¿Qué es mejor, ser optimista o pesimista? (+ Video)

Los pensamientos pesimistas generan gran malestar emocional y alteran considerablemente el comportamiento de las personas, por eso es necesario aprender cómo lidiar con ellos. La gente que va por el mundo quejándose de todo lo que le pasa, criticando de manera permanente lo que ocurre a su alrededor y negándose a proponer soluciones para sus problemas se estaciona en un callejón sin salida.

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Las ideas pesimistas perturban tus vivencias, te roban bienestar y armonía, pueden originarte problemas de salud, provocan tal estado de insatisfacción, de inseguridad y un malestar físico y mental tan grande que la vida se te va consumiendo poco a poco, con sensación de impotencia, indefensión, irritabilidad, desagrado y dificultad mantener la ilusión por la vida. Quienes presentan tendencia al pesimismo tienen una visión pobre de sí mismos, ven al mundo solo como fuente de problemas y conflictos y suelen estar acompañados por un marcado sentimiento de fracaso. Sus días transcurren como una sucesión de rutinas y pesares, sin presencia ni indicios de los pequeños estallidos de alegría que puede tener un ser humano, viven casi sin motivos de deleite, satisfacción o placer. Así, progresivamente, merma su energía, sus intereses y motivaciones, crecen los sentimientos de culpa por lo que no han realizado o alcanzado, lo que conlleva a la tristeza, la depresión y hasta la aparición de ideas de muerte.

Ahora bien, he observado que existen quienes promueven lo contrario, el optimismo extremo.  ¡Hay que ser optimistas! ¡Piensa en positivo! Son mensajes que nos repiten, y repetimos, una y otra vez. Por supuesto no hay nada de malo en ello, pero puede ser peligroso si ser optimista se convierte en una obligación y no en una decisión tomada por nosotros. Puede aparecer la frustración y cierto sentimiento de culpa por no lograr ser optimistas y ver el lado positivo de la vida: ¡Debería ser positivo, debería ser feliz! ¡Algo tengo que estar haciendo mal!

Tanto el optimismo como el pesimismo representan dos formas de entender la realidad que en ningún momento tiene que ser la única o verdadera. Es más, un exceso de optimismo puede ser poco adaptativo, e incluso negativo; ya que pensar que todo irá bien o que todo se arreglará sin que nosotros movamos un dedo, nos puede llevar a la frustración cuando descubramos que la realidad no es como esperábamos Con esto no quiero decir que ser optimista sea algo negativo, pero tampoco lo es ser pesimista en ciertas circunstancias. Todo en su justa medida.

El pesimismo cuando es moderado, también puede ser positivo ya que nos puede ayudar a esforzarnos más en la consecución de nuestras metas

En este sentido, Julie Norem, autora del libro “El poder positivo del pensamiento negativo”, nos habla del pesimismo defensivo. Ella lo define como una estrategia que consiste en “ponerse en lo peor” para así prever las cosas que podrían ir mal y poder estar preparados para resolverlas en el caso de que realmente ocurran. Esta forma de afrontamiento ayuda a las personas preocupadas a controlar su ansiedad de modo que ésta se vuelva a su favor y no en su contra.

El pesimismo defensivo es probablemente una forma de proceder mucho más realista y responsable, pero además, también es una forma de amortiguar el impacto emocional en el caso de que las cosas salgan mal.

El grado de decepción es menor en aquellas personas que deciden aceptar que todo puede salir mal y que están preparadas por si llegan las adversidades. El hecho de tener un plan, con acciones concretas y adecuadas para afrontar los posibles problemas que puedan surgir, les hace tener un mayor control de la situación lo que se traduce en una menor ansiedad y en una mayor seguridad en sus propios recursos.

Aún a pesar de que existe cierta tendencia a identificar a la persona pesimista como un ser agorero y melancólico; los pesimistas defensivos suelen ser personas dinámicas; ya que necesitan tomar la iniciativa y entrar en acción para prevenir que los peligros que han imaginado realmente ocurran. Su rendimiento suele ser bueno porque constantemente se motivan a sí mismos para hacer lo mejor que puedan su trabajo. Además, los estudios demuestran que quienes practican la táctica del pesimismo defensivo no tienen mal concepto de sí mismos, ni están abocados a la depresión ni a una peor salud.

Aunque en comparación con los optimistas, y desde un punto de vista clínico, los pesimistas defensivos presentan a largo plazo un mayor nivel de estrés y desesperanza, problemas de insomnio, ansiedad y depresión, y una mayor insatisfacción vital; pero estos síntomas son mucho menores que en los pesimistas puros.

Más allá de las etiquetas ser optimista o pesimista está determinado por la actitud que adoptamos frente a las dificultades que nos encontramos en la vida y ambas pueden ser igual de motivadoras.

¿Qué es mejor, ser optimista o pesimista? (+ Video) 0En ese sentido, creo que lo más recomendable es ser flexible y adoptar la actitud más adecuada en función de nuestras propias características personales, y sobre todo, dependiendo de la situación a la que nos tengamos que enfrentar. El optimismo, si es adecuado, nos ayuda a mantener una actitud positiva ante la vida y a aceptar la realidad pero sin resignarnos, nos da el impulso para trabajar y crear las circunstancias que faciliten el cambio y nos acerquen a nuestros objetivos.

Pero si hay un exceso de optimismo, puede que nos impida percibir y elaborar de forma realista la situación (“no es para tanto”); y el hecho de “no querer ver” nos impedirá ponernos en marcha y buscar las soluciones más adecuadas a nuestros problemas; ya que confiaremos en que se resuelvan por sí mismos.

El pesimismo defensivo, por su parte, nos puede ayudar a buscar caminos alternativos, a ser más precavidos o incluso puede estimular nuestro ingenio en la búsqueda de nuevas soluciones para evitar problemas posteriores. Pero, eso sí, el pesimismo solo ayuda cuando nos motiva para actuar y no cuando nos paraliza y lo usamos para desistir y rendirnos. Resulta perjudicial si nos impide hacer frente y solucionar nuestros problemas.

Es importante mantener una actitud positiva ante la vida, pero es aún mejor mantener una actitud realista y de confianza en nuestra propia capacidad para hacer frente a los problemas y adversidades que se nos puedan plantear.

Se trataría de no dejarnos llevar por excesivas anticipaciones, ya sean positivas o negativas, y sobre todo de confiar en nosotros y en nuestras capacidades. Sólo así podremos buscar, elaborar y poner en práctica todas aquellas conductas que nos guíen hacia la obtención de nuestros objetivos.

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