¿Cómo clasificar la obra de Isabel Luisa Palma Monterde? Una escultora santiaguera con una vasta obra bajo su manto y que en esta ocasión nos trae, como goce visual, una muestra que deja mucho de sí y de una línea temática harto ahondada pero vista desde diferentes aristas. Con un discurso ambientalista, la autora revela la relación nefasta entre naturaleza y sociedad pero siempre desde la esperanza de corregir las acciones negativas que tiene el ser humano para con el medio ambiente.
Una muestra que viene a refrendar el dolor del mundo por sobre el consumismo imperante en nuestros días y lo hace de la mejor manera, reutilizando productos desechados a nivel global como las botellas de plástico a quienes da formas amorfas, reafirmando la vida después de la utilidad o el fin para el que fueron hechas.
Si bien es reconocible la diversidad de piezas aportadas en esta exposición, la curaduría no se queda atrás, la disposición de las piezas por la Sala Pequeña del Centro de Arte, son como un baile «A la deriva» pero bien centradas, con cada pieza unida o separada del resto que le aporta una burbuja artística propia de la misma, ya sea el conjunto de contenedores cerámicos o el conjunto de platos de papel cerámico.
Los colores, texturas y formas también reafirman esta idea naturalista, comenzando por paisajes marinos y escamas impregnadas en las obras, tonalidades azules, verdes y terracota que aportan un punto más a la singularidad de cada una, como la sensibilidad y maestría con que plasma el sufrimiento bidireccional de la naturaleza hacia los humanos y de los humanos hacia la naturaleza, ejemplo de ello es el conjunto de lozas, que si bien escondidas a la vista del espectador, es de las piedras angulares de esta muestra.
Precisamente la exposición nos remonta a esa canción que todos conocemos desde pequeños que versa sobre darle oportunidad a las cosas que son feas y ponerles un poco de amor, que aunque romantizado, es la realidad que se nos presenta, desde lo visual hasta lo material.
Sin lugar a dudas la obra de Palma Monterde es sencilla, humilde, pero con una carga artística y conceptual bien marcadas, como una fábula que se estructura con el discurso de sus propios personajes, así como la artista, humana, refrenda el poder del arte como forma de mejorar todo lo que nos rodea o atañe en materia ambiental, un instrumento para promover un estilo de vida consecuente con la existencia misma, o la coexistencia entre naturaleza y sociedad.
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