Vacío existencial

Vacío existencial: Cuando la vida no tiene sentido

Algunas personas pueden experimentar en algún momento de su vida, o a veces de manera persistente, agobio, apatía, soledad, desmotivación, aburrimiento, pérdida de intereses, anhedonia, depresión. Consideran que su vida está limitada a las rutinas que deben enfrentan a diario, lo que les hace vivenciar una sensación de vacío que les resta vitalidad. Llegan a creer que vivir es lo peor que les puede suceder.

El vacío existencial es la sensación de falta de sentido en la vida, lo cual lleva al aislamiento y deterioro de las relaciones con los demás. En el influyen las crisis emocionales desatadas por frustraciones, la incapacidad para concretar propósitos individuales y las actividades rutinarias que dejan poco espacio a la creatividad. También intervienen de modo significativo la falta de afecto y de relaciones sociales enriquecedoras.

A pesar de los avances tecnológicos, de la mejora sustancial de la calidad de vida y de la mayor percepción de autocontrol y capacidad para desarrollarse que aparentemente ofrece el mundo actual, con opciones y caminos no convencionales que parecen ajustarse a cada persona, el vacío existencial se ha convertido en otro de los grandes males, no siempre comprendido precisamente por esas creencias de libertad para elegir.

El vacío existencial es la experiencia emocional que sentimos cuando nos encontramos desubicados en la vida, sin rumbo ni propósito, con una crisis de valores, cuando no encontramos sentido a nuestra existencia. La idea que hay de fondo es que la vida no tiene un propósito inherente y que nosotros, como humanos, debemos construirlo. Al perderlo, o no encontrarlo, conectamos con este vacío, al que llamamos vacío existencial.

Llama la atención que en los últimos años se ha elevado la incidencia del estrés en la población, también las tasas de trastornos mentales y de suicidio en adultos jóvenes a nivel global. Existen varias razones que explican la agudización del desencanto hacia la vida, sobresaliendo el fenómeno de despersonalización que genera la sociedad industrial. La técnica ha dominado a las manifestaciones culturales, referentes importantes de identidad y pertenencia a un grupo, en tanto que las calles, los centros de trabajo y medios de transporte ofrecen un ambiente en el que las personas viven rodeadas de gente, aparentemente acompañadas pero solitarias emocionalmente.

En las relaciones familiares son comunes el abandono afectivo y la falta de comunicación. Aunque en los hogares exista la presencia física de uno o ambos padres en muchos casos éstos se encuentran emocionalmente ausentes, o pasan mucho tiempo fuera de casa para resolver problemas económicos. Por otro lado los índices delictivos en el mundo presentan cifras ascendentes, la depresión va ganando terreno en personas de todas las edades, y distintos tipos de adicciones se vuelven más comunes, lo que despierta en muchos un sentimiento trágico.

Todo este panorama ha favorecido el distanciamiento de las relaciones humanas y afectivas, a la vez que ha generado incredulidad respecto a la idea de que las personas pueden actuar de manera honesta y auténtica. La pérdida de confianza en los demás por sufrir abandono, decepciones, traiciones y actos de violencia se convierte en una pérdida de identidad y de confianza en uno mismo, lo que genera una sensación de vacío. Y, desde luego, esta incredulidad y pérdida de confianza también son motivadas por los sistemas políticos que se alejan del bienestar de sus pueblos.

Si bien el vacío existencial, como condición humana, es el sentimiento generalizado de apatía, aburrimiento y alienación social, acompañado frecuentemente de depresión, desesperanza, soledad y otros desajustes emocionales relacionados, debe tenerse en cuenta que también es parte del proceso natural de la pena, como resultado de la desaparición de un ser querido o algún cambio significativo. Además, el significado concreto de vacío varía mucho en el contexto de las diferentes tradiciones culturales en que se ubique.

Quienes experimentan vacío existencial pueden recurrir a la psicoterapia para comprender el origen de su angustia, expresar sus problemas emocionales y aprender nuevas estrategias para relacionarse satisfactoriamente.

La logoterapia es una modalidad de psicoterapia fundada y desarrollada por el psiquiatra vienés Viktor Frankl que propone a la voluntad de sentido como la motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada por paradigmas psicoterapéuticos anteriores. Postula que el ser humano no está motivado por la búsqueda del placer o el poder sino que está orientado al sentido de la vida que se logra asumiendo valores creativos, vivenciales y actitudinales.

Viktor Frankl

Viktor Emil Frankl (Viena, 26 de marzo de 1905 – 2 de septiembre de 1997), fue un neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, fundador de la logoterapia, una de las formas del análisis existencial. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en cuatro campos de concentración nazis. A partir de esa experiencia, escribió el libro El hombre en busca de sentido, publicado en 1946 y que rápidamente se convirtió en un best seller.

¿Quién puede decir que no ha sufrido, que no se ha sentido culpable y que no morirá? Todos debemos enfrentar esta tríada para nuestro crecimiento en los valores de actitud. La dimensión espiritual es el hilo conductor de la logoterapia, porque contiene todos los recursos del espíritu humano capaces de ser empleados por el individuo para contrarrestar la enfermedad y los traumas que la vida acarrea. Según Frankl los recursos espirituales fundamentales son: nuestra voluntad de sentido, nuestra creatividad e imaginación, nuestro amor, nuestra conciencia y autoconciencia, nuestro sentido del humor, nuestros compromisos, ideales y valores, y nuestra responsabilidad y habilidad en las respuestas.

Para cerrar comparto tres frases de Viktor Frankl que pueden resultar inspiradoras y edificantes.
  • «Sea lo que sea lo que le hayan quitado, hasta el último suspiro a nadie le pueden quitar la libertad de enfrentarse, de una u otra manera, a su destino. Y siempre hay una u otra manera».
  • «Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos vemos ante el reto de cambiarnos a nosotros mismos».
  • «El sentido de la vida difiere de persona a persona, de día a día, de hora a hora. Lo que importa, por tanto, no es el sentido de la vida en general, sino el sentido específico de la vida de una persona en un momento dado».