Nikkei, los japoneses inmigrantes en Holguín

Yurisay Pérez Nacao tiene 15 libros publicados y es la historiadora de Banes, donde nació el cinco de marzo de 1973. Es lo que podemos considerar como una mujer de éxito. Pero guarda en su familia un sorprendente misterio. Uno de sus abuelos era un nikkei como le llaman en Japón a los nacidos en esas islas y dejan la tierra natal para construir una nueva vida en el extranjero. Nos acercamos a esta relevante colega con algunas preguntas sobre su antepasado japonés. Así emprendemos un camino olvidado hasta ahora: la emigración del País del Sol Naciente a este archipiélago del Caribe.

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¿Por qué la inmigración japonesa en Banes?

-Soy descendiente de japonés y hasta cierto punto es una deuda con mis ancestros. Además quisiera completar un estudio sobre los componentes étnicos de Banes, similar al trabajo del Dr.C. Jesús Guanche Pérez. Unido a que esta es una minoría étnica poco investigada por la historiografía cubana.

¿Cuándo comenzó?

-El inicio de la inmigración japonesa en Cuba se reporta en el año 1898 y se incrementa después de la Primer Guerra Mundial, sobre todo a partir de 1926. La sobrepoblación de los grandes centros urbanos, como Tokio y Osaka, por el éxodo rural provocado por las difíciles condiciones que imperaban en el campo, creaba una situación de desequilibrio socioeconómico en las ciudades. Por tal motivo, el gobierno japonés junto al sector privado fueron los más interesados en promover y subsidiar a los grupos de nacionales que desearan emigrar. En 1927 fue puesta en vigor una ley que instituía la Federación de las Asociaciones Ultramarinas.

De igual forma, la Kagai-Kogyo Kaisha, verdadero “trust de emigración”, realizaba en Japón la propaganda para la misma, transportaba los emigrantes y fiscalizar los barcos que los conducían. A ello se sumaba la creación, por ley imperial, de las guildas de emigración en el extranjero, con el objetivo de auxiliar a los que emigraban con sus familias.

Cuba se convertía en un nuevo horizonte por la expansión de las inversiones azucareras estadounidenses y la brecha demográfica provocada por los efectos de la Guerra de Independencia. Además en 1924 en los Estados Unidos se aprobó la Ley de inmigración o Ley Johnson-Reed, que impedía la entrada a ese país de inmigrantes de Asia. Lo que hacía a Cuba un destino más seguro.

¿Cuántos llegaron?

-Los censos de población no recogen en un acápite a los japoneses; el de 1919 los incluye en Otros países y desconocidos, y el de 1931, en Otras naciones de Asia, al igual que el de 1943. Hasta este momento no he encontrado una fuente confiable que me aporte una cifra total, lo más acertado posible.

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La Dra.C Yurisay Pérez Nacao, ha publicado 15 libros sobre  investigaciones relacionadas con los inmigrantes japoneses en Cuba. Foto: Tomada de Ecured/Archivo

¿Establecieron familias, dejaron descendencia?

-Sí, claro la mayoría de ellos formaron familias. Fue una inmigración predominantemente masculina, pues el número de mujeres fue reducido, por eso se impuso la mixtura étnica.

En Banes de los cinco que se establecieron aquí, cuatro se casaron con cubanas y uno se mantuvo soltero. Formaron la familia Takeo Kanzaki, que tuvo cuatro hijos, Yushiro Miyano tuvo tres hijos y Sunao Nakao tuvo siete. Kishisaburo Kaibara no tuvo descendientes, padecía de cáncer y murió a fines de la década de 1950; al igual que Hiroito, que no se casó nunca y padecía de un asma crónica que le causó la muerte, en ese mismo periodo.

Según los censos con que cuenta hoy la embajada de Japón y la Colonia japonesa, en Cuba viven alrededor de mil 200 descendientes de las diferentes generaciones.

¿Cómo fueron las familias que crearon?

-Los cinco japoneses que se establecieron en Banes eran hombres, de ellos solo tres crearon familias, todos con mujeres cubanas. Es por eso que en sus descendientes no se aprecia una fuerte identificación con la cultura japonesa porque fueron sus madres cubanas el centro de la transmisión de normas de conducta y patrones culturales de los cuales eran portadoras, por ser las máximas responsables de la educación de los hijos y las principales transmisoras de códigos culturales.

