Un baño de bosque, una opción para la salud mental (+ Video)

Imagínate que vas al psiquiatra y lo que te receta para la depresión es “un baño de bosque”. Pensarás que quien no está cuerdo es él y no tu, y quizás entres en pánico o, si eres calmado, le preguntarás por qué no un psicofármaco.

Los riesgos que corren las personas enganchadas a los ansiolíticos

En este mundo moderno donde todo es instantáneo y rápido: sopas, refrescos, mensajes de celular, llamadas telefónicas vía internet, viajes en aviones supersónicos, entre otros, queremos solucionarlo todo con las producciones de los laboratorios, cuando de salud mental se trata.

Pero desde que los psiquiatras descubrieron que curar con la palabra es tan importante, o más, que con los psicofármacos y el doctor Sigmund Freud creó el Psicoanálisis las opciones para sanar la mente han cambiado para rehuir de la química de las pastillas y sus consabidos efectos secundarios.

Recuerdo ahora mi depresión pos divorcio y como algo me dijo que caminara y caminara y no dejara de visitar a las amistades y familiares más queridos y no sabía entonces que caminar en el bosque era tan bueno para la salud mental.

Ahora escribiendo para la sección Desde la Red, que todas las mañanas difunde el programa Estamos Tan Cerca, de la emisora Radio Angulo, de la ciudad de Holguín, he vuelto a encontrar esta información en la red social Instagram, y me he dado a la tarea de investigar para que ustedes, mis queridos lectores, no dejen de darse un baño en el bosque.

Rememoro también cuando la señora Hillary Clinton perdió en las elecciones presidenciales de EE.UU. en 2016 frente al magnate Donald Trump, después de la dramática derrota, cuando las encuestas la daban por vencedora, desapareció de la vida pública de inmediato tras una depresión, y fue casual cuando un corredor se la encontró en el bosque de Nueva York y la saludó.

En Harvard plantean su teoría

Harvard, como en muchos aspectos de la vida, también ha estudiado la terapia de bosque y uno de sus científicos Peter James, profesor asociado de Medicina poblacional de la HMS en el Departamento de Medicina Poblacional del Instituto de Atención Médica Pilgrim de Harvard, utilizó datos del Estudio de Salud de Enfermeras (que ha seguido a una legión de 121 mil mujeres durante décadas) para explorar los vínculos entre la naturaleza y la salud.

Al combinar historiales médicos con datos satélitales, James y sus colegas descubrieron que las mujeres que vivían en las zonas con mayor cantidad de espacios verdes tenían un 12 por ciento menos de probabilidades de morir durante un periodo de seguimiento de ocho años. Como se describe en un artículo de 2016 en Environmental Health Perspectives , esta asociación fue más fuerte en el caso de la mortalidad por cáncer y enfermedades respiratorias.

James, quien también es profesor asociado de salud ambiental en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, se preguntó por qué los espacios verdes podrían reducir el riesgo de muerte. ¿Se debía a que las plantas absorben contaminantes del aire? ¿A que las personas que viven cerca de parques hacen más ejercicio?

Al analizar los mecanismos subyacentes y controlar factores como el nivel socioeconómico, él y sus colegas se sorprendieron al descubrir que ni la actividad física ni los niveles de contaminación explicaban la disminución de la tasa de mortalidad. En cambio, la salud mental —medida como la depresión diagnosticada o el uso de antidepresivos— fue el factor más importante identificado. La interacción social tuvo un papel menor, pero importante.

No existe ninguna herramienta farmacéutica o de Medicina de precisión que pueda tener los amplios beneficios de un bosque.

La investigación se suma a un sólido conjunto de evidencia que indica que nuestros cerebros se benefician de estar al aire libre. Estudios que comparan la salud mental de los participantes después de pasar tiempo en entornos naturales con entornos construidos han revelado diferencias fisiológicas, como niveles más bajos de cortisol salival, un biomarcador del estrés, o una menor actividad en las regiones cerebrales implicadas en la rumia , un ciclo de pensamientos negativos, entre quienes pasaron tiempo en la naturaleza y quienes no. Incluso estar en habitaciones interiores con ventanas que permitían vistas a la naturaleza o que contenían elementos naturales, como plantas, se ha relacionado con beneficios cognitivos.

La idea de que estamos programados para encontrar consuelo en la vegetación no es tan compleja, afirma James, quien ahora utiliza imágenes de Google Street View y algoritmos de aprendizaje profundo para identificar los componentes exactos de la naturaleza, como la proporción de árboles, césped o flores en una zona determinada, que influyen en la salud.

Señala que el valor de los espacios verdes está integrado en muchos aspectos de nuestra vida, desde el precio de las propiedades inmobiliarias en EE.UU. hasta las bandas sonoras de SPA con sonidos de la naturaleza. «Lo cierto es que somos naturaleza «, afirma. «No evolucionamos para estar en una habitación sin ventanas mirando la pantalla de un ordenador. Estos entornos artificiales nos estresan. Nos obligan a concentrarnos más de lo que queremos y agotan nuestra función cognitiva».

Lo bueno de todo este baño de bosque es que no viene en un frasco de pastillas y no tendrá efectos secundarios negativos, salvo alguna quemadura solar o una picadura de un mosquito.

Así que no te asombres si cuando vas a la consulta de los especialistas en salud mental y luego de que te tomen la presión arterial y la frecuencia cardíaca te recomienden andar por los espacios verdes cerca de tu casa al que puedas ir caminando con seguridad y disfrutar. ¡Ya sabes!

José Miguel Ávila Pérez
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