El poder de la música para la salud y el bienestar emocional

Diversos estudios se han realizado en torno a un tema que a muchos llama la atención: los efectos de la música en la psiquis humana. La mayor parte de los investigadores coinciden en que la música es un estímulo placentero y especialmente potente que puede emplearse para influir positivamente en los estados emocionales de las personas, y hasta se plantea que puede resultar útil en varias enfermedades.

La capacidad de la música para provocar reacciones fisiológicas está documentada, ella produce una respuesta mediada por el sistema nervioso autónomo que afecta a la frecuencia cardiaca, respiratoria, a la conductividad de la piel y a la temperatura periférica. Varias investigaciones han demostrado que la música tiene la capacidad de reducir la ansiedad y la sensación de dolor. 

En un estudio con 38 pacientes que llegaron a una sala de emergencia presentando heridas que requerían de sutura, se dividió a estos en dos grupos. Uno escuchó música mientras era sometido a los procedimientos quirúrgicos y el otro no. Se encontró que los pacientes del primer grupo informaron sentir menos dolor durante la intervención quirúrgica que los del segundo. Hace algunos años en China se realizó una investigación con 76 pacientes con diagnóstico de esquizofrenia, los investigadores observaron que luego de un mes de terapia musical los pacientes mostraban menos síntomas, mejoraron su capacidad comunicativa y mostraron mayor interés en actividades externas.

La Revista Cubana de Medicina General Integral publicó un artículo titulado «Musicoterapia. Una modalidad terapéutica para el estrés laboral». Sus autores plantean que la aplicación de la musicoterapia posee un amplio espectro y ha demostrado ser muy útil para contrarrestar los efectos negativos del estrés, o para prevenir su aparición, ayudando al individuo a recuperar los niveles basales óptimos de funcionamiento psicofisiológico y de bienestar.

En el Centro de Investigación de Adicción de Stanford, en California, Estados Unidos, el científico Abraham Goldstein comprobó que la mitad de las personas estudiadas experimentaban euforia mientras escuchaban música. Las sustancias químicas sanadoras generadas por la alegría y la riqueza emocional de la música capacitan al cuerpo para producir sus propios anestésicos y mejorar la actividad inmunitaria.  Goldstein formuló la teoría de que las emociones musicales, es decir, la euforia que produce escuchar cierta música, era la consecuencia de la liberación de endorfinas por la glándula pituitaria, como respuesta a la actividad eléctrica que se propaga en una región del cerebro conectada con los centros de control de los sistemas límbico y autónomo.

Música y bienestar

Este uso de la música puede parecer novedoso, sin embargo se conoce que desde los tiempos de la antigua Grecia numerosos filósofos e historiadores escribieron sobre ella como agente terapéutico. Hace más de dos mil 500 años que el filósofo griego Pitágoras recomendó cantar y tocar un instrumento musical cada día para eliminar del organismo el miedo, las preocupaciones y la ira.

Platón creía en el carácter divino de la música, y que ésta podía dar placer o sedar. En su obra «La república» señala su importancia en la educación de los jóvenes y cómo deben valorarse más unas melodías en detrimento de otras. Por su parte Aristóteles fue el primero en teorizar sobre la gran influencia de la música en los seres humanos. A él se debe la teoría del Ethos, una palabra griega que puede ser traducida como la música que provoca los diferentes estados de ánimo. No obstante, fue en el siglo XVIII que comenzaron a aparecer informes anecdóticos en la literatura profesional, y ya en el siglo XIX aparecieron informes de experimentos controlados.

La terapia musical o musicoterapia moderna tiene su origen en Inglaterra. El más antiguo texto sobre música y medicina fue escrito por un médico llamado Richard Brown, publicado en 1729.

Para el experto G. Agudelo «La música es una experiencia que propicia la creatividad, refina la sensibilidad, fortalece el desarrollo intelectual y produce el enriquecimiento global de la personalidad al conformar un ser humano más armonioso en su totalidad. Por ello es de vital importancia conceder este derecho desde la primera etapa de la niñez, ya que es en esa fase de la vida cuando una persona adquiere las principales vivencias que aprenderá, procesará, aplicará y perfeccionará en el campo de sus experiencias personales».

La musicoterapia es un tratamiento que se aplica a algunos trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión. Es beneficiosa también en personas que han sufrido accidentes cerebro-vasculares para recuperar la capacidad cognitiva. Está orientada, además, a la atención de pacientes con discapacidad física, neuromotoras, y otros cuadros más específicos. En la actualidad su empleo se ha extendido a personas que han sufrido abuso sexual, en enfermedades como hipertensión arterial, las demencias, infarto del miocardio y otras cardiopatías, adicciones, anorexia, artritis reumatoide, asma, ataques de pánico, autismo, cáncer, Síndrome de Down, trastornos de la personalidad y trastornos por estrés. En los últimos años se ha utilizado en Salas de Terapia Intensiva y Salones de Operaciones.

Para recibir esta modalidad de tratamiento no es necesario tener conocimientos musicales. La misma tiene diferentes variantes, unas más complejas que otras. A veces se utiliza música conocida por el paciente, de esa que forma parte de su historia o su «memoria musical», otras se hace con música especialmente elaborada para tales efectos.

Cada vez hay más pruebas que sugieren que las intervenciones basadas en la música pueden ser útiles para las afecciones de salud que se producen durante la infancia, la edad adulta o el envejecimiento. Sin embargo, debido a que gran parte de la investigación en este campo es preliminar, se ha llegado a pocas conclusiones definitivas sobre sus efectos. Muchos informes sobre los beneficios potenciales de las intervenciones basadas en la música proceden de observaciones de individuos o pequeños grupos de personas. Las pruebas de este tipo son valiosas para sugerir nuevas ideas, pero se necesitan estudios cuidadosamente diseñados y científicamente rigurosos con un mayor número de personas para proporcionar evidencia más sólida.

De algo sí podemos estar seguros: la música alimenta el espíritu y enriquece al ser humano. Escucharla es una forma excelente de etiquetar los recuerdos, recordar el pasado, expresar las emociones más profundas y la identidad.