inmigración española, Holguín
Museo de Historia Natural Carlos de la Torre. Foto: Tomada de www.umbrellatravel.com

La inmigración de España en Holguín y el resto de Cuba 

Uno de los edificios emblemáticos de la ciudad de Holguín es el que ocupa el Museo de Ciencias Naturales. Custodiados por dos imponentes leones es un símbolo de una época y una inmigración que marcó el Periodo Republicano de  esta población. Nos referimos a la presencia de un grupo significativo de españoles en la ciudad en la primera mitad del siglo XX que levantaron esa edificación como sociedad de recreo o “colonia española”, como se le llamaba.

Pero este fue un fenómeno de todo el país. Para entender el origen de esta emblemática construcción e incluso de muchas de las características del holguinero actual debemos de entender un acontecimiento nacional: la inmigración española.

En 1907 en Cuba residían 185 mil 393 inmigrantes españoles lo que     representaba el 9.05 por ciento sobre el total de la población que era de dos millones 48 mil 80 habitantes. En 1919 llegaban estos inmigrantes a 245 mil 644, mientras el total de vecinos del archipiélago era de dos millones 889 mil cuatro habitantes, lo que situaba a los peninsulares como el 8.5 por ciento. En 1931 nos encontramos con 257 mil 596 nacidos en España. Respecto a los nacidos en la isla que eran tres millones 962 mil 344 significaban el 6.50 por ciento. (1)

¿Qué ha ocurrido? La causa de esa inmigración masiva fue el auge de la economía cubana pero, en especial, de la industria azucarera que convirtió a la isla caribeña en el mayor productor y exportador durante varios años de las primeras décadas del siglo XX. Ocurrió lo que hoy llamaríamos el milagro cubano.

La zafra de 1903 había sido de un millón 29 mil 239 toneladas. En 1922 se llegó a los cinco millones 347 mil 102 toneladas. (2) En los primeros 30 años de la República en el territorio, que luego formaría la actual provincia de Holguín, se establecieron 10 centrales azucareros. Algunos de ellos eran verdaderos colosos como el Preston y Boston.

El valor de la zafra había ido en constante incremento desde principios del siglo. Si en 1913 la zafra fue vendida en 114.1 millones de dólares en 1916 llegaba a los 308.5, para arribar en 1920 a la cifra de 1022.3. (3) Pese a que estamos ante una riqueza mal repartida siempre había bastante para crear un Estado de prosperidad para una parte de la población. Esta riqueza azucarera  atrajo a una gran inmigración española y canaria. En cierta forma estamos ante una especie de Cuba española.

Una parte significativa de los peninsulares y canarios eran hombres y mujeres en edad laboral. Entre 1912 y 1930 el 63 por ciento de los que llegaron a Cuba tenían entre 20 y 59 años de edad (4). De esa forma un segmento  considerable de la población laboral cubana en las primeras décadas del siglo XX había nacido fuera de la isla.

En 1927 el 45 por ciento de las empresas medias y pequeñas pertenecían a inmigrantes españoles. (5) Un visitante que llegara a Cuba en esas primeras décadas del siglo XX podía transitar por ese mundo español apenas sin necesidad de entrar en contacto con los cubanos. Si arribaba a La Habana  podría hacerlo en uno de los buques de una línea marítima española como la compañía Sobrinos de Herrera.(6) Si había desembarcado en las primeras horas de la mañana y quería agradecer a Dios el feliz arribo a tierra asistiendo a una misa muy bien podía ir a una de las muchas iglesias atrapadas entre las estrechas y sinuosas calles de la Habana Vieja. El sacerdote que oficiara la sagrada ceremonia podrían ser Agapito Gómez Concha, Francisco Revuelta Argueso, Francisco Javier Abascal y Venero, Cresencio Gutiérrez y del Barrio o Esteban Rivas.(7) Estos eran sacerdotes españoles. Pero no eran una excepción en la vida eclesiástica cubana. Numerosos curas peninsulares  ejercían en Cuba En 1919 había un total de 426.(8)

Si este hipotético viajero tenía necesidad de hacer alguna compra y entraba a uno de los bien surtidos comercios de La Habana o cualquier otra ciudad o poblado de Cuba muy bien podría ser atendido por uno de los 28 mil 792 españoles que ejercía tal oficio 1919.(9). Tomaba un coche para evitar el abrasador sol antillano. El cochero podría ser uno de los tres mil 313 españoles que en 1919 ejercían tal oficio. (10). Aguijoneado por el hambre se decidía a almorzar. Es muy probable que entrara en uno de los muchos restaurante cuyo propietario era español.

Las sillas, las mesas y la estructura de madera del restaurante muy bien podría haber sido construida por los artesanos que la elaboraron en la firma maderera Gansedo y Crespo, S. en C. De la que el accionista principal era el español Gancedo Toca. (11) Uno de los muchos españoles que se dedicaban a actividades constructoras en la isla.

Cabría la posibilidad que el camarero fuera catalán. Muy posiblemente le sirvieran alguna muy bien condimentada vianda, una carne o un asado de puerco proveniente de una de las fincas propiedad de uno de los 59 mil 403 españoles considerados en 1919 como agricultores.(12) Si el calor no le hacía deseable beber vino de la Rioja podía sustituirlos por una agradable cerveza marca “Tropical”, producida en la fábrica del mismo nombre que pertenecía a unos santanderinos.(13) Luego del almuerzo pedía un periódico. Entre los muchos que pondría el mozo del salón a su disposición estaba “El Diario de la Marina”, dirigido por su propietario el español Nicolás Rivero y Muñiz.

En el “Diario de la Marina “podía leer algunos de las artículos publicados por los periodistas españoles que ejercían en Cuba. Habían varios como    Ezequiel Iturralde y González, José Manuel Fuentevilla, Juan López Seña,  Daniel Camiruaga, entre otros.(14) Mientras leía el periódico encargaba al camarero un tabaco o “habano”. Entre las muchas marcas de “puros”  elaborado en la isla les podía ofrecer la exquisita Flor de Cano creada por el peninsular Jose Cano. (15)

Si se decidía viajar a algunas de las provincias cubanas y utilizaba el tren se encontraba que la mayoría de las compañías ferroviarias eran propiedad de capital inglés y estadounidense. Sin embargo, durante el viaje podía ser atendido por uno de los ocho mil 685 españoles que estaban empleados en los ferrocarriles en el año 1919. (16) Si antes de emprender el viaje decidía arreglarse el cabello podía poner su cabeza en mano de uno de los 692 barberos y peluqueros españoles que realizaban ese oficio en el referido año.

Esta historia se repetirá en cada pueblo de alguna importancia. Un ejemplo de esto es Holguín donde una parte considerable del comercio y otras actividades de los servicios estaba en poder de españoles. Por iniciativa de estos inmigrantes se construyó ese bello edificio que hoy ocupa el Museo de Ciencias Naturales.

Este mundo español no solo tenía una representación material en bodegas y restaurantes, almacenes y muelles sino también un sentido espiritual resumido en las numerosas sociedades de recreo creadas por los de esa nacionalidad que existía en cada uno de los pueblos y ciudades desde La Habana hasta recónditos lugares del Oriente de la isla. En 1930 en 17 sociedades españolas se habían agrupado 206 mil 793 personas. Una parte significativa de ellas eran nacidos en España. (17) También contaban con una representación relativamente abundante de periódicos y revistas. Por citar un ejemplo los inmigrantes de origen santanderino tenían tres de estas publicaciones editadas en La Habana.(18) Otros grupos regionales también tenían sus periódicos y revistas.

Esta inmigración había tenido sus poetas y escritores de fina sensibilidad que legaron a la cultura cubana y española numerosas obras de diferente valor artístico. La mayoría de estos inmigrantes se incorporaron a la sociedad cubana. Muchos se casaron con cubanos. Constituyeron familias hoy no pocos cubanos tienen en sus raíz a estos recién llegados a Cuba que la hicieron parte de su vida y se integraron definitivamente a nuestro pueblo. Estamos ante una apasionante historia del pasado. Para entender por qué en una calle de Holguín se levanta ese maravilloso edificio del Museo de Ciencias Naturales y para analizar algunas de las características de los holguineros es necesario estudiar la inmigración española en ese periodo.

NOTAS:

1.-Jesús Guanche España en la savia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales La Habana 1999 p 233 y censo de 1943 p 718.
2.-Francisco López Segrera. Algunos aspectos de la industria azucarera cubana (1925-1937). En La República Neocolonial. Anuario de Estudios Cubanos. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1879 T II p. 194
3.-Alejandro García Álvarez. La consolidación del dominio imperialista Historia de Cuba La Neocolonia Organización y Crisis Desde 1899 hasta 1940. Editora Política La Habana 1998 p.106
4.-María del Carmen Barcia. La inmigración masiva de peninsulares y canarios en el contexto de la República. En Debates Americanos Número 12 enero-diciembre 2002 p. 38
5.-María del Carmen Barcia Idem
6.-Bruno Javier Macahdo Cuevano de Olvidos Centro de Estudios Montañeses Santander 1999 p. 107
7.-Idem  pp. 192, 197
8.-Censo de 1919 p. 731
9.-Censo de 1919, pagina 731
10.-Censo 1919 p. 731
11.-Bruno Javier Machado, Obra citada p. 120
12.-Censo 19191 p 731
13.-Brunio Javier Machado, Obra citada p. 120
14.-Idem p. 162 171
15.-Idem  p. 99
16.-Censo de 1919. p 732
17.-Jesús Guanche, Obra citada  p244
18.-Bruno Javier Machado, Obra citada p 143

José Miguel Abreu Cardet
Últimas entradas de José Miguel Abreu Cardet (ver todo)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cuatro × 4 =