el hombre se relaciona con otro y le considera pieza manejable, automática e impersonal, vivirán juntos pero no convivirán, constituirán una colectividad pero no una comunidad. Es esta la relación más frecuente en los contactos sociales. Es comunicación imperfecta, pero ella puede transformarse para alcanzar la verdadera comunicación.
En la comunicación subjetiva, el ser humano no se despersonaliza en relación con los demás, más bien muestra su disponibilidad para con el otro en virtud de su libertad y autonomía, propicia un clima de amor, simpatía y afecto.
Una comunicación efectiva implica aceptar que las personas son diferentes y que no debe uno pretender cambiarlas. Otra de las claves está en invertir el tiempo que la relación demande, tomándola como un verdadero compromiso. Hay que cuidarla, incentivarla, y en caso de que surjan malos entendidos dedicar espacios para clarificar lo sucedido y limar asperezas.
No dejes pasar las situaciones que no te agradan, o palabras que te disgustan. Dedica tiempo a analizar las reacciones emocionales que provocan en ti. Esas reacciones pueden repercutir negativamente en la manera en que te comunicas: utilizar formas ambiguas de decir las cosas, reproches, sarcasmo, resentimiento en lo que expresas, mal humor y hasta agresividad.
Otro punto de atención está en comprender que en las relaciones no somos los únicos participantes. No hay relación interpersonal que se pueda mantener en donde solo uno sea el que se exprese. Toda interacción tiene, al menos, dos partes que deben interactuar, si una de ellas no sabe escuchar la comunicación se tornará unilateral.
Saber comunicarte con los demás contribuirá a mejorar tu mundo de relaciones, con ello propicias una mayor satisfacción personal, autenticidad, estabilidad emocional y con toda seguridad te sentirás a plenitud en tu condición de ser humano.
Para que mejores tus competencias comunicativas te propongo que lleves a la práctica las siguientes pautas.
- Comunícate respetuosamente, meditando tus palabras.
- Sé paciente, controla tus impulsos temperamentales y procura crear un clima positivo para la comunicación.
- Deja hablar, demuestra a tus interlocutores que eres capaz de escuchar.
- Presta atención cuando te hablan. Demuestra interés.
- Trata de compenetrarte con el punto de vista de tu interlocutor.
- Busca puntos en común con las otras personas, no te centres en las diferencias.
- Expresa tus puntos de vista con precisión. Argumenta de manera serena.
- Pide perdón cuando te equivocas.
- No proyectes enojo hacia las otras personas. El consejo popular de respirar profundo y contar hasta 10, aunque puede que no lo creas, es efectivo. Le agrego: si fuera necesario vuelve a contar.
- No critiques innecesariamente, ni argumentes excesivamente.
- Evita el sarcasmo.
- No des por sentado algo que estés pensando. No pienses por el otro, pregunta y clarifica tus pensamientos, no debes quedarte con dudas e inquietudes.
- Ten presente que el cuerpo habla. Es importante que conozcas como se comunica tu físico para que seas un todo coherente.
- Muestra interés sincero por los demás y estimula al otro a expresar sus puntos de vista.
- No te defiendas a toda costa, aprovecha las críticas constructivas para tu desarrollo personal.
- Ten una actitud abierta, predisposición positiva y buen humor.
Tal y como señaló Paul Watzlawick (filósofo y psicólogo austríaco nacionalizado estadounidense), quien fuera uno de los mayores expertos en comunicación humana en su momento, las personas cometemos grandes fallos en este proceso, lo cual merma por completo nuestra capacidad para llegar a acuerdos o consolidar relaciones.
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