Cada año, muere en el mundo más de un millón de personas a manos de bacterias resistentes a los antibióticos. La capacidad de estos organismos para hacerse fuertes frente a los recursos que disponemos se ha convertido en grave problema de salud pública, al punto de que se estima que, para en el año 2050, ésta podría ser la causa de 10 millones de muertes. Con dichas cifras sobre la mesa, encontrar una solución es una prioridad para la Medicina, que ha abierto la vía a la experimentación con todo tipo de componentes. El último, una toxina de la caña de azúcar.
Así lo asegura una investigación publicada en Nature Catalysis y que ha conseguido demostrar el mecanismo de acción de la albicidina frente a algunas bacterias. Esta toxina, producida por un patógeno vegetal conocido como Xanthomonas albilineans, es la responsable de una enfermedad fatal para la caña de azúcar, la escaldadura de la hoja, pero, desde hace unos años, se descubrió que también era eficaz para matar bacterias, aunque la manera en la que cumplía esta función era todo un misterio hasta ahora.
Según describen los investigadores, pertenecientes al centro de investigación John Innes (Inglaterra) y los laboratorios de la Universidad de Técnica de Berlín (Alemania) y la Universidad Jagiellonian (Polonia), la albicidina tiene un mecanismo de acción que dista mucho de los antibióticos existentes, por lo que se convierte en una candidata perfecta para batallar contra las bacterias resistentes a los medicamentos actuales.
«Parece que, por su naturaleza de interacción con la enzima bacteriana ADN girasa, la albicidina se dirige a una parte realmente esencial de la enzima, por lo que es difícil que las bacterias desarrollen resistencia a ella», explica Dmitry Ghilarov, del centro de investigación John Innes y uno de los autores del estudio.
Un primer paso
«Ahora que tenemos una comprensión estructural, podemos buscar y hacer modificaciones de la albicidina para mejorar su eficacia y propiedades farmacológicas», prosigue el experto, que valora el potencial de su hallazgo como «uno de los posibles nuevos antibióticos más emocionantes en muchos años».
«Este es un primer paso que puede ser muy importante», evalúa, por su parte, Antònia Agustí, presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica (SEFC). Sus palabras muestran prudencia a la hora de juzgar la noticia, pues, si bien coincide con los autores del trabajo en que el potencial clínico de la albicidina puede ser relevante, indica que todavía queda mucho trabajo por delante para llegar a ese término. «Lo que se ha dilucidado es su mecanismo de acción, pero esto es sólo un inicio», sentencia.
En este sentido, la experta apunta a que, para valorar la albicidina como la nueva arma para la lucha contra las superbacterias, todavía deben realizarse estudios en animales, estudios toxicológicos y ensayos clínicos. «Por ejemplo, una de las cosas que habría que ver es que se pueda producir a un nivel suficiente como para que sea viable comercialmente», alude.
En este sentido, los investigadores han sugerido que la albicidina «tiene una eficacia extremadamente alta en pequeñas concentraciones», pero como matiza Agustí faltan estudios que lo demuestren.
De momento, en las pruebas que han desarrollado como parte de este trabajo, el equipo ha observado que esta toxina ha demostrado eficacia contra algunas de las bacterias más peligrosas, como la Escherichia coli, que generalmente causa desde diarrea breve a cólicos abdominales intensos, pero que en los casos más graves puede acabar en un tipo de insuficiencia renal que puede producir la muerte.
También contra la Klebsiella pneumoniae, responsable de infecciones de pulmón, intestino, en las vías urinarias o en heridas; Pseudomonas aeruginosa, asociada a infecciones pulmonares severas o septicemia; y la Salmonella typhimurium, responsable de la fiebre tifoidea, una enfermedad potencialmente mortal.
Grandes avances recientes
«Evidentemente, puede ser una línea de antibióticos muy importante si confirma sus efectos en los siguientes pasos», apunta la presidenta de la SEFC, que mira con esperanza los esfuerzos que se están haciendo para intentar solucionar la crisis de la resistencia antibiótica a la que nos enfrentamos. «Se ha declarado un problema de interés mundial y en los últimos años las empresas farmacéuticas se han volcado en esto», señala.
En este sentido, un equipo de la Universidad de Illinois publicaba el pasado agosto sus pruebas de laboratorio —y también con ratones— que confirmaban la eficacia de un nuevo fármaco contra las bacterias multirresistentes.
Al parecer, se trata de un compuesto llamado fabimycin y está dirigido contra las llamadas bacterias gram negativas, esas que provocan enfermedades como la meningitis, infecciones respiratorias y del tracto urinario o la gonorrea.
Precisamente, ésta última, causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, ha desatado distintas cepas resistentes a los antibióticos y, recientemente, provocaba una alerta en Estados Unidos, calificada por sus servicios de seguridad como un grave asunto de salud pública.
Con información de El Pais.com, de España y Nature Catalysis
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