Toda Cuba celebra este 22 de diciembre el Día del Educador, una fecha de especial significado si tenemos en cuenta que ninguna sociedad puede prescindir del rol de los educadores porque su desempeño social determina modos de pensar y actuar que garantizan el desarrollo pleno del ser humano.
Es difícil olvidar al maestro que te enseña a leer y escribir o a tantos otros que te han acompañado en distintos momentos guiando el proceso de aprendizaje y proporcionando conocimientos y habilidades vitales para la vida.
En tiempos de realidades socioeconómicas tan difíciles como las actuales los educadores cubanos asumen con abnegación, vocación y responsabilidad el reto de educar e instruir fieles al ideal que defiende la identidad nacional, comprometidos con el desarrollo de la nación y la formación integral de futuros profesionales.
Conocido es que desde 1959 la educación en Cuba comenzó un proceso de cambio radical.
Al concluir la Campaña de Alfabetización en 1961y la aprobación de La Ley de Nacionalización de la Enseñanza en ese mismo año inició un proceso de democratización y transformación del sector educacional con la concepción humanista «con todos y para el bien de todos».
Desde entonces la formación de maestros es una prioridad del Estado cubano como continuidad del ideal de José Martí: «Ser cultos es el único modo de ser libre», que materializa una educación popular en continuo progreso a partir de un magisterio dinámico e innovador por muy difíciles que sean las circunstancias.
Enseñar no es tarea fácil exige muchos sacrificios, dedicación y superación permanente.
En los últimos años los docentes han tenido que afrontar numerosos desafíos: sanitarios, sociales y realidades económicas muy complejas con apenas estímulos e insuficiente salario a pesar del beneficio de pago adicional por años de trabajo.
No obstante, cada día perseveran en las aulas a pesar de las carencias materiales y tecnológicas y asumen ahora el Tercer Perfeccionamiento del Sistema de la Educación cubana.
Aunque el éxodo de educadores a sectores mejores remunerados y la emigración son fenómenos que están afectando la cobertura docente, todavía son muchos los maestros y profesores que no abandonan las aulas conocedores de su papel fundamental en la formación de las nuevas generaciones y en la transmisión de valores humanos, cívicos y morales tan imperiosos para el progreso de cualquier sociedad.
En las primeras tres décadas de la Revolución la labor del maestro era altamente valorada en la sociedad, sin embargo ahora no siempre se reconoce y dignifica el esfuerzo de los educadores que en muchas ocasiones asumen aulas con recargadas matrículas, enfrentan indisciplinas de los alumnos, escasos modales y desinterés por el estudio.
En el ejercicio de su profesión tienen que lidiar además con familias disfuncionales y la indiferencia o paternalismo de algunos padres.
Pero, pese a esas dificultades los educadores cubanos tienen la satisfacción de aportar las herramientas necesarias para enfrentar el futuro, y aunque nada fácil es educar, lo primordial es contar con maestros capacitados y escuelas seguras e inclusivas.
Más allá de exaltar su papel insustituible, los educadores precisan hoy de mayor respaldo y valoración social para que continúen siempre ejerciendo su vital oficio, desde donde se edifica la sociedad.
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