Huellas de un hogar en la formación de Marialis

Haber crecido en un ambiente armónico, pleno de amor y atenciones convirtió a la joven Marialis Rodríguez Peña en un ser especial, que aprovecha muy bien las oportunidades de superación como auxiliar pedagógica en el Hogar de Niños sin Amparo Familiar No.3 en la ciudad de Holguín, a donde llegó cuando apenas tenía tres años de edad.

Marialis Rodríguez Peña
Marialis Rodríguez Peña. Foto: Arnaldo Vargas

«Cuando cumplí los seis años, al vencer la primera infancia, me trasladaron al hogar número 4, del reparto Peralta [en la ciudad de Holguín] y después al número 1, de calle San Carlos, en los cuales completé mis años infantiles, pasé la adolescencia y ahora comparto espacio con otros jóvenes, y, aunque agradezco mucho el esmero con que nos atienden, siento una atracción especial por esta casa donde trabajo, porque fueron mis primeros años recibiendo y compartiendo amor».

La directora del Hogar, Dagmara Quesada Torres, aunque lleva dos años en esta institución, como está vinculada al sistema desde 1997, cuenta con suficiente experiencia para asegurar que los niños, adolescentes y jóvenes atendidos en estos centros se sienten como en familia, quieren a todo el personal que los atienden y ese sentimiento es recíproco.

Eso le sucede a Marialis y lo comprendo, porque los agradecidos jamás se olvidan de quienes se entregaron a su formación integral y educación.

La veinteañera Marialis primero se tituló como elaboradora de alimentos y luego venció los estudios de auxiliar pedagógica, que desempeña con tanta vocación y esmero, pero su espíritu de superación continúa y no cesará hasta licenciarse en Educación Preescolar.

«Es la carrera que me gusta, porque trabajar con los niños es una pasión que ha crecido en mí y no voy a desperdiciar las oportunidades que nos dan para lograr cuanto nos propongamos».

Las relaciones de Marialis con los seis niños del Hogar No. 3 son excelentes y de la misma manera se relaciona con los 24 trabajadores y especialistas, quienes permanecen atentos a cada detalle de los pequeños y reciprocan los gestos de amor que ellos les prodigan.

Los hogares de niños sin amparo familiar fueron creados por el Decreto-Ley No. 76, del año 1984, para que no quedaran desamparados con garantías de una vida plena en sociedad.

En todo el país se distribuyen por edades, pues unos atienden a niños y niñas de cero a seis años, otros a infantes y adolescentes de siete a 18 años. Al llegar a esa mayoría de edad, a los que se encuentran cursando estudios universitarios se les asigna una pensión temporal  y cuando forman pareja reciben una vivienda.

Los hogares de niños sin amparo familiar reciben donaciones de entidades estatales y cooperativas, así como de amigos solidarios de países como Canadá.

Holguín, La Habana y Villa Clara son las provincias con mayor número de instalaciones dedicadas a tan noble causa, donde se garantiza la inclusión social, la educación del menor, el desarrollo de la personalidad y de valores que los convertirán en personas plenas, comprometidas con el desarrollo del país.

Por tales razones, Marialis agradece a las personas que contribuyeron a su crecimiento humano en los hogares donde creció y se formó.

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