Bien difícil resulta para Holguín proteger en la actualidad a las personas en situaciones de vulnerabilidad en medio del complejo contexto socioeconómico que atraviesa el país. Es un desafío que va más allá de los programas sociales que responden a este caritativo propósito.
Aunque sabemos que algunos holguineros son beneficiados con el Sistema de Atención a la Familia, que madres de hijos con discapacidad severa reciben donativos de módulos de alimentos y que existen otros programas de asistencia social, lamentablemente se aprecian algunas manifestaciones de pobreza y desigualdades acentuadas por la crisis económica que hoy afronta Cuba.
El coste de la vida en estos momentos coloca en apuros sobre todo a los pensionados y a los trabajadores con bajos salarios, que enfrentan serias dificultades para adquirir bienes de primera necesidad.
De igual manera la inflación actual pone a la población en situación de vulnerabilidad como también la crisis energética, el deterioro progresivo de la vivienda, la inestabilidad del servicio de agua por redes, los altos precios del transporte y la escasez de alimentos y medicinas.
La vulnerabilidad de las familias holguineras también tiene otras miradas. Aumenta el número de los ancianos que viven solos e independientemente de que se cuente con Casas de Abuelos y Hogares de Ancianos, estos servicios son insuficientes ante el acelerado envejecimiento poblacional de esta provincia donde más del 22 por ciento de sus residentes tiene 60 años y más.
Esa realidad, y la carencia de insumos médicos esenciales, atenta contra la atención de calidad a los adultos mayores, muchos de ellos postrados o aquejados por demencia sin la posibilidad de contar con los recursos indispensables para su cuidado, una situación con alto coste emocional y económico para la familia y que por supuesto influye negativamente en el disfrute de una vejez digna.
Por otra parte, aunque existen centros de protección social para personas con conducta deambulante en Holguín algunas de ellas continúan en las calles con el rumbo perdido y comienza a aflorar la mendicidad. Un panorama triste que puede tener muchas causas: desarraigo familiar, padecimientos psiquiátricos, problemas de alcoholismo, o que se necesite fortalecer todavía más los mecanismos de prevención y vigilancia de los actores de la comunidad.
La vulnerabilidad se manifiesta en diversas esferas de la sociedad.
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Brindar atención y protección a quienes más lo necesitan no es tarea fácil cuando continúan las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, la economía no acaba de despuntar o la población es cada vez más longeva y dependiente de la asistencia social o de esa ayuda que, en ocasiones, se desvía del camino.
A pesar de los esfuerzos del Estado de no dejar a nadie desamparado no son pocos los holguineros que están en situación de vulnerabilidad, más allá de las estadísticas que conocemos, porque persisten problemas evidentes como la devaluación del peso cubano, salarios insuficientes, déficit habitacional, dificultades con el suministro de los productos de la canasta familiar normada y baja producción nacional de alimentos, entre otros, en un escenario donde las desigualdades se tornan ya visibles y no se logra la satisfacción de las necesidades básicas.
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