La cantante británica Adele aseguró recientemente, en un encuentro con cubanos durante un concierto en Las Vegas, EE.UU., que había viajado a Cuba a la edad de 12 años, y confesó también haber quedado encantada con su visita a la Isla y su pueblo.
A pesar de su fama por su poderosa voz de mezzo soprano, de ser una de las mujeres más bella del mundo del espectáculo y de poseer una gran fortuna, Adele no ha dejado de ser una mujer humilde y disfruta la interacción con el público, que paga desde 500 hasta cuatro mil dólares por verla en sus conciertos nombrados Weekends with Adele en el Coliseo del Caesars Palace, de la también llamada ciudad de los casinos.
Pero lo sorprendentemente hermoso de esa noche fue cuando la cantante británica aceptó el pedido de la joven cubana Mónica Betancourt y reveló el sexo de su futuro bebé.
Después de leer el cartel «Adele, please would you do our gender reveal?» (Adele, ¿podrías hacer nuestra revelación de género, por favor?), la cantante bajó y se reunió con la joven de la isla.
El auditorio explotó de alegría en el Teatro, al anunciar que era un niña, como confirmó la cantante al romper el sobre y leer el resultado del ultrasonido.
La pareja, emocionada, decidió que el nombre de su hija sería Adele, en honor a la cantante que hizo tan especial su revelación.
Adele, cuyo nombre completo es Adele Laurie Blue Adkins, nació el cinco de mayo de 1988, y es una de las artistas musicales más vendidas del mundo, con ventas de más de 120 millones de discos en todo el orbe.
La historia de Mónica y su pareja, ambos cubanos, es un testimonio del impacto positivo que una artista, de gran talento musical, puede tener en la vida de sus seguidores, trascendiendo fronteras y culturas.
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