 ¿En qué trabajaban?

-Muchos de los que emigraron a Cuba trabajaron en la agricultura, en la pesca, la industria azucarera, la jardinería. En el caso de los cinco radicados en Banes todos trabajaron en dependencias de la United Fruit Company.

 ¿Tu abuelo cómo se llamaba, de dónde era?

-Mi abuelo se llamaba Sunao Nakao y era de Kumamoto, que fue una de las prefecturas que más inmigrantes aportó.

¿Cuándo llegó a Cuba?

-El nueve de abril de 1925, llegó a Cuba, por el puerto de La Habana, a los 32 años de edad, a bordo del vapor Calamares. Vivió en Camagüey hasta 1932.

¿Por qué emigró?

-En Japón él era trabajador agrícola y en ese periodo se produjo un colapso de la economía, debido a la caída de los precios del arroz, los efectos de la crisis financiera y luego la llegada de la Gran Depresión. Supongo que esas circunstancias fueron las que lo hicieron emigrar. Paralelamente, el auge de la industria azucarera que acontecía en Cuba, abría las puertas a un gran movimiento migratorio.

¿Cuándo llegó a Banes?

-En 1932.

¿En qué trabajaba en Banes?

-Primero fue jardinero en el American Club y luego cocinero en el hospital de la United Fruit Company.

 ¿La esposa, los hijos?

-Contrajo matrimonio con Mariana Trujillo Verdecia, de cuya unión nacieron siete hijos, dos hembras y cinco varones: Miye, Kaduo, Kaduky, Minol, Mitul, Midol y Sueky.

¿Dónde se estableció en Banes?

-Como obrero de la United Fruit Company, le fue arrendada una vivienda, propiedad de dicha compañía, ubicada en un terreno colindante con el barrio Antillano o La Güira.

¿La casa tenía características peculiares de influencia japonesa?

-No, era una casa de madera sobre pilotes y cubierta de zinc, de las que construyó la United Fruit Company, en los barrios que fundó en Banes.

¿Qué pasó con él en la Segunda Guerra Mundial?

-Como todos los inmigrantes de los países que conformaban la Triple Alianza o las potencias del Eje: Japón, Alemania e Italia, fueron hechos prisioneros y concentrados en el Presidio de la Isla de Pinos. Los japoneses fueron los últimos en ser liberados, pues aun y cuando la guerra había concluido desde agosto de 1945, a ellos le dieron la libertad en marzo de 1946.

 ¿Al regresar a Banes qué situación encontró con su casa y propiedades?

-Afortunadamente, no perdió la casa y durante el tiempo que estuvo en prisión la familia se pudo mantener allí. Volvió a ser empleado por la United Fruit Company y continuó su vida normal.

¿Cuándo falleció, donde están sus restos?

-Murió el 23 de octubre de 1954, a los 61 años, a consecuencia de un infarto cardíaco. Sus restos reposan en el cementerio Sur o La Güira, en Banes.

 ¿Qué fue para ti ese abuelo que no conociste?

-Para mí fue un enigma, de pequeña como que me enorgullece ser nieta de un japonés y tener un nombre japonés, con un significado, al igual que el resto de mis primos. Pensaba que era diferente a los demás niños. Con el paso del tiempo y los estudios entendí que la población cubana es multiétnica y la inmensa mayoría de las personas tiene en sus raíces algún otro componente étnico.

¿Cómo comenzaste a conocer su huella, su legado?

-El murió relativamente joven, cuando sus hijos eran niños y adolescentes y no les transmitió los elementos de su cultura, por eso no hay una huella.

La principal herencia, además de la disciplina, la honradez y la perseverancia, está en la práctica de las artes marciales. Mis tíos mayores fueron los iniciadores del Judo en Banes y casi todos los varones de las diferentes generaciones lo han practicado, yo fui la única hembra que lo practicó, aunque por muy poco tiempo, solo un año.

¿Esa voluntad tuya de que eres una de las autoras con más libros publicados de Holguín, doctora, historiadora de Banes, tiene una huella de la voluntad del abuelo?

-Si, quizás mi perseverancia y voluntad de superación constante sea una herencia de mi abuelo.

 ¿Qué huella dejaron los japoneses en Banes?

