La agricultura sostenible: la salud del suelo

El mundo se enfrenta a un desafío crucial: alimentar a una población en constante crecimiento sin agotar los recursos naturales de los que dependemos.

La agricultura sostenible emerge como la respuesta a esta encrucijada, pero su implementación no está exenta de obstáculos.

La necesidad de producir alimentos de manera eficiente debe ir de la mano de la protección de los suelos, el recurso más valioso para la actividad agrícola.

La agricultura convencional, con su dependencia en monocultivos, pesticidas y fertilizantes químicos, ha logrado un incremento en la producción a corto plazo, pero a un alto costo para el medio ambiente.

La degradación de los suelos, la contaminación del agua y la pérdida de biodiversidad son solo algunas de las consecuencias de estas prácticas insostenibles.

El suelo, se ve reducido a un mero soporte para las plantas, perdiendo su capacidad de regeneración y su fertilidad natural.

La agricultura sostenible, en cambio, busca un enfoque que considere la salud del suelo como un pilar fundamental.

Prácticas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos, la labranza mínima no solo mejoran la calidad del suelo, sino que también reducen la dependencia de insumos externos, disminuyen la erosión y promueven la biodiversidad.

En esencia, la agricultura sostenible reconoce la interconexión entre el suelo, las plantas, los animales y el ser humano, buscando un equilibrio que permita la producción de alimentos a largo plazo.

Sin embargo, la transición hacia una agricultura sostenible requiere cambios en la mentalidad de los agricultores, inversión en investigación y desarrollo que incentiven prácticas sostenibles y un compromiso por parte de los consumidores.

Ya en Cuba desde este 29 de septiembre se cuenta con una Ley de la Agroecología, que acompaña la labor que se está haciendo desde hace años en el país en cuanto a la transición agroecológica de fincas y otros escenarios destinados a la producción, procesamiento, comercialización y consumo de alimentos.

Ejemplos como el uso de biopesticidas, el compostaje y el control biológico de plagas, son alternativas que ha tomado el país ante la escasez de insumos.

A pesar de las limitaciones económicas, ha logrado mantener una diversificación de cultivos, y la utilización de técnicas de manejo sostenible de los suelos.

No obstante persisten desafíos. La falta de acceso a tecnologías avanzadas y la limitada disponibilidad de ciertos recursos dificultan la expansión de la agricultura sostenible a gran escala.

La agricultura sostenible no es una moda pasajera, sino una necesidad imperante para garantizar el futuro de la humanidad.

El desafío no solo implica adoptar nuevas prácticas agrícolas, sino también cambiar la manera en que consumimos y producimos alimentos.

Miguel David Bruzón Hernández
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