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Duelo: permaneciendo vulnerables al amor

Del duelo y las pérdidas he comentado en anteriores encuentros entre El Psiquiatra y tú. Considero que la mayoría de las personas están necesitadas de una educación amplia ante la muerte, el duelo, la aflicción y el luto. Una de las condiciones que resultan favorables para evitar duelos complicados es la educación en el duelo. Entre las complicaciones potenciales que una reacción de duelo anormal puede provocar se destacan el abuso de fármacos, alcohol y drogas, el aislamiento social, la aparición de trastornos ansioso-depresivos, e inclusive el incremento de la mortalidad por suicidio.

Algunos estudios concluyen que las personas en duelo tienen una morbimortalidad superior a la población general. Se ha mostrado que tras una pérdida mayor las dos terceras partes de las personas en duelo evolucionan con normalidad y el resto padece alteraciones en su salud física, mental o ambas. El duelo puede aumentar el riesgo de enfermedades psicosomáticas, cardiovasculares y de suicidio y una cuarta parte de los viudos o viudas padecen depresión o ansiedad en el primer año tras la pérdida.

La conceptualización de duelo

Se concibe el duelo como la pérdida de un familiar o ser querido con sus consecuencias psico-afectivas, sus manifestaciones exteriores y rituales, y el proceso psicológico evolutivo consecutivo a la pérdida. Dicho de otra forma: el duelo es la reacción normal tras la muerte de un ser querido. Supone un proceso más o menos largo y doloroso de adaptación a la nueva situación. Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que conlleva.

En un concepto más amplio desde el punto de vista psicoanalítico representa el estado de pérdida de cualquier ser, objeto, parte del cuerpo o función que es emocionalmente importante para la persona. Su intensidad y duración depende de múltiples factores.

¿Cuándo el duelo está resuelto?

Podemos decir que un duelo está resuelto cuando la persona que ha sufrido la pérdida es capaz de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando ha aprendido a vivir sin él o ella, cuando ha dejado de vivir en el pasado y puede invertir de nuevo toda su energía en la vida y en los vivos.

Sugerencias que te permitirán elaborar el duelo de forma adecuada

1.- Date permiso para estar en duelo. Permítete estar mal y vulnerable. Puedes pensar que es mejor no sentir el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones pero, al final, el dolor saldrá a la superficie. El momento de dolerte es ahora. Acepta el hecho de que sentirás menos atención e interés por tus ocupaciones habituales y amistades, tu vida va a ser diferente, tendrás que cambiar algunas costumbres.

2.- Permite sentir dentro de ti el dolor. Permanece abierto al dolor de tu corazón. Siente y expresa las emociones que surjan, no las inhibas. No te hagas el o la fuerte, no te guardes todo para ti, con el tiempo el dolor irá disminuyendo. Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo por la muerte de tu ser amado es el único camino para cerrar y sanar la herida por la pérdida.

3.- Date tiempo para sanar. El duelo por la pérdida de una persona afectivamente muy importante suele durar entre uno y tres años. No te crees expectativas mágicas. Prepárate para las recaídas. Hoy puedes estar bien y un suceso inesperado, una visita, el aniversario, las navidades, el fin de año y otras fechas significativas te pueden hacer sentir que estás como al principio, que vas para atrás, pero no es así. El momento más difícil puede presentarse alrededor de los seis meses del fallecimiento, cuando los demás comienzan a pensar que ya tienes que haberte recuperado.

4.- Sé paciente contigo mismo. Las emociones que estás viviendo pueden ser muy intensas, pero son pasajeras. Procura vivir el momento presente, por duro que sea. Se amable contigo mismo/a. El peor enemigo en el duelo es no quererse.

5.- No temas volverte demente. Puedes vivir sentimientos intensos de tristeza, rabia, culpa, confusión o abatimiento, deseos de morir… Son reacciones habituales y normales después de la muerte de un ser querido.

6.- Aplaza las decisiones importantes. Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte a otro lugar, debes dejarlas para más adelante. Seguramente, ahora no puedes pensar con suficiente claridad, y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco conveniente iniciar una nueva relación afectiva, mientras no hayas resuelto adecuadamente la pérdida.

7.- No descuides tu salud. Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te hagas un horario y lo sigas (hora de levantarte, comidas, baño, hora de acostarte). Aliméntate bien y cuida tu cuerpo. No abuses del tabaco, alcohol ni de tranquilizantes.

8.- No te automediques. Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún medicamento, que sea siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares, amigos y vecinos bien intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para «no sentir» puede contribuir a cronificar el duelo.

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9.- Busca y acepta el apoyo de los otros. Sigue conectado con los otros. Necesitas su presencia, su apoyo, su preocupación, su atención. Dale la oportunidad a tus amigos y seres queridos de estar a tu lado. Piensa que quieren ayudarte, pero no saben la manera de hacerlo. Pueden temer ser inoportunos o hacerte daño si te recuerdan tu pérdida. No te quedes esperando su ayuda y pídeles lo que necesitas.

10.- Procura ser paciente con los demás. Ignora a las personas que intentan decirte cómo debes sentirte y por cuanto tiempo. Sentirás que algunas no comprenden lo que estás viviendo. Intentarán hacer que te olvides de tu dolor, lo hacen para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que no saben cómo hacerlo. Busca personas de confianza que te permitan «estar mal» y desahogarte sin miedo cuando lo necesites.

11.- Date permiso para descansar, disfrutar y divertirte. Date permiso para sentirte bien, reír con los amigos, hacer bromas. Tienes perfecto derecho y además puede ser de gran ayuda que busques, sin forzar tu propio ritmo, momentos para disfrutar. Recuerda que tu ser querido querría solo lo mejor para ti.

12.- Confía en tus propios recursos para salir adelante. Recuerda cómo pudiste resolver otras situaciones difíciles de tu vida. Repítete a menudo: «algún día encontraré mi serenidad».

La muerte de un ser querido es considerada como el acontecimiento vital más estresante que puede afrontar el ser humano. La mayoría de las veces las pérdidas implican cambios, y la adaptación a esos cambios es un proceso que toma su tiempo y en el que se experimenta sufrimiento. Al respecto escribió Sigmund Freud: “Todos tenemos pérdidas, todos nos afligimos, todos sobrevivimos”.

Para concluir te invito a analizar esta frase de John Brantner: “Únicamente aquellos que evitan el amor pueden evitar el dolor del duelo. Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor”.