La Educación Especial en Holguín concluyó el año 2025 con importantes avances, resultado de un trabajo sostenido que continúa priorizando la inclusión, el desarrollo integral y la atención personalizada a niños, adolescentes y jóvenes con necesidades educativas diversas.
Pese a los desafíos que impone la realidad económica del país, especialmente en materia de recursos y cobertura docente, el sistema logró sostener un desempeño estable gracias a la entrega de maestros, especialistas, directivos y familias, quienes asumieron con responsabilidad la misión de garantizar una educación de calidad para todos, sin distinción de sus particularidades.
A lo largo del año, los 26 centros de Educación Especial distribuidos por el territorio holguinero acogieron a más de tres mil estudiantes con diferentes condiciones y necesidades, desde discapacidades intelectuales y sensoriales hasta trastornos de la conducta y del espectro autista.
Este amplio universo requirió la puesta en marcha de programas pedagógicos flexibles, adaptados a la realidad de cada escolar y orientados a promover su autonomía, autoestima y participación activa en la sociedad. En ese sentido, la provincia apostó por un modelo educativo que integra la formación académica con el desarrollo de habilidades prácticas, la interacción comunitaria y el fortalecimiento emocional de los educandos.

En medio de este esfuerzo, el territorio debió enfrentar las secuelas del huracán Melissa, fenómeno que impactó directamente en la infraestructura escolar. Diez de las 26 instituciones de Educación Especial sufrieron afectaciones, y en dos de ellas los techos colapsaron por completo, dejando inhabilitados los locales principales.
Sin embargo, la recuperación se inició de inmediato: brigadas de trabajadores, junto a familias, estudiantes y miembros de la comunidad, participaron en labores de limpieza, recogida de escombros y acondicionamiento de los espacios esenciales para reanudar el proceso docente.
Paralelamente se implementaron ajustes curriculares destinados a compensar el tiempo perdido, lo que permitió reorganizar los contenidos y garantizar que los aprendizajes previstos se cumplieran sin afectar la formación de los alumnos. Este accionar conjunto evidenció el compromiso social con la educación y la prioridad otorgada a restablecer cuanto antes la normalidad escolar.
Más allá de esta contingencia, los proyectos educativos desarrollados durante el año consolidaron su impacto en la adquisición de conocimientos y en la formación integral de los estudiantes. Entre los más relevantes se encuentran los programas vinculados con el entorno y el medio ambiente, que acercan a los escolares a la realidad natural y cultural que los rodea.
Un ejemplo significativo fue el de la escuela Renato Aguilera Galván, en Moa, donde los alumnos se adentraron en el estudio de los ecosistemas marinos, comprendiendo la importancia de su conservación. De manera similar, en Gibara se fortaleció un proyecto dedicado a la limpieza de costas, en el cual el reciclaje de materiales se transformó en recursos didácticos y juguetes utilizados posteriormente en las clases, convirtiendo la educación ambiental en una experiencia práctica y formativa.
La formación laboral, por su parte, constituyó otro eje estratégico durante el año. Con el propósito de que los jóvenes puedan construir proyectos de vida autónomos, se fortalecieron vínculos con empresas y sectores productivos. La Hilandería Inejiro Asanuma, en Gibara, figuró entre las entidades más activas en este empeño, al facilitar espacios laborales para egresados de las escuelas especiales.
Este proceso de perfeccionamiento se reflejó en mejores resultados escolares, mayor retención educativa y un incremento en la motivación por continuar estudios. Los logros se evidencian en los 14 estudiantes que culminaron el duodécimo grado y obtuvieron acceso a carreras universitarias, demostrando que, con apoyo y acompañamiento, es posible alcanzar metas significativas.
En paralelo, la atención ambulatoria y hospitalaria se mantuvo como una de las fortalezas del sistema. Cerca de 200 estudiantes recibieron clases en sus hogares, áreas de salud o en las aulas del Hospital Pediátrico Octavio de la Concepción y la Pedraja, gracias a la labor de más de 90 docentes coordinados con el sistema de Salud Pública. Esta modalidad permitió garantizar la continuidad educativa de alumnos con enfermedades crónicas o transitorias, consolidando la idea de que ningún niño debe quedar al margen de su proceso formativo.
En este escenario, la contribución del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) desempeñó un rol decisivo. Sus programas beneficiaron a más de 30 niños sin amparo familiar atendidos en los cuatro hogares sin cuidado parental de la provincia, donde se entregaron recursos esenciales como refrigeradores, fogones, lavadoras, neveras, ollas y lámparas recargables, lo que mejoró considerablemente las condiciones de vida y funcionamiento de estos centros.
Asimismo, se impulsó la capacitación de docentes, cuidadores y otros profesionales vinculados a la protección infantil, mediante materiales didácticos y herramientas informativas destinadas a fortalecer la atención psicosocial.

Todos estos esfuerzos consolidan a Holguín como una de las provincias con mayor alcance en la atención a las necesidades educativas especiales, respaldada por una red amplia y sensible considerada una de las conquistas más humanas del sistema educativo cubano.
Aunque persisten retos, la voluntad de mejorar cada proceso y de acompañar a cada escolar hacia la independencia y la inclusión social se mantiene como premisa. En 2025, la Educación Especial holguinera demostró una vez más que, aun frente a adversidades, es posible sostener una obra profundamente transformadora, capaz de abrir horizontes y cambiar vidas.
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