La huella de los japoneses en Banes es imperceptible, fueron muy pocos, eran una verdadera minoría étnica. Reitero, de los cinco, solo tres formaron familia.

¿Has investigado sobre los japoneses en Banes?

Estoy iniciando un proyecto de investigación que se titula Presencia japonesa en Banes. Me encuentro en el proceso de recogida de la información.

¿Tienes un libro?

-No, todavía, hasta ahora solo tengo un artículo que fue presentado en la X Jornada de la Diversidad Cultural, celebrada en Camagüey y en el XVIII Congreso Iberoamericano de Pensamiento, ambos en el 2023.

¿Esta inédito?

-Lo que está hecho no está totalmente inédito, pues se publicó en el CD de las Memorias del XVIII Congreso Iberoamericano de Pensamiento.

 ¿Crees que se pueda publicar?

-Sí, eso espero.

 ¿Te ha resultado difícil la consulta de las fuentes?

-Relativamente, muchas fuentes están en instituciones en La Habana y a veces a los investigadores de Oriente se nos hace muy difícil viajar para investigar.

Y en Japón ¿existen fuentes que puedas consultar?

-Sí, y en mi viaje a la tierra de mi abuelo ese era uno de los objetivos propuestos, pero lamentablemente pude traer muy poca información. Me interesaba consultar documentos de los años 1920 a 1925, periodo en el que se produjo la mayor emigración de japoneses a Cuba, pero las fuentes son escasas y dispersas ya que la mayoría se perdió por desastres naturales como el terremoto de Kanto, en 1923 y luego los efectos de la Segunda Guerra Mundial.

A ello se une que una buena parte de estos inmigrantes provenían de la prefectura de Kumamoto (ubicada en la isla Kyushu) y de la Isla de Okinawa (isla mayor del grupo de Islas Ryuku, al suroeste del país) y yo estuve en Yokohama y Kanazawa, dos ciudades que se ubican en Honshu (la isla central y de mayor tamaño), de modo que resultaba muy difícil trasladarme a esos territorios.

De todas formas visité el Museo del Inmigrante y recibí una excelente conferencia del profesor universitario Alberto Shunji Matsumoto sobre la migración japonesa al exterior y las comunidades Nikkei, que me ayudó a entender muchas cosas. Además permanecí allá tres meses, me nutrí de sus saberes con el claustro del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Kanazawa y conté con la asesoría de su director en funciones el profesor Akira Ota, que me esclareció muchas interrogantes que tenía.

Coméntame sobre ese viaje a Japón, ¿qué significó para ti?

-Dice Francys Ponce De León Arakawa, la presidenta del comité gestor de la Colonia japonesa en Cuba, que somos un Nikkei antes, y otro después de viajar a Japón, y es cierto.

Uno regresa más identificado con sus raíces de la tierra del Sol Naciente. Convivir con ellos, admirar su patrimonio cultural, apreciar sus bellezas naturales y disfrutar su desarrollo económico me demostró que ese país – de donde vino mi abuelo- es mucho más que lo que conocía en los libros, películas y noticieros, que no es solo comer arroz con ohashi, usar kimonos y practicar artes marciales, tiene una cultura milenaria que preservan celosamente.

Es por eso que a mi regreso me he convertido en una ferviente divulgadora de la cultura japonesa y he implementado para ello un programa de actividades que incluye exposición fotográfica y de objetos que muestran su patrimonio, costumbres y tradiciones; un ciclo de conferencias sobre literatura, arquitectura, religión, cultura popular tradicional; y talleres de origami y de ikebana.

¿Cuáles son los nuevos retos para la historiadora, descendiente de japonés?

Tengo muchos proyectos, como profesional me falta hacer el cambio para la categoría de investigador titular, pues ya soy profesora titular; debo concluir y publicar el libro Presencia japonesa en Banes, que me encantaría que pudiera salir en español y en japonés. Y lograr que la comunidad Nikkei de la región oriental de Cuba se fortalezca y logre revitalizar la cultura de nuestros ancestros.

¿Crees que se podría implementar el 23 de octubre, fecha del fallecimiento de tu abuelo como el día de la emigración japonesa a Holguín?

-Quizás, podría ser y además la idea aparece por primera vez en este interesante espacio de Radio Angulo que es Memoria Holguinera.

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José Miguel Abreu Cardet
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