Holguín no se olvidará de Melissa

Tarde noche de martes, 28 de octubre, en la ciudad de Holguín. No se veía una luz cercana. No había corriente, al igual que en días anteriores. Esta vez el motivo era otro: faltaban horas para la llegada de un huracán sin precedentes a estas tierras.

Caída de árboles en Holguín por efectos de los vientos de Melissa
Foto: Jorge Fernández Pérez

Llovizna intensamente. Escampa por momentos. Al encender la lámpara pienso que Melissa siempre me ha parecido un nombre bonito, dulce, que perfectamente podría ponerle a mi hija. Curioso que haya sido escogido para algo que promete ser tan catastrófico. Aún hay gente en la acera.

La noche avanza y comienza un viento leve, apenas unas ráfagas que obligan a clausurar el único sitio de la casa que falta: la puerta de la calle. Entramos y todo está oscuro. Acostarnos sería la mejor opción. Quizá cuando despertemos todo haya pasado; sin embargo, no sería tan fácil.

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Madrugada del miércoles, 29 de octubre. Nunca olvidaré ese sonido. Si las pesadillas tuvieran música, tal vez los vientos fuertes serían una de sus melodías. Era algo persistente, interminable, que encendía las alarmas ante cada ruido estridente que provocaba a su paso.

Cada vez que sentía una teja o un pedazo de madera chocar contra algo, pensaba en el trabajo que sus otroras dueños pasaron para conseguirlos. En el sitio que ocupaban y al que nunca volverían. También en que podrían estar volando por no haber sido bien asegurados. Uno piensa muchas cosas mientras pasa un huracán.

El agua comienza a entrar a la casa. Las rendijas entre las puertas parecen ser el sitio perfecto para que la lluvia se cuele. No escucho más nada que el sonido de afuera. Mi familia tampoco escucha más nada. No hablamos, actuamos como autómatas que buscan proteger el lugar en el que viven.

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Amanecer del miércoles. La claridad del día hace que todo se vea distinto. Las ráfagas y la lluvia permanecen, pero pierdes esa sensación de ahogo que da la oscuridad total. El ruido del viento seguía sonando con violencia. Difícilmente podré olvidar ese sonido.

Holguín llevaba años esquivando la influencia directa de un huracán. En las mentes de los más jóvenes faltaba una vivencia nítida de esos fenómenos, que son fatales durante y después de su paso. Eso cambió en la madrugada de este 29 de octubre.

El agua comienza a cesar y el viento disminuye su fuerza. Radio Rebelde nos dice que el ojo ya está fuera de Cuba, aunque aún se sienten los efectos. Estamos incomunicados, al menos por el momento. Nuestro vínculo con el exterior son los vecinos. Ellos están bien. Espero que mi familia también lo esté.

Un breve recorrido por la ciudad me permite echar un vistazo a las redes sociales. Las afectaciones en otros municipios de la provincia fueron terribles. También en los vecinos territorios orientales. Pienso en las personas damnificadas, mientras tengo la certeza de que Holguín no se olvidará de Melissa.