Desfile de inauguración del XIX Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara. Foto: Kevin Manuel Noya

Gibara, el Festival con olor a mar

Ir a Gibara se siente como regresar a un lugar del que nunca te habías ido en primer lugar. Ver una película también. A los filmes que se estrenan en Gibara le queda el olor a sal, al óxido de los bancos, a los granos de arena sujetos de los zapatos. No importa si después se muestran en Suiza o se llevan a un teatro de La Habana. Cada segundo queda oliendo a Gibara.

Desde Gibara hasta La Habana: extienden Festival de Cine Pobre

 

Yo me siento en uno de los bancos. La ciudad tiene la capacidad de volverte un personaje de película. En esta, el personaje de la periodista escribe una crónica sobre la primera película que se estrenó en la XIX edición del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara. Fenómenos Naturales, se titula. Una película cubana. 80 minutos. La historia de un pueblo inquietante, una pareja desconfiada, una problemática típica mirada desde otro punto. Un toque de sátira sobre la ficción. Un toque de ficción sobre la ficción. Una buena película. Quizás no la que debería haber inaugurado (anota la periodista).

Pero también anota algunas cosas que recuerdan los organizadores. El regreso del Festival a su mes de nacimiento. Abril del 2003, cuando Solás decidió bajar por sí mismo la calle Real, que toma en su línea todos los parques, y dejar para siempre el orden consecutivo de la caminata, la música, las risas, el abrazo grande grupal antes de poner la primera película.

Una amiga de Gibara me dice que eso ya forma parte de la idiosincrasia del gibareño. Que es como formar parte de la ciudad. Dice que el desfile es el único momento en el que toda Gibara late al unísono. Yo le creo, o más bien, el personaje en el nos convertimos, este que siente la vida más ligera, más suave, más artística, lo cree. Cuando llegue el Festival de Cine Pobre, toda Gibara comparte un latido.

Así es el primer día en la Villa. Usted es un personaje. Yo soy un personaje. La vida es más lenta al lado del mar. Más dulce junto al cine. Más viva a través de la gente. Me queda una pregunta y cinco días para contestarla. ¿Será el Festival lo que hace a Gibara tan viva, o será Gibara la vida del Festival?

María Karla Lam González
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