El espionaje fue fundamental en la guerra de 1868 a 1878. Cada jefe cubano y español utilizó espías según sus posibilidades. El General holguinero Julio Grave de Peralta no fue una excepción. Logró infiltrar en las filas contrarias a numerosos agentes que le ofrecían información sobre los españoles.
Una de las primeras ocasiones en que Julio Grave de Peralta obtuvo información por medio de agentes infiltrados, en las filas enemigas, ocurrió pocos días después del inicio de la guerra. Su tropa, unos 120 hombres, fue dispersa en la noche del 15 al 16 de octubre de 1868, por un destacamento enemigo frustrando momentáneamente su intento de atacar la ciudad de Holguín.
Horas después logró reunir a parte de los soldados y acampó cerca de la población, desde donde envió a su primo Miguel Ramón Cardet y Zayas a solicitar el apoyo de los conspiradores que todavía permanecían en la ciudad, pues pensaba entrar: “…al amanecer machete en mano. Regresó el mensajero, que lo era el Ciudadano. Miguel Ramón Cardet trayéndole noticias de que habían llegado a la plaza trescientos soldados haciendo un montante de cuatrocientos los defensores de la ciudad”. (1)
Peralta evaluó correctamente esta información y comprendió que con el número de hombres con que contaba no podía atacar la plaza. Decidió reunir más fuerzas sumando otros grupos alzados en la jurisdicción y solicitándole refuerzo a los jiguaniceros. Sin embargo, Julio no pudo, o no quiso confirmar la información y confió plenamente en los datos suministrados por Cardet que conocía solo una parte de la verdad.
La tropa llegada a Holguín, desde Gibara, partió al día siguiente hacia las Tunas, que era su destino definitivo. En los momentos en que Cardet entró en Holguín esta noticia tan solo era conocida por el gobernador de la plaza y el jefe de la pequeña columna.
Paulatinamente la labor de inteligencia se fue perfeccionando. La gran ofensiva española conocida como “Creciente de Balmaseda” que se desarrolló durante el año 1869 y 1870 fue la dura escuela para esta actividad. La superioridad en armas, parque, experiencia y disciplina militar puso en peligro la existencia de la Revolución. El enemigo llegó a contar con eficientes guías reclutados, muchos de ellos, entre antiguos mambises. También tenía a su disposición las llamadas guerrillas, tropa que utilizaba en ocasiones tácticas similares a los insurrectos.
Conocer por anticipado los planes del enemigo se convirtió en un asunto en extremo importante para los libertadores. En parte de la documentación de Julio Grave de Peralta se refleja el arriesgado trabajo de estos héroes anónimos. El 19 de diciembre de 1969, el entonces Capitán Arcadio Leyte Vidal, le escribió a Julio:
“Habiendo tenido una entrevista con uno de nuestros espías me comunica que las tropas enemigas que benian (2) para Buenaventura y las que iban para el canal han marchado para Bijarú ….
“También me dice la espía que nuestra tropa le an echo fuego y le habian muerto un oficial y tres soldados y también me dice la espía que le ha oydo decir al capitan del partido que yban a poner un campamento en el canal y otro en las calabasa en cuanto llegara el refuerzo que esperaban de Balmaceda”.(3)
En este documento se refiere a la espía y estamos ante una agente cubana infiltrada entre los enemigos.
Una de las medidas tomadas por Grave de Peralta, para proteger a sus agentes, era el prohibir que el nombre o cualquier dato que pudiera identificarlos se reflejara en la documentación de su Estado Mayor o la correspondencia. El 27 de diciembre de 1869 le escribió al Capitán Pedro Arias:
“… es preciso que en sus papeles diarios no pongan nombre de ninguno de los que se hayan en el terreno, enemigo prestando sus servicios pues fácilmente puede llegar a conocimientos de aquellos y de este modo estara todo perdido”(4)
En toda su correspondencia nos encontramos con una sola indiscreción del general mambí, cuando el 22 de enero de 1870 le escribió a uno de sus oficiales:
“Procure tener un espía escondido sobre Jesús María a fin de ver cuando se presente por aquel punto el C. Rafael Ochoa el cual ha de traer correspondencia para mí por aquel punto, encárguese también a los individuos de esa fuerza que si ven a este C. por estos alrededores lejos de hacerle fuego traten de hablarle pues este lejos de ser un enemigo es todo lo contrario y esta en relación conmigo”. (5)
Esta excepcional violación de las normas establecidas por él permitió identificar a uno de los agentes cubanos del General holguinero. Los demás han quedado en el más absoluto anonimato.
