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El consumo de ostión, es una de las preferencias de los holguineros a la hora de probar la mejor comida del mar. Foto: Archivo

Ostión, la viagra del mar

Desde los tiempos del Imperio Romano se tomaban los ostiones, pero en Holguín, lejos de la época y la historia romana, es común ver cómo se consume el molusco expendido por vendedores en unos pequeños carritos con sombrilla, en el día, e incluso, por la noche, en las principales calles y plazas de la ciudad de Holguín.

Los amantes del buen ron cubano, cuando comparten con amigos y familiares, una ocasión especial, dicen que es bueno consumir ostiones, porque así evitan una buena nota (entiéndase en el lenguaje popular isleño embriaguez).

En la provincia de Holguín hay dos grandes criaderos: el primero en el municipio de Gibara y el segundo en la zona turística de Pesquero, lugares donde se puede adquirir un molusco con gran calidad.

Su procesamiento es totalmente natural y hasta artesanal, tanto en Holguín como en el resto de Cuba, porque no intervienen productos químicos y son las manos expertas de los procesadores, quienes lo transforman de áspera ostra a exquisito alimento.

Muchos comen el ostión por sus comprobadas propiedades afrodisíacas, mientras otros lo recomiendan para fortalecer la mente, y no dejan de tener razón, porque constituye un alimento de gran valor nutricional en la dieta del ser humano al contener abundantes minerales, proteínas y fósforo.

Su aspecto gelatinoso con tonos negros y grises, distinguen al ostión producido en esta región, que se consume también en paladares (fondas privadas), bares, cafeterías y restaurantes de lujos de la industria turística local.

Ostión, la historia

La elección de esos moluscos como manjar sabrosísimo está asociado a las grandes civilizaciones de un extremo a otro del mundo. Roma antigua fundió el esplendor de las artes con el refinamiento de sus comidas. Los dioses no sólo se deleitaron con la exquisitez, sino que recurrieron a los ostiones como deleite divino ofrendado por el mar.

Molusco apreciado, es un surtidor natural de bienestar orgánico y amoroso, enlace de tradiciones orientales y occidentales, punto de comunión universal -como lo son el alimento para el cuerpo y el alma-, en un solo producto, en un único manjar.

Ya en el año 25 Antes de Nuestra Era, el libro de recetas De re coquinaria libri decem, escrito por Marco Gavio Apicio, confería al ostión un sitio primordial en la mesa. De ahí su gran demanda en los banquetes sensuales de la Roma antigua, donde no había festín completo sin ellos.

Los griegos deglutían polvo de concha de ostión en los momentos de decadencia sexual, y en Atenas el molusco tuvo otras aplicaciones en la vida cotidiana: los ciudadanos votaban escribiendo en su concha el nombre de la persona que querían apartar del gobierno.

En América los primitivos habitantes guisaron ostiones, en plena etapa de esplendor precolombina. También en zonas de la Baja California Sur, como la Isla Espíritu Santo y La Partida, se hallan vestigios arqueológicos que dejan constancia viva del uso de las conchas de ostión por los grupos étnicos de la península, antes de la conquista española. Los “concheros”, así denominados, fueron espacios donde transcurrían las ceremonias religiosas. Grandes acumulaciones de conchas tapizan los suelos.

En la Francia renacentista, los ostiones fueron usados también como proyectiles por los reformistas durante el sitio de La Rochell, y en las dinastías chinas los consumían como medicina y alimento. En Japón, desde el siglo XVII, se estableció la ostricultura.

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Con sal, limón y puré de tomate es como se prefiere su consumo en Holguín. Foto: Archivo

De esa manera, el ostión abarcó el Mediterráneo, el Atlántico y el Pacífico. En Cuba, la ostionera de San Lázaro e Infanta era un pequeño puesto ambulante que se nutría de los estudiantes de la Universidad y del erotismo de los amantes. Desde la década de 1940 el sitio ganó fama y se amplió a cafetería y después a restaurante.

Estrellas de cine, escritores, grandes políticos, entre otras personalidades, son amantes del ostión, que lo consumen durante las fiestas y encuentros profesionales, por supuesto, siempre acompañados con el mejor ron cubano: el Havana Club.

Existen muchas recetas para su elaboración en sopas, arroces, frito, enchilado, rebozado, como frituras, pero es el cóctel es el plato más conocido al tomarse con puré de tomate, sal y limón, unas goticas de picante, y se sirve directo a la copa.

Cuando conversaba con algunos degustadores y vendedores holguineros, en el llamado parquesito del reparto Vista Alegre, sobre el tema del ostión todos coincidieron en algo: “Si quieres lucirte con tu mujer, esta noche, toma ostiones”, por lo cual se me antoja decir que esta ostra, según la creencia popular, es también la viagra del mar.

José Miguel Ávila Pérez
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