Fue durante una escuela al campo, cuando cursaba el onceno grado del preuniversitario, que leí la novela Frankenstein, de Mary Shelley, y juro que la historia me atrapó por su narración tan impecable e inverosímil.
Había visto el filme en blanco y negro realizado por los productores de Hollywood, como todas las producciones de aquella época, pero ahora tenía ante mí la novela que había llegado a mis manos gracias al préstamo de mi compañero de estudios Reynaldo Lázaro Mastrapa, que lo había acabado de leer.
Lo cierto es que el monstruo nunca tuvo un nombre en toda la historia de la novela, pero investigando para esta crónica me enteré que su autora la bautizó como Adam, aunque el personaje del doctor Victor Frankenstein lo llamaba la criatura.
Esta novela tuvo tanta repercusión mundial que Frankenstein tiene su día mundial el 30 de agosto, coincidiendo con el nacimiento de Shelley, que nació en esa misma fecha, pero de 1797.
En Cuba no se ha reeditado la novela, pero ha vuelto al mundo cultural internacional por la más reciente película de Guillermo del Toro, que ha reinventado a Frankenstein y lo ha humanizado como monstruo.
Desde que se estrenó Frankenstein, de Guillermo del Toro, el siete de noviembre, se mantiene dentro del Top 10 de Netflix en todo el mundo, de acuerdo con una publicación en las redes sociales de la cuenta oficial de la película.
El filme está protagonizado por Óscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth y Christopher Waltz. La historia se presenta como la visión que tiene el cineasta mexicano de este libro que plantea conflictos todavía muy presentes en la sociedad actual: la soledad, el abandono y los límites éticos de la ciencia.

La película sigue al médico Víctor Frankenstein (Isaac), quien decide desafiar la muerte y crear vida a partir de una criatura (Elordi) hecha con partes de cadáveres. Sin embargo, el intento del científico de jugar a ser Dios y su falta de responsabilidad sobre su creación lo llevará a una serie de consecuencias fatales.
La cinta destaca por la actuación de Jacob Elordi, quien ofrece una de las visiones más humanas y sensibles de la criatura, así como por la fotografía de Dan Laustsen y el diseño de vestuario de Kate Hawley, quienes logran transmitir a través de la iluminación y la vestimenta la atmósfera gótica de la obra de Shelley.
En esta reinterpretación de la novela más famosa de Mary Shelley, Guillermo del Toro retoma uno de sus temas más recurrentes en otras de sus películas, como La forma del agua (2017) o El callejón de las almas perdidas (2021): la humanización de los monstruos y el lado monstruoso de la humanidad.
Un elemento distintivo de la película es la inclusión de una cita de Lord Byron al principio y al final de la historia. La frase, extraída del poema narrativo “Childe Harold’s Pilgrimage”, publicado en la misma época que la novela de Shelley, aparece en pantalla como homenaje a las raíces literarias de la obra.
Byron, amigo de Mary Shelley y de su esposo Percy Bysshe Shelley, desempeñó un papel fundamental en el origen de Frankenstein: durante un lluvioso verano, propuso a su círculo de amigos el reto de escribir una historia de fantasmas.

De ese desafío surgió la novela de Mary Shelley, considerada por muchos como la primera obra de ciencia ficción con tintes góticos.
La cita de Byron no solo reconoce la influencia directa del poeta en la gestación de la novela, sino que también subraya el carácter “byroniano” de Victor Frankenstein: un protagonista melancólico, arrogante y cínico, pero capaz de amar intensamente, lo que ha convertido a este arquetipo en un referente de la cultura popular.
Pero ahora, a través del tiempo, el filme Frankenstein, es el nuevo regreso hermoso del mito de una novela al mejor cine mundial con el sello de Guillermo del Toro.
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