La noticia traída por un mensajero mambí que llegó al campamento a revienta caballos sorprendió al General Calixto García. No había dudas que Máximo Gómez se encontraba en una difícil situación en Camagüey. Calixto recordaba con satisfacción las operaciones realizadas en el Departamento Oriental con el apoyo del General en Jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez. A quien consideraba su maestro, pues le enseñó en los inicios de la Guerra de 1868 a combatir a los españoles.
La última guerra contra España estalló el 24 de febrero de 1895 y se extendió hasta el extremo occidental del archipiélago. Calixto había sido designado jefe del Departamento Oriental Este, que comprendía desde Baracoa hasta la trocha de Júcaro a Morón, situada en la actual provincia de Ciego de Ávila. Máximo Gómez, General en Jefe de los insurrectos y Calixto García, en agosto de 1896 operaron en el territorio holguinero con éxito.
Después de trazar un minucioso plan, se separaron en Guaramanao, Holguín, el 21 de agosto de 1896. Gomez marcharía a Camagüey, donde continuaría las operaciones, Calixto a la zona de Jiguaní, le dio algún descanso a las tropas y preparó las condiciones para realizar una nueva concentración y trasladarse al Camagüey, donde existía una desfavorable situación debida a la ineptitud del anterior mando, pero las noticias que recibía Calixto eran alarmantes.
El 21 de septiembre de 1896, Gómez atacó a Cascorro. El sitio se extendió por 15 días. Anotó en su diario personal: «Se les hacen más de 200 disparos de cañón. Las cápsulas no revientan y sólo hacen el efecto de balas de arrasar. Hacen daño a los edificios, por encima, pero insuficientes para destruir los atrincheramientos que son bastante sólidos. El enemigo, a pesar de su estrecha situación como tiene abastecimientos dentro y ha comprendido lo inútil de nuestra artillería, resiste ante nuestra tenacidad». [1]
Una poderosa columna de refuerzo obligó a los mambises a levantar el sitio. Los españoles desataron una intensa campaña de propaganda sobre el fracaso cubano tanto en Cuba como en el extranjero.
La desastrosa situación la salvará Calixto García. El General holguinero dio órdenes de realizar una concentración de fuerzas mambisas del Oriente cubano. El 30 de septiembre de 1896, Calixto, al frente de una numerosa tropa, salió de los límites de Jiguaní hacia Camagüey pero se encontró con el obstáculo del río Cauto desbordado por las lluvias.
Había dos factores desventajosos para el cruce del río: la gran cantidad de hombres, más de dos mil y el exceso de impedimentos, debido a las armas y parque que llevaba para Gómez. Sin embargo, estaba incitado por la urgencia de llegar lo más rápidamente a Camagüey. El fracaso de Cascorro obligaba a los cubanos a forzar al paso del Cauto sin detenerse a esperar que la creciente del río disminuyera.
Ante la imposibilidad de encontrar un vado, recurrió a la utilización de medios ingenieros. Tradicionalmente, los vecinos del río tenían pequeñas canoas, pero en aquellos momentos el número era bastante reducido. El traslado de la columna insurrecta, en esas embarcaciones, se hubiera prolongado indefinidamente, y con la amenaza de quedar fragmentada, nada conveniente en una operación militar.
Gracias a la experiencia de los vecinos del Cauto, y a la mano de obra de los combatientes, la mayoría campesinos, se talaron una gran cantidad de árboles muy abundantes en las riberas del río, y se construyeron numerosas balsas. En dos días, a pesar de los intensos aguaceros, contaban con una flotilla de estas rústicas embarcaciones. El jefe del Departamento organizó minuciosamente el paso del río, dividió las tropas en pequeños grupos, asignándole a cada uno una embarcación. La caballería, más de 200 jinetes, iban en canoas con los caballos cogidos por las bridas. La impedimenta se dejó para el final. El paso del Cauto se realizó sin pérdida de hombres ni animales. En la otra ribera del río, los mambises encontraron extensas llanuras inundadas, y fueron atravesadas cargando, cada soldado, además de sus utensilios personales, 60 o 70 libras de parque destinado a Gómez.
El río Salado, crecido también, fue atravesado por un puente que se le construyó. Al llegar a San Andrés de la Rioja, zona mucho más alta, los cubanos habían ganado una difícil batalla a la naturaleza. Allí se incorporaron las fuerzas de Holguín con dos cañones y una gran cantidad de mulos y caballos.
El 13 de octubre Máximo Gómez y Calixto García se encontraron en San Antonio de Blanquizal y trazaron el plan de operaciones: el ataque a Guáimaro. El primero, al frente de una columna de caballería se sitúa en las inmediaciones de la ciudad de Camagüey, impediría la llegada de refuerzos a los sitiados. Los mambises tuneros desempeñaron similar función en su zona. El sitio del poblado por Calixto, se prolongó entre el 17 y 28 de octubre, cuando finalmente se rindió la plaza.
Después de esta victoria, ambos Generales, unidos, decidieron atacar el poblado de Cascorro. El General José M. Capote, con parte de las fuerzas, recibió la misión de construir trincheras, impedir la entrada de alimentos y hostigar la guarnición, constantemente, para desmoralizarla. Mientras Gómez y Calixto se enfrentaron a la poderosa columna de refuerzo del General español Jiménez Castellano, quien logró, después de combatir con los cubanos, entrar en Cascorro.
El plan trazado por ambos estrategas, se adaptaba a las nuevas circunstancias; en esos momentos era imposible atacar Cascorro, defendido por más de cuatro mil españoles, por lo que lo bloquearon y repartieron las fuerzas en todos los caminos de acceso al poblado.
Jiménez Castellanos decidió retirar la guarnición de Cascorro. El cinco de noviembre, después de incendiar el poblado, inició la marcha. En su recorrido hasta San Miguel de Nuevitas fue continuamente hostigado por los cubanos. En la operación reconoció tener 20 muertos, 59 heridos graves y 138 leves. Los cubanos, seis muertos y 44 heridos, entre graves y leves. Poco después, los españoles también se vieron obligados a retirar la guarnición de los poblados camagüeyanos de San Miguel de Nuevitas.
Estas acciones cubanas demostraron la capacidad y organización del Ejército Libertador. Vencieron los obstáculos de las crecidas de los ríos Cauto y Salado, alimentaron durante más de un mes una concentración de alrededor de tres mil combatientes y sostuvieron durante 11 días el sitio de Guáimaro, sin desplazar sus poderosos contingentes de las inmediaciones de Puerto Príncipe y Tunas. Situados en esos lugares para evitar la llegada de refuerzo a los sitiados. Luego, obligaron al mando enemigo por medio de acciones combinadas de grandes unidades y hostigamiento guerrillero, a abandonar los poblados de Cascorro y San Miguel.
Había sido una relevante victoria de los Generales Máximo Gómez y Calixto García y de los sufridos mambises que atravesaron zonas pantanosas con un solo objetivo combatir por Cuba Libre.
Notas:
1.-Diario de Campana, Máximo Gómez, páginas 311 y 312, Instituto del Libro, La Habana, 1968.
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