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Los deseos de tener un huerto para abaster a la familia y una jubilación temprana llevaron a Julián Velázquez a crear el autoconsumo. Foto: Cortesía de Leonardo Raúl

Velázquez, el pequeño gran agricultor de las alturas (+ Audio) (+Fotos)

En Dubai cultivan el tomate en el desierto, gracias a la tecnología japonesa, pero lejos de esa geografía y el desarrollo nipón en la ciudad de Holguín un amante de las frutas y verduras decidió utilizar una azotea para ser agricultor y los resultados los ha logrado con sus conocimientos de Agronomía.

El inquieto locutor Leonardo Raúl Rodríguez se encontró con el ingeniero Julián Velázquez y decidió realizar este reportaje para Radio Angulo Digital.

Velázquez, como es conocido por muchos en la ciudad cubana de los parques, ha explotado bien sus conocimientos de Agronomía y los utiliza todo el tiempo disponible, tras jubilarse, para que no falte en el hogar de la familia el tomate, las papas, la col, la remolacha, los rábanos, la calabaza, las uvas y hasta cosecha plátanos frutas.

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Julián Velázquez, es conocido como el agricultor de las alturas, por aprovechar la azotea familiar para cultivar desde lechuga hasta pepinos. Foto: Cortesía de la familia

Profundo conocedor de los secretos de la tierra, parece adivinar lo que cada semilla necesita para germinar. Cada palmo de tierra tiene para Velázquez un significado especial.

Para llegar hasta el huerto hay que subir por una angosta escalera de caracol, que lleva al visitante hasta el segundo piso de un edificio familiar,  muy cerca de Loma de la Cruz, justo en la calle Máximo Gómez, a escasas dos cuadras de la Avenida Capitán Urbino.

Velázquez confesó que llegó a este cultivo por un retiro obligado de su vida laboral activa por cuestiones de salud, pero su sangre campesina y la necesidad de mejorar la dieta familiar fueron los motivos que lo impulsaron para lograr este pequeño autoconsumo familiar en una ciudad donde se carece de mucha tierra cultivable.

Inversión en alimentos del país

La realidad es que Cuba gasta más de tres mil millones de dólares al año para comprar muchos de los alimentos que los comensales consumimos, como parte de la canasta familiar, algo insostenible para la economía de un país del Tercer Mundo, asediado por el bloqueo económico, financiero y comercial del gobierno de los EE.UU., lo cual ha obligado al Estado, en la mayor de las Antillas, a buscar la soberanía alimentaria, cuya política es, en esencia, cultivar todo lo posible para evitar las grandes importaciones.

Es así como este holguinero elocuente y sabio sigue por el camino de la soberanía alimentaria, lo cual le permite a su familia un ahorro elevado de las finanzas del hogar ante los elevados precios de las hortalizas, viandas y frutas provocadas por la inflación, nunca antes vista en la economía local, afectada por la sequía, la escasez de abonos, fertilizantes, maquinarias agrícolas y la imposibilidad de créditos de bancos internacionales para lograr una agricultura más sostenible y rentable.

Compostaje, lombricultura, rotación de cultivos, planificación de siembra, agroecología, son términos que maneja el ya agricultor Velázquez, quien es también afiliado a la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, conocida por sus siglas ACTAF.

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Julián Velázquez ha cultivado hasta papas en el huerto de la azotea familiar. Foto: Cortesía de la familia

Todo esto pudiera parecer lo más normal del mundo,  porque nada de particular tiene que un jubilado, por más militar o universitario que haya sido, dedique su tiempo a cultivar desde ajo hasta ajonjolí.

Cultivo en el techo

Sólo que todo lo cultivado y cosechado, en cantidades apreciables,  lo hace Velázquez en una placa, específicamente en una azotea ubicada en un tercer piso, lo cual le ha permitido convertirse en un agricultor de las alturas.

El Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de este año estima que el 40 por ciento de la producción de granos y el 45 por ciento del Producto Interno Bruto mundial se verán comprometidos para 2050 si la degradación de medio ambiente y el agua continúan a las tasas actuales. Ante esta situación vale la iniciativa de Velázquez, que también se realiza en otras islas como el Japón.

Es así como Velázquez ha tomado la iniciativa de tener un huerto familiar en una zona elevada, mientras que otros conciudadanos, con patio y tierra fértil, no siembran ni una mata de limón y luego se quejan de lo costoso que está este cítrico en el mercado privado.

La historia de Velázquez no debería ser aislada porque demuestra que con el conocimiento y la voluntad se pueden hacer grandes proyectos familiares y hasta aportar para toda la canasta familiar, e incluso, comercializar el excedente de la producción de estos pequeños huertos.

Con información de Leonardo Raúl Rodríguez de Zayas

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