En la medida en que se fue incrementando el número de combatientes clandestinos, la comunicación se dificultaba, pues estos actuaban en lugares tan distantes como Holguín, Bocas, Velasco, Bijaru, etc. Para viabilizar esta actividad designó a oficiales de su absoluta confianza, para que se encargaran de la atención a los agentes. El Capitán Pedro Arias estaba encargado de atender a los que actuaban desde la ciudad de Holguín y el poblado de Yareyal, Antonio de Feria los de Hatillo y Las Cruces de Purnio, el Comandante Jesús de Feria y el Teniente Francisco Leyva los de la zona de la Ensenada, actual municipio de Banes: Belisario Grave de Peralta los de la zona de cultivo de Gibara.(6)
Todos estos hombres gozaban de la absoluta confianza de Julio. Belisario era su hermano, Jesús de Feria y Francisco Leyva eran miembros de su Estado Mayor, Pedro Arias era una persona en extremo allegada al General holguinero, Antonio y Jesús de Feria pertenecía a una legendaria familia de mambises y uno de sus cuñados, Eduardo Cordón estaba entre los primeros conspiradores que colaboraron con Julio y llegó a ser Coronel del Ejército Libertador.
Uno de los éxitos de estos agentes fue descubrir la traición de un Coronel mambí, José Fernández de los Muros. Este se había convertido en uno de los hombres de confianza de Julio Grave de Peralta. En ocasiones se había quedado interinamente al frente de las tropas de Holguín.
A mediados de 1870 este mambí había cambiado por completo sus convicciones y decidió pasarse a las fuerzas enemigas. El seis de julio de 1870, Julio resumía en una breve nota al Teniente Emilio Bruzón, una trascendental información que ponía en evidencia la acción de los agentes cubanos: “… he sabido por conducto de los espías que entre los españoles V sabe se encuentran, el Corl. José Fernández de los Muros tiene comunicación con el enemigo lo que pongo en su conocimiento. (7)
Comprobada la traición de Muros fue detenido y sometido a un proceso. En el verano de 1870 Grave de Peralta fue destituido del mando de la división holguinera. Todavía no se había concluido el expediente contra Muros, por lo que el holguinero le entrega a su sucesor en el mando de la división, el General venezolano, José María Aurrecoechea, el prisionero con todos los antecedentes de su despreciable conducta. El Coronel traidor logró escapar e ingresó a las fuerzas españolas, en diciembre de 1870 tomó parte en la captura del General Aurrecoechea. Pese a la fuga de este traidor el descubrirlo por los agentes mambises fue un éxito pues este desde las filas del Ejército Libertador hubiera hecho mucho daño.
Fuentes
1.-Constantino Pupo Aguilera, Patriotas Holguineros, Holguín, 1956, p 6
2.-Se ha respetado la ortografía original de los documentos reproducidos
3.-Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Informe de Arcadio Leyte Vidal a Julio Grave de Peralta del 19 de diciembre de 1869
4.-Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta Libro de Borradores de Comunicaciones, no 847.
5.-Ibídem, número, 941
6.-Ibídem, número, 1501
7.-Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Nota del seis de julio de 1870, de Julio Grave de Peralta al Teniente Emilio Bruzón carpeta 1, número 64
- Néstor Salazar, del micrófono a la cocina - 6 de octubre de 2024
- Espías: los muchos senderos para reclutarlos - 29 de septiembre de 2024
- ¿Visitó Henri Cartier-Bresson la ciudad de Holguín? - 15 de septiembre de 2024