Nadie sabe a ciencia cierta cómo llegó el primer pomo. Quizás a un vecino le estorbaba en la casa y decidió lanzarlo por la ventana o algún transeúnte creyó que esa suerte de riachuelo medio seco era un sitio «oportuno» para dejarlo y continuar su andar.
No existen testigos que vieran quien tiró el primero a lo que un día fue un pedazo de río. Tal vez el que lo hizo no encontró maldad en aquello y solo fue un acto reflejo de alguien con pocas normas de convivencia y responsabilidad social.
Si bien no hay manera de conocer ese dato, lo cierto es que detrás del primero, vino el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto…el cincuenta, el cien… Una infinidad de recipientes de plástico que se fueron adueñando de buena parte de esa área.
Allí se puede ver variedad, porque esos envases son tan diversos como su otrora contenido o los hábitos de sus antiguos dueños. Sin dudas, aunque algunos lo consideren como algo insignificante o demasiado básico un pomo dice mucho de quien lo posee.
Los hay chiquitos y grandes, claros y oscuros, de diferentes formas y algunos más limpios que otros. Entre todos, conforman una visión inusitada y un tanto deprimente para la vista de quienes caminan por allí o se acercan a hacer su «aporte».
Sí, su «aporte». Y es que, aunque abunden los pomos, no es lo único que puede verse en ese lugar. Les hacen compañías latas de refrescos, maltas o cervezas; bolsas de nailon, en su mayoría destartaladas; e incluso zapatos que aún aguardan por rencontrase con sus respectivas parejas.
En el río hay de todo menos agua. Los desechos se amontonan en una piña de inconciencia que es la viva muestra de lo mucho que tiene que aprender esta sociedad, en cuanto a la responsabilidad con el entorno y el planeta en el que vive.
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Sin embargo; no todo está perdido. Incluso en medio del caos, prevalece la esperanza de la vida, que, sin importar el panorama, no detiene su curso y se impone ante las adversidades. No hay basura que detenga a la naturaleza, eso es un hecho.
Por eso, en el río de los pomos hay plantas, que emergen decididas a posicionarse en el sitio que es suyo por derecho y que en otro tiempo ocuparon de manera exclusiva.
¿Alguna vez volverá a ser así? Antes de responder esta interrogante, ya alguien había tirado otro pomo.
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