En las primeras horas de la noche del pasado 29 de mayo, más de medio millar de personas vivimos uno de los momentos más emocionantes en un país y en un mundo de desafíos e incertidumbres. Asistimos a la conmemoración de los 50 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Cuba en una de las salas del Centro Cultural Kirchner (CCK), que además permitió un reencuentro más que esperanzador entre muchos compañeros argentinos perdidos en los laberintos de la pandemia y otras crisis.
El CCK fue inaugurado el 21 de mayo de 2015, bajo el gobierno de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, convirtiendo el edificio antiguo del Correo Argentino, respetando y conservando la fachada y todo lo que era la recepción pública, como un espacio para las artes plásticas, exposiciones, espectáculos musicales y de danza, conferencias y otras actividades, y con acceso gratis para el público.
Esto sucedió en el marco de los festejos del bicentenario y de la fecha de la conmemoración de la Revolución del 25 de mayo de 1810.
Difícil será olvidar el 25 de mayo de 1973 cuando el presidente Héctor Cámpora, representante del peronismo que se presentó como candidato del Partido Justicialista acompañado por otros sectores, triunfó asumiendo el gobierno, marcando el fin de 18 años de proscripción de ese movimiento político e ideológico.
En esos momentos se produjo una de las manifestaciones más grandes en la historia del país, ya que su primer paso fue disponer la libertad de todos los presos políticos.
Recuerdo esos momentos cuando anunciaban la presencia de una delegación cubana, por primera vez después de que se rompieran las relaciones en 1962, y todos querían entrevistarse con los representantes del archipiélago, quienes recibieron a veces asombrados ese amor que los abrazaba. Encabezaba la delegación Osvaldo Dorticós, entonces presidente de Cuba revolucionaria.
Tuve el privilegio de acompañar a dirigentes sindicales argentinos, que se reunieron con sus pares cubanos. Fue un momento único en la historia, cuando la alegría llenaba las calles.
El golpe contra el presidente Juan Domingo Perón en septiembre de 1955 implantó la llamada “Revolución Libertadora”, conocida popularmente como “Revolución Fusiladora”. Desde esa fecha hasta 1973 gobernaron dictaduras militares con sólo escasos períodos de dos gobiernos muy breves como los de Arturo Frondizi y Arturo Illía.
Y no es circunstancial la frase “Hermanados para Siempre”, por medio de la cual se invitó a la gala de una noche para recordar.
A TRAVÉS DE LA HISTORIA Y LA CULTURA
Fue a través de la historia y la cultura que se dio esa hermandad para siempre, como recordó el secretario de Relaciones Exteriores de la cancillería argentina, Pablo Tettamanti, señalando el reconocimiento mutuo como países que lucharon por la soberanía, tema que siempre estuvo en esos lazos de amistad.
“Esto va más allá de los aspectos políticos y perdura en el tiempo independientemente de las decisiones eventuales de los gobiernos”, dijo Tettamanti y se refirió al año 1973 por el significado que tuvo para ambos países la reanudación de las relaciones dadas en momentos de una enorme efervescencia política.
Ahora nuevamente nos encontramos ante la necesidad de basarnos en la solidaridad para enfrentar los desafíos actuales, afirmó también Tettamanti, quien recordó al médico argentino Ernesto “Che” Guevara -que luchó junto a los revolucionarios cubanos con Fidel Castro Ruz al frente, triunfando el 1 de enero de 1959 sobre la dictadura feroz de Fulgencio Batista impuesta por Estados Unidos en Cuba.
Desde entonces la Revolución Cubana resiste hasta hoy los embates imperiales y el bloqueo más largo y criminal de la historia que le impuso Estados Unidos en febrero de 1962, y que continúa hasta ahora, agravado por nuevas sanciones.
Reconoció a la figura del comandante Che Guevara como una de las que marcaron los vínculos bilaterales, destacándolo como “un símbolo de la entrega absoluta a los ideales”, emocionando a los asistentes. Esos vínculos precisamente determinaban el camino hacia la unidad y hermandad para siempre.
Luego habló el embajador de Cuba en Argentina, Pedro Pablo Prada, recordando el momento tan importante en que se reanudaron las relaciones entre Cuba y Argentina, el 28 de mayo de 1973, a sólo tres días de la toma de posesión de Cámpora, vínculo interrumpido en 1962 por las presiones de Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos.
También el restablecimiento de las relaciones de Argentina con Cuba, que continuó después de la renuncia del presidente y militante ejemplar que fue Cámpora en julio de 1973 para dar su lugar al general Juan Domingo Perón, a que realizara nuevas elecciones convocadas casi de inmediato y que ganó con más del 60 por ciento.
Perón asumió el gobierno en octubre de 1973, gobernando hasta 1 de julio de 1974 cuando falleció, dejando sin su liderazgo a una mayoría del pueblo argentino. Esto es sólo una ligera referencia de un momento del país y de los hechos sucedidos en Argentina entre 1945 y 1955, que marcaron a fuego la historia.
Por su parte el embajador Prada recordó que Cuba defendió desde siempre el derecho soberano de Argentina sobre las Islas Malvinas, en tanto este país sudamericano condenó en múltiples ocasiones el bloqueo económico, comercial y financiero y demás agresiones de Washington a la isla.
Mucha agua corrió desde entonces y en 1976, mediante otro golpe de Estado, se instaló la dictadura más cruenta que haya vivido Argentina, la cual duró hasta fines de 1983 cuando ganó el presidente Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, y comenzó el proceso de la difícil restauración de la democracia.
SOLIDARIA CUBA
Cuba fue solidaria con las víctimas y las familias de los miles de muertos y los 30 mil desaparecidos de la dictadura, entre los que estaban los nombres de dos jóvenes diplomáticos cubanos.
Junto con miles de argentinos, fueron secuestrados y desaparecidos en esos tiempos en que seguíamos en las tinieblas, unidos y hermanos hasta en la muerte como en la vida. Eran tiempos en que manifestarse en favor de Cuba revolucionaria se pagaba con la vida.
Es imposible contar en este recordatorio de aquellas circunstancias, sobre todo lo sucedido hasta el momento en que llegó al gobierno Néstor Kirchner, quien desde su primer discurso, en otro inolvidable 25 de mayo de 2003, cumplió todo lo prometido.
Puso al país en el mundo por la defensa de los Derechos Humanos y los derechos de las víctimas y sus familiares, que con las heroicas Madres de Plaza de Mayo, nunca dejaron de luchar por la memoria, la verdad y la justicia.
Esta vez al acto de asunción de Kirchner fueron invitados el presidente de Cuba, Fidel Castro Ruz, y de Venezuela, Hugo Chávez Frías, entre otros mandatarios. Esta presencia fue recibida con un verdadero amor -porque es la palabra exacta de las expresiones a nivel popular en esos momentos-.
El presidente Fidel Castro fue invitado a dar una conferencia en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, pero la cantidad de asistentes lo desbordó todo, así que finalmente los miles que iban llegando para acompañar al mandatario cubano, llenaron los pasillos y hasta la escalinatas del edificio.
Fidel tomó la decisión de que no se iba sin saludar a quienes lo esperaban afuera del recinto y así se vivió uno de los momentos más hermosos e intensos de esos días.
Emocionado ante los miles que siguieron llegando como pudieron hasta el lugar, porque la improvisada y espontánea manifestación no les dio tiempo a una cantidad de personas que se fueron enterando de la presencia del líder cubano en un palco improvisado.
La voz de Fidel se escuchaba por las radios encendidas en miles de casas como por la televisión. Ni los más duros críticos -no tan salvajes como en estos momentos- pudieron evadir la gran noticia de esas horas y transmitir el discurso o frases del mismo, mientras las fotos de la multitud se difundieron por el mundo.
Fuertemente emocionado, Fidel reconoció al Che en el rostro de los miles de jóvenes que lo rodeaban y lo ovacionaban, y así lo expresó en un discurso.
POR LA INTEGRACIÓN REGIONAL Y LA PAZ
A ese momento se refirió también el embajador Pedro Pablo Prada en su discurso ante los asistentes al acto, pero también habló sobre la nueva realidad que estamos viviendo en estos días y sostuvo que los gobiernos actuales trabajan en la defensa de integración regional y la declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz.
Se refería a lo que sucede en el marco de una avanzada que trata y no ha podido borrar del mapa a esa unidad que se trabajó desde principios del siglo XXI para la integración como un proceso emancipatorio.
Se llegó a conformar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en que estaban por primera vez todas las naciones de la región y que comenzó a actuar a partir de noviembre de 2011 en la reunión en Caracas, Venezuela.
Al cerrar su discurso el diplomático cubano sostuvo que “el mayor de todos los homenajes es al noble pueblo argentino que nunca nos falló. Como dijo el presidente Miguel Díaz-Canel: No hay fuerza en este mundo que pueda separar a Cuba y Argentina”.
Esto fue un momento muy emotivo para los asistentes, que celebraron los 50 años de las relaciones diplomáticas, entre los que se encontraban representantes del gobierno, organizaciones políticas, sindicales, populares, juveniles, Madres de Plaza de Mayo, la Asociación de los Cubanos Residentes en Argentina y reconocidas figuras de la solidaridad con Cuba, entre otros que escucharon con un silencio impresionante a un gran pianista.
Pablo Fraguela interpretó a Lecuona en una composición extraordinaria que unía tanto a la música cubana como a la argentina, con un potencia que maravilló al público. A ese concierto magnífico se añadieron la cantante de tangos Dolores Solá, que nos asombró con la potencia de su voz y la elección de sus dos canciones, una de las cuales era un son-tango que llegó hasta los más hondo de la emoción de los asistentes.
Y como final merecido, apareció Teresa Parodi, rodeada de sus nietos, excelentes músicos, que también incursionó en un son con rumor de tango, recordando al querido maestro Osvaldo Pugliese, director de una orquesta que además era una cooperativa, militante de toda su vida y que como nos enteramos muchos en esa noche épica, como podríamos llamarla, había escrito y musicalizado una canción sobre Fidel.
El público enfervorizado le pidió otra y recurrió a una de Silvio Rodríguez, aplaudida de pie, como se hizo cuando todos juntos saludaron al público.
Cuando salimos nos encontrarnos con una noche fría en Buenos Aires, abrigados por lo escuchado, tanto que queríamos que se prolongara la gala, pero debíamos volver a las calles donde la realidad nos esperaba en tiempos oscuros y amenazantes para nuestro país, la región y el mundo.
Esa noche inolvidable nos ayudó a volar, a despertar y a soñar juntos, y eso es “Hermandad para siempre”.
Con información de Stella Calloni, colaboradora de Prensa Latina
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