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FMC: 65 años tejiendo redes de igualdad

Bajo el sol cálido de agosto, el eco de una historia de seis décadas y media se funde con el presente. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) celebra su 65 aniversario, no como una reliquia del pasado, sino como una institución vibrante que ha sido testigo y artífice de la transformación social de la isla.

Su recorrido es un entramado inseparable de la propia Revolución; un viaje que comenzó con la visión clara de una mujer extraordinaria: Vilma Espín Guillois.

La semilla se plantó el 23 de agosto de 1960. No fue un acto espontáneo, sino la culminación de un proceso de unidad. Vilma, ingeniera química de profesión y revolucionaria de corazón, ya era una leyenda por su participación en la lucha clandestina en la Sierra Maestra. Comprendió que la liberación nacional estaba incompleta sin la liberación de las mujeres.

Así, bajo su liderazgo, se unificaron las diversas organizaciones femeninas existentes en una sola fuerza. La FMC nació con un objetivo tan ambicioso como necesario: incorporar plenamente a la mujer a la sociedad y al empleo, y luchar por su plena igualdad de derechos en todos los ámbitos.

Vilma, quien presidió la organización hasta su fallecimiento en 2007, no fue solo su fundadora; fue su brújula moral e ideológica. Con elegancia y firmeza, defendió desde el inicio que la emancipación de la mujer no era una lucha contra el hombre, sino una batalla junto a él para construir una sociedad más justa para todos.

Los primeros años fueron de una efervescencia imparable. Las afiliadas a la FMC recorrieron hasta el último rincón del país. Participaron en la emblemática Campaña de Alfabetización en 1961, donde miles de mujeres jóvenes, maestras voluntarias, partieron a las zonas más remotas para enseñar a leer y escribir.

Pero no se detuvieron ahí. Fueron fundamentales en la creación de los Círculos Infantiles en 1961, una idea visionaria de Vilma que permitió a miles de madres incorporarse al trabajo, estudiando la educación y cuidado de sus hijos.

A lo largo de estos años, la organización ha evolucionado para enfrentar nuevos desafíos. En un inicio, centrada en la incorporación al trabajo y la defensa de la Revolución, luego fue ampliando su espectro, profundizando en la prevención de la salud, con programas de planificación familiar y detección de cáncer de mama. Sus Casas de Orientación a la Mujer y la Familia se convirtieron en un refugio para brindar asesoría legal, psicológica y social.

Hoy, con un creciente número de afiliadas —más de cuatro millones—, la Federación encara las batallas del siglo XXI. Su lucha ya no es solo por el acceso a la educación, sino contra los rezagos del machismo en la cultura; abordan de frente la violencia de género, promoviendo una mayor conciencia social y la reciente aprobación de un Programa Nacional para su enfrentamiento. También se enfoca en el envejecimiento poblacional, apoyando a las mujeres adultas mayores, y en el empoderamiento económico de las jóvenes, incluyendo a las nuevas emprendedoras del sector privado.

Los logros hasta la actualidad son tangibles, y detrás de cada uno de ellos está el trabajo persistente de las mujeres: presionando, proponiendo y educando.

El 65 aniversario de la FMC no es solo una conmemoración; es una reafirmación. Es el reconocimiento a un proyecto que cambió para siempre el rostro de la nación cubana. Mientras las generaciones de mujeres marchan hoy, herederas de aquel fuego inicial de Vilma, lo hacen conscientes de que la igualdad plena es una meta en constante movimiento.

La página de la Federación de Mujeres Cubanas, pues, no está concluida. Sigue escribiéndose en cada barrio, en cada centro de trabajo, en cada debate familiar, perpetuando el mandato de su fundadora: luchar sin descanso por un futuro donde la igualdad no sea una concesión, sino una realidad vivida.