El desarrollo tecnológico actual ha sustituido en buena medida muchos de los medios que en la primera mitad del siglo XX eran muy comunes en los centros escolares. El desarrollo de la informática, la televisión y otras tecnologías pueden situar en la más apartada de las aulas de la geografía al Louvre o el Hermitage. Pero hay una historia olvidada en la museología que son los museos escolares.
En esta ocasión traemos a estas páginas estas instalaciones en la ciudad de Holguín. Lo interesante es que nos referiremos a una ciudad de provincia, de una de las regiones más atrasadas de Cuba, la antigua provincia de Oriente. No pensamos haber agotado el tema. La información fundamental nos la dio el doctor José García Castañeda. Quizás otro holguinero de aquellos años pueda ofrecer más información.
No ha quedado evidencia que los centros de educación existentes durante la colonia en Holguín hayan poseído museos escolares. En la República el primer centro docente que poseyó museo fue el Instituto Holguín. Este era un colegio privado, dirigido por su propietario Manuel Silva Leyte Vidal. Se encontraba situado en la calle Miró entre Frexes y Martí.
El museo estaba formado por una rica colección de mamíferos disecados. Este colegio fue fundado en Gibara y luego trasladado a Holguín. Enrique Doimeadiós Cuenca, historiador de esa ciudad. nos refirió que Andrés Avelino Pascual Mariño recordaba ese museo en los años en que estudió en el referido centro cuando radicaba en Gibara. [1] Pascual Mariño se refería a la gran cantidad de piezas que poseía.
Desaparición del museo
El museo desapareció en la primera mitad del siglo XX. Fue uno de los mayores, y posiblemente de las escuelas privadas la que tuvo el más importante museo escolar. Su origen gibareño nos ayuda a comprender esa realidad. Gibara durante el siglo XIX fue uno de los centros comerciales más importantes con comunicación marítima con los países más adelantados de la época. Esto debió influir en los fundadores de este colegio a la hora de concebir el museo. El impacto cultural gibareño llegó al siglo XX pese a la decadencia económica de esa ciudad en la República.
En Gibara también funcionó el colegio privado de Dasilva Leyte Vidal que tenía un pequeño museo. El maestro gibareño Fulgencio Danta creó en las primeras décadas del siglo XX una pequeña colección en el aula en que impartía clases en una escuela pública en Gibara.
La escuela intermedia de Holguín tenía un museo escolar, esta escuela estaba situada en la calle Frexes y Martí. En un pequeño cuarto había animales disecados, muestras de minerales, caracoles y otros objetos. En buena medida este museo se debió a la iniciativa de Eduardo García Feria que fue maestro del mencionado colegio.
El colegio José Martí que estaba en la calle Maceo entre Agramonte y Arias tenía un museo escolar. Otro colegio que tenía ese nombre pero que estaba situado en la calle Martí entre Narciso López y Morales Lemus poseía otro museo escolar. También tuvieron museos escolares los colegios Maristas, Los Amigos, el Instituto Cívico Militar y otras escuelas. Gran cantidad de escuelas primarias tenían algunas muestras de minerales, animales disecados expuestos en algunas vitrinas muy modestamente y por lo general por iniciativa de maestros y alumnos.
El museo más importante
El museo escolar más importante fue el del Instituto de Segunda Enseñanza. Al crearse este Instituto en la década del 30 del siglo XX, la secretaría de educación dispuso la creación de un museo escolar de ciencias naturales. Al botánico francés hermano León, profesor del colegio La Salle y que por sus trabajos de investigación mantenía estrechas relaciones con la colección García Feria, se le solicitó que se encargase de formar el referido museo escolar.
En resolución del secretario de educación de 24 de abril de 1937 fue designado García Castañeda ayudante de Museos y Laboratorios del Instituto. La secretaría de educación mandó unas colecciones de minerales, maderas y fósiles así como unos cuantos ejemplares de animales disecados. Dicha secretaría designó alrededor de 80 pesos mensuales en efectivo para el incremento del museo.
La colección comenzó paulatinamente a enriquecerse. García Castañeda que continuó trabajando como profesor del instituto, tanto con la mesada destinada para ese fin como con su propio peculio, fue adquiriendo piezas para el museo. Algunos profesores y otras personas interesadas en la cultura realizaron donaciones. Entre ellas se destaca la que hizo Joaquín Fernández de la Vara, taxidermista y naturalista gibareño. Con el triunfo de la revolución se le agregó la colección del Instituto Cívico Militar y algunos ejemplares traídos de un museo de Sagua de Tánamo al ser intervenida la enseñanza privada.
El museo escolar del instituto preuniversitario llegó a ser el mayor de ese tipo de la ciudad ocupando un salón y tenía varias vitrinas con numerosos exponentes.
Museos en las escuelas
Con la excepción del Instituto Preuniversitario, el centro cívico y el de la escuela intermedia, los demás museos escolares estaban en las escuelas privadas. Estos museos se creaban para poder dar mayor prestigio a la escuela y atraer más alumnos o bien para poder pedir la autorización para la instalación de la enseñanza media superior. Es decir que formaba parte del negocio de las escuelas particulares. Aunque un grupo de profesores ven en ello un medio de educación muy útil y trataban de enriquecerlos.
El museo escolar puede desempeñar una importante labor en la formación integral de los estudiantes y más si son los propios estudiantes los encargados de formarlo coleccionando muestras de minerales animales, entre otras, lo que significa la aplicación práctica de muchos conocimientos adquiridos en las aulas.
En la década de los 60 del siglo XX al constituirse el Museo de Ciencias Naturales Carlos de la Torre de Holguín, la colección del Instituto Preuniversitario y de otras escuelas pasaron a formar parte de la sala de esa institución.
Notas:
[1]—Memorias de Andrés Avelino Pascual Mariño. Colección particular de Enrique Doimeadiós Cuenca.
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