La copa menstrual, también llamada copa vaginal, es un producto de higiene femenina para la gestión menstrual. A diferencia de otros métodos internos como tampones y esponjas, no absorbe los fluidos, sino que estos se depositan dentro hasta el momento de extraerla y desecharlos. Es un producto reutilizable y se fabrica en látex, silicona grado médico o elastómero termoplástico (TPE).
1930 La patente de Leona Chalmer
Durante la década de 1930 comenzó la producción de las primeras marcas comerciales de copas menstruales. Los primeros antecedentes son la Daintette Cup fabricada por The Dainty Maid Inc. en Middlefield, Connecticut, y Foldene Cup por Foldene Inc. en Cleveland, Ohio.
Ambas tenían un molde muy similar pero variaban en color y tamaño. Hasta el momento, estos productos habían sido diseñados por hombres pero fue en 1937 que el modelo fue revolucionado por una mujer. La inventora y actriz estadounidense Leona Chalmers patentó un modelo que, a diferencia de sus predecesores, estaba fabricado en caucho vulcanizado y presentaba pequeñas aberturas debajo de su aro para la liberación de presión.
Lanzó su producto bajo la marca Tass-ette, pero durante la Segunda Guerra Mundial el faltante de caucho como materia prima perjudicó la producción de la copa. La barrera cultural sobre la sexualidad femenina impedía al público incorporar métodos internos de gestión menstrual como copas o tampones (patentados y lanzados en esta década), así como también existía la preocupación de sectores de la Medicina sobre la seguridad de estos dispositivos.
En esta época Chalmers trabajó con el empresario Robert Oreck, quien fundó la compañía Tassette Inc. para comercializar su modelo de copa con el nombre de Tassette.
La promoción del producto destacaba la sensación de «frescura» que brindaba y su forma «bonita». Para la estrategia de mercadotecnia se desplegaron anuncios en prensa, la primera publicidad radial de un producto menstrual en EE. UU que contó además con la recomendación de una doctora, y se alquiló un espacio en Times Square, convirtiéndose así en el primer anuncio de este lugar dedicado a un artículo de este tipo.
Si bien la copa logró ingresar al mercado, el público mostró cierta resistencia a la idea de lavar y reutilizar un dispositivo genital y se decantó por el uso del tampón descartable.
La revista especializada Obstetrics & Gynecology publicó una serie de notas entre 1959 y 1963 evaluando el modelo de Chalmers y llegó a la conclusión de que: «La copa ha probado ser segura, higiénica y cómoda». A menudo destacando los beneficios que ofrecía y la mayor seguridad frente a otros productos como tampones y toallas sanitarias.
Establecimiento de la copa en el mercado
En la década de 1970 cayó la venta de tampones en Estados Unidos debido al registro de casos de síndrome de shock tóxico asociados a su uso. Esto propició la conformación de un sector de consumidores que buscaban soluciones alternativas, entre ellas la copa menstrual. Otros factores que entraron en juego fueron la difusión de ideas sobre ecología y espiritualidad asociadas a la menstruación.
En 1987 Lou Crawford comenzó a fabricar la copa de látex The Keeper, en Cincinnati, Estados Unidos; el modelo sigue en venta hasta la actualidad. La presentación original incluía dos talles, el primero para mujeres nulíparas y el segundo, más grande, para las que hayan experimentado partos vaginales. La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) requirió que se establezca una advertencia sobre posible alergia al látex.
Nuevo siglo, nuevo producto
Con el cambio de siglo, del contexto social y el surgimiento de las redes sociales como espacios donde debatir temas anteriormente considerados tabú propiciaron la incorporación paulatina de este método de higiene.
Otros factores que entraron en juego fueron la aparición de movimientos como el body positivity, nuevos conceptos como justicia ambiental y la demanda del público consumidor de ingredientes y productos más «naturales».
En 2002 se lanzó la primera marca de copa menstrual reutilizable de silicona grado médico hipoalergénica, Mooncup, con base en el Reino Unido. Este material es una alternativa con menor tasa de alergia que el látex. Desde los años 2010 existen alrededor de 200 marcas en 99 países.
Perder el miedo a los productos de higiene menstrual que van más allá de las compresas o íntimas y los tampones pasa, primero por informarse y después por probarlos y decidir si son para ti. Los productos de higiene femenina han evolucionado mucho a lo largo de los años para hacer más fácil la vida de las mujeres. La aparición de la copa menstrual supuso toda una revolución porque, aunque hay que acostumbrarse a su uso, supone un gran beneficio para la salud de la mujer y para el medio ambiente. De esta forma los principales beneficios de este producto son:
1. Cero productos químicos
La copa menstrual está fabricada en un material hipoalergénico que no provoca ningún tipo de alergia o reacción en nuestro cuerpo. Con su uso, no hay ningún riesgo de desarrollar la enfermedad del síndrome del choque tóxico que estaría supuestamente asociada con el uso diario de tampones.
2. No absorbe la menstruación, sólo la recoge
El funcionamiento de la copa menstrual es simplemente recoger la menstruación, no la absorbe como las compresas o los tampones, por lo que se evitan las irritaciones y la sequedad.
3. Más barata a largo plazo
Aunque su compra supone un desembolso inicial más alto que otros productos de higiene femenina, el coste a largo plazo se amortiza pues tiene una vida útil de hasta 10 años.
4. Aguanta más que un tampón
La copa menstrual tiene más autonomía que cualquiera de los otros productos de higiene íntima pues puede aguantar hasta 12 horas sin necesidad de pasar por el baño
5. Más ecológica
Es uno de los elementos que ha hecho que las mujeres jóvenes y más concienciadas con el medio ambiente optaran por la copa menstrual como alternativa a los kilos y kilos de celulosa, plástico, cajas y aplicadores que vertemos al basurero cada mes la población femenina.
El material del que está hecho la copa no contamina nada y hasta en el proceso de fabricación de este producto se reduce el uso de agua que se necesita, al contrario de los proceso de producción de compresas o tampones.
6. Más cómoda de llevar
Muchas mujeres que se han decidido a probar la copa menstrual destacan, sobre todo, que no notas que la llevas puesta, que puedes utilizarla con cualquier tipo de ropa sin miedo. Esto permite mantener la naturalidad de los movimientos; así como realizar deporte sin problemas, ir a la playa o cualquier otra actividad cotidiana.
Al margen del hecho de que algunas mujeres todavía puedan sentir aprensión ante la idea, la copa menstrual sin duda es un producto que ha revolucionado la industria y la vida de muchas mujeres en la actualidad.
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