La habilitación del puerto de Gibara en el año 1822 atrajo una importante inmigración de españoles, canarios y baleares. Estos se establecieron en el puerto y en la zona de influencia económica de este. Al estallar la guerra de 1868 esta región se convirtió en un centro del integrismo.
Sus vecinos sufragaron los costos de la defensa de la zona creando fortines, acondicionando las casas y poblados para resistir ataques armando compañías de voluntarios y contraguerrillas. Una de estas obras fue la construcción de la muralla de Gibara.
El 10 de octubre los gibareños festejaban la inauguración del faro de Punta Lucrecia obra de gran importancia para la navegación en la zona. Dos días después un telegrama enviado por el gobernador del departamento oriental al de Holguín lo ponía sobre aviso del alzamiento de Céspedes. Este de inmediato le pasaba aviso a los gibareños que de inmediato comenzaban a movilizarse para defender sus intereses de una incursión mambisa.
En los últimos meses de 1868 los mambises se extendieron por gran parte del departamento oriental.
La gran ofensiva organizada por el Estado español y dirigida por el Conde de Valmaseda cambio por entero la situación. Los mambises se vieron obligados a pasar a la guerra de guerrilla. Refugiados en los bosques y los campos recurrieron a rápidas incursiones en las zonas de cultivo y poblados como forma de abastecerse y hostigar al enemigo.
Los españoles fortificaron sus poblados construyendo alambradas empalizadas y fortines. Pero en Gibara estas medidas alcanzaron unas proporciones inusuales para el Oriente de Cuba.
Los integristas gibareños decidieron construir una muralla. La obra se inició en la década de los años 70 del pasado siglo XIX. Aunque se afirma que fue construida con el aporte voluntarios de los vecinos del puerto la realidad era otra. El ayuntamiento estableció el aporte obligatorio
Se exigía el pago de las cifras asignadas así por ejemplo en las actas del ayuntamiento de abril de 1875 se refleja la preocupación de esa institución para hacer efectivos pendientes de integristas morosos de la localidad. El 31 de julio de ese año se insiste.
«Tantas son las veces que en varias épocas y de distintas maneras se les ha requerido el pago a estos vecinos en el transcurso de un año en que se estableció este cobro, que sólo una fuerza obligatoria les hará pagar, pues la persuasión y las mas justas observaciones para hacer comprender la necesidad y la obligación del pago, se han apurado hasta lo infinito.»(1)
De todas formas se logró reunir un capital significativo para la construcción de la muralla. Realmente esta fue una obra importante pues tenía dos mil metros de longitud, dos metros de altura y dos pies de espesor. Cada cierto tramo estaba reforzada por pilares interiores para incrementar su solides.
En los ángulos salientes se levantaron cinco fortines y dos tambores. La muralla tenía tres portadas. Al terminar la guerra de 1868 la muralla quedó virtualmente abandonada. Al iniciarse la guerra de 1895 fue reparada y puesta en servicio.
La reparación total de la muralla y los fortines representó la cantidad de 10 mil 395 pesos una cifra significativa para la época. En la Republica la muralla fue demolida para facilitar el desarrollo urbano de la villa. De toda forma sobrevivieron tres fortines y un lienzo del muro. Lo que han llegado a nuestros días.
Hoy la conservación de esas obras es un reto para los gibareños y los cubanos pues forman parte de nuestro patrimonio.
NOTAS
1.-LA MURALLA DE GIBARA Y SUS FORTINES. Maria Hernández Medina y Maria Teresa Ruiz de Quevedo M. En “G I B A R A” Revista Cuatrimestral editada por la Sección de Base de la UNHIC en la ciudad de Gibara. AÑO I ENERO – ABRIL de 1999. No. 1
2.-Agradecemos la colaboración de Enrique Doimeadios Cuenca
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y DOCUMENTALES:
- Ayuntamiento de Gibara: Libro de Actas de las Sesiones Correspondientes al período 1874-1877.
- Leyva Aguilera, Herminio: Gibara y su Jurisdicción. Establecimiento Tipográfico de Martín Bim, Gibara, 1894.
- LA MURALLA DE GIBARA Y SUS FORTINES. María Hernández Medina y María Teresa Ruiz de Quevedo M. En “G I B A R A” Revista Cuatrimestral editada por la Sección de Base de la UNHIC en la ciudad de Gibara. AÑO I ENERO-ABRIL de 1999. No. 1.
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