La histórica hermandad entre Puerto Rico y Cuba registra que decenas de puertorriqueños derrocharon coraje en los campos de batalla de la isla, destacándose el mayagüezano Juan Rius Rivera, quien desembarcó en enero de 1870, demostrando su valor en cada combate y al final de la Guerra de los Diez Años, con grado de General de Brigada, estuvo junto al Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo, en la Protesta de Baraguá (15 de marzo de 1878).

Este hijo de Mayagüez nació el 26 de agosto de 1848. Con 20 años de edad se vinculó a una de las sociedades secretas involucradas en los preparativos del citado Grito de Lares y al fracasar ese intento independentista, abandona los estudios universitarios, viaja a España y luego a Estados Unidos, donde se relaciona con los cubanos que organizaban expediciones con armas, parques y medicinas para el Ejército Libertador.
De esa manera, desembarca en 1870 por la región oriental de Cuba; combatió bajo las órdenes del General de Brigada José Inclán; se destacó en diversos combates contra las fuerzas colonialistas españolas, resultando herido en Potrerillo, el 18 de agosto de 1875, así como en Los Altos, cerca de Gibara, el primero de mayo de 1876.
Finalizada la Guerra de los Diez Años, acompañó a Maceo a Jamaica. Después visitó varios países y finalmente se estableció en Honduras, donde formó familia, durante el período denominado La tregua fecunda (1878-1895) en Cuba.
A mediados de 1896 intentó hacer un levantamiento en Puerto Rico, pero no existían las condiciones mínimas para garantizar el éxito del nuevo proyecto revolucionario y decidió, de común acuerdo con la sección Puerto Rico, llevar a Cuba los recursos destinados a su Patria. De esa manera, el 8 de septiembre de 1896, desembarcó, en el vapor Three Friends, en Cabo Corrientes, en el extremo occidental de Pinar del Río, donde lo recibió su amigo, el Mayor General Antonio Maceo, quien lo designó jefe del Quinto Cuerpo de Ejército de las tropas mambisas, trasladándose el Titán de Bronce a La Habana.
Al caer el General Antonio, junto a su ayudante Panchito Gómez Toro, el 7 de diciembre de ese propio año, 1896, en San Pedro, Punta Brava, La Habana, Rius Rivera dirige nuevos combates contra el persistente acoso enemigo hasta que, a finales de marzo de1897 resultó gravemente herido y capturado, durante el asalto a su campamento, en el lugar conocido por Cabezas, de Río Hondo, Pinar del Río.

Fue enviado a la prisión del Castillo de La Cabaña, en La Habana, donde intentaron doblegarlo y al negarse, con firmeza, lo trasladaron al Castillo de Montjuich, en Barcelona, España, donde permaneció hasta el final de la guerra, en 1898.
Entonces regresó a Cuba, donde participó en la redacción de la primera Constitución de la República, rechazando de manera viril y definitiva la introducción de la Enmienda Platt, así como la corrupción y el entreguismo a Estados Unidos.
Aunque, de todas maneras, ocupó algunas responsabilidades, incluyendo las designadas por el gobierno de Tomás Estrada Palma, tras la constitución de la República neocolonial, en 1902, pero la desilusión lo condujo a abandonar la isla cinco años después, restableciéndose definitivamente en Honduras, junto a su esposa, donde se convirtió en un destacado banquero, hasta su fallecimiento, a los 76 años de edad, el 20 de septiembre de 1924.
Cumpliendo su voluntad, los restos del bravo boricua fueron traídos a Cuba en 1958 y reposan en el habanero cementerio de Colón, donde se les rinden honores. También en Mayagüez, cerca del Puente Balboa, donde nació, en el año 2013 se levantó un monumento ecuestre, del consagrado artista de la plástica, Salvador Rivera Cardona.
La mejor respuesta a las luchas en las que participó el inolvidable mambí puertorriqueño durante las dos guerras por la independencia de Cuba, está en el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, bajo la conducción de Fidel Castro, cuyo centenario de nacimiento se celebra con una jornada especial, que se prolongará hasta el 4 de diciembre de 2026.
Y la solidaridad con el hermano pueblo caribeño se corresponde con el compromiso establecido por Antonio Maceo, quien tanto admiraba a Rius Rivera: «…Cuando Cuba sea independiente, solicitaré del Gobierno que se constituya permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América; pero si no coronare mis fines, entregaré el sable pidiendo a mis compañeros que hagan lo mismo».
Además de la participación de tantos valientes puertorriqueños en las luchas por la independencia de Cuba, la sangre derramada en los campos insurrectos y la proximidad geográfica de ambas islas caribeñas, está la similitud de sus banderas y para resumir la esencia de tan rica historia de relaciones, la poeta borinqueña Lola Rodríguez de Tió —quien falleció en La Habana el 10 de noviembre de 1924, a los 81 años de edad—, dejó sentado en sus versos que: «Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas/ reciben flores y balas / sobre un mismo corazón».
Para continuar los gestos de amor, que unen a ambos pueblos, en esa hermana isla se creó, hace 34 años, el Comité de Solidaridad con Cuba, que honra el nombre de Jun Rius Rivera